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El difícil futuro de Tesla o cómo no morir de éxito en medio de un "infierno logístico"
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El difícil futuro de Tesla o cómo no morir de éxito en medio de un "infierno logístico"

El fabricante de coches eléctricos fundado y dirigido por Elon Musk ha conseguido solventar los problemas de producción para encontrarse con un nuevo obstáculo todavía más complejo

Foto: Vehículos de Tesla en proceso de entrega en una carretera de Los Angeles, en EEUU. (Reuters)
Vehículos de Tesla en proceso de entrega en una carretera de Los Angeles, en EEUU. (Reuters)

Hace un año, el gran problema de Elon Musk era cómo conseguir que Tesla fabricara coches más rápido. La compañía que dirige no era capaz de cumplir con la demanda de los compradores, que tenían que esperar varios años hasta recibir un coche por el que habían pagado, en el peor de los casos, más de 100.000 euros.

La planta de producción del gigante estadounidense situada en la localidad californiana de Fremont no daba a basto. Las líneas de producción estaban funcionando 24 horas y el propio Musk explicó que dormía en su despacho y que no tenía tiempo ni para ducharse para que todo funcionara bien. Los pedidos se acumulaban y Tesla llegó a instalar una carpa en el párking donde se almacenaban los coches ya listos para poder instalar una nueva cadena de montaje. Con las prisas, los accidentes laborales se multiplicaron con Musk (y los accionistas) presionando para alcanzar los objetivos. Lo definió bien en un tuit: estaban viviendo "un infierno de fabricación".

Foto: Foto: Reuters.

Sea como fuere, la compañía consiguió aumentar sus cifras y, más importante, estabilizarlas para adecuarse a las ambiciosas metas de Musk, que prometió que este año se rondaría el medio millón de coches entregados. De momento, y según los resultados publicados este martes por la compañía, en el último trimestre han conseguido poner en manos de los compradores 95.200 vehículos, superando las estimaciones de Wall Street.

¿Son buenas noticias? Lo son. Pero el problema ahora no es la producción, algo que parece arreglado. Tampoco la demanda que siempre ha preocupado a los analistas y que ha provocado que las acciones de Tesla, siempre sobrevaloradas, hayan caído un 33% hasta la mencionada presentación de resultados a cierre de jornada del martes en Wall Street. El gran reto es la logística.

Tesla no consigue entregar sus coches a buen ritmo. Los usuarios los compran, existe apetito por ellos, pero muchos tienen que esperar años para recibirlos. "Hemos pasado de un infierno de fabricación a un infierno logístico", confirmaba Musk en un mensaje en su perfil personal de Twitter el pasado 17 de septiembre.

Coches aparcados

Las inmediaciones de la fábrica de Tesla en Fremont están plagadas de relucientes coches aparcados, esperando embarcar en un barco o un camión que los lleve hasta sus nuevos hogares. A cierre de este trimestre, más de 7.400 vehículos todavía estaban rumbo a los garajes de sus dueños. Esos no cuentan para Tesla, pues no consideran que el proceso esté acabado hasta que el comprador tiene sus llaves en la mano.

La de California es la única planta de producción de la compañía en todo el mundo, lo que significa que todo tiene que partir desde allí y que una vez acabados los Teslas tienen que recorrer casi 8.500 kilómetros para llegar a los principales mercados de Europa, más de 4.700 kilómetros para alcanzar la costa Este de EEUU y casi 10.000 para llegar a China.

placeholder Preparativos en la fábrica de Tesla en Shanghai. (Reuters)
Preparativos en la fábrica de Tesla en Shanghai. (Reuters)

"Hemos hecho avances en nuestra logística global y los envíos están operando a los volumenes más altos, ayudando a subsanar las ineficiencias en los costes", explicaba Tesla en un comunicado hecho público tras conocerse sus resultados.

Por mucho que se haya mejorado, Tesla necesita urgentemente que su planta de producción en Shanghai se ponga en marcha cuanto antes, y que su factoría de Europa, de la que se sabrá su localización antes del final de este año, esté a plena capacidad lo antes posible.

Problemas de rentabilidad

La gran aspiración de Elon Musk se está cumpliendo, aunque puede que el genio sudafricano ya se esté arrepintiendo de ello. Aspiraba el CEO de Tesla a que el Model 3, la opción más económica, se convirtiera en un modelo de masas que ayudara, con grandes volúmenes de ventas, a alcanzara la rentabilidad.

Bueno, lo cierto es que la primera parte se está cumpliendo. De los 95.200 coches entregados, 77.550 eran Model 3, convirtiéndolo con mucho en el más popular gracias a que su versión más básica, antes de empezar a añadirle extras, se puede comprar en España por 48.200 euros.

Foto: tesla-model3-prueba-espana-coche-elon-musk
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Su bajo coste es, de momento, un problema para Tesla, ya que los márgenes que deja son mucho más estrechos que los del Model X y el Model S, cuyas ventas está fagocitando sin piedad. En el segundo trimestre del ejercicio fiscal las ventas de estos dos modelos ha caído un 20% respecto al mismo periodo del año pasado.

"El futuro de Tesla se sostiene en una demanda que debe seguir creciendo, y que debe ser estable para garantizar una rentabilidad hasta ahora esquiva", explica Dan Ives, analista de Wedbus Securities.

Musk y sus muchachos tienen que afrontar, además, otro problema. El día 1 de julio los 3.750 dólares de bonificaciones fiscales en Estados Unidos a la compra de un coche 100% eléctrico, como son los Teslas, quedan reducidas a la mitad y desaparecerán en 2020. Esto quiere decir que, a nivel efectivo, los coches serán más caros para los usuarios.

Alegría bursátil

Pese a todas las dudas que planean alrededor de Tesla, lo cierto es que los inversores le han regalado a Musk alegría bursátil ya desde el pre market de Wall Street, con avances superiores al 7%. En los primeros movimientos tras el toque de la campana, las subidas se relajaban hasta el entorno del 4,5% en una jornada muy particular al ser previa del Día de la Independencia.

De esta manera los títulos de la compañía se sitúan por encima de los 240,5 dólares y vuelven a niveles de mediados del mes de mayo, corrigiendo, si bien de forma todavía mínima, las pérdidas del 33% que sufría el valor en lo que va de año 2019.

placeholder Elon Musk, CEO y fundador de Tesla. (Reuters)
Elon Musk, CEO y fundador de Tesla. (Reuters)

De esta forma la capitalización del fabricante de coches eléctricos se eleva hasta los 42.500 millones de dólares, poco más de 37.600 millones de euros, todavía muy lejos de los casi 57.500 millones de dólares con los que cerró el año 2018.

La cifra más preocupante es, como ya es tradicional con esta compañía, la deuda, instalada ahora en los 10.500 millones de dólares, 9.300 millones de euros, y con unas perspectivas que no llaman a la relajación.

Hace un año, el gran problema de Elon Musk era cómo conseguir que Tesla fabricara coches más rápido. La compañía que dirige no era capaz de cumplir con la demanda de los compradores, que tenían que esperar varios años hasta recibir un coche por el que habían pagado, en el peor de los casos, más de 100.000 euros.

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