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El gran dolor de cabeza para el BCE y los banqueros españoles
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GOBERNANZA

El gran dolor de cabeza para el BCE y los banqueros españoles

Ni las provisiones, ni la exposición a pymes, ni la crisis inmobiliaria, la mayor batalla del supervisor está en el modelo de gobernanza de las entidades bancarias

Foto: Sede del BCE en Alemania. (Reuters)
Sede del BCE en Alemania. (Reuters)
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El Banco Central Europeo (BCE) se ha convertido en una gota malaya para los consejos de los bancos españoles. Desde que el organismo europeo tomó las riendas de la supervisión de los bancos europeos, a finales de 2014, el modelo de gobernanza se ha convertido en un eje de sus actuaciones, que han sufrido en mayor o menor medida todas las grandes entidades del país.

Su caballo de batalla ha sido acabar con las viejas presidencias ejecutivas desde las que banqueros como Emilio Botín (Santander), Francisco González (FG) o Isidro Fainé (La Caixa) dirigieron los mayores grupos españoles las pasadas décadas. El BCE aboga por un modelo más anglosajón de gobernanza en la que el presidente no es ejecutivo y ejerce de control del consejero delegado y el resto del comité de dirección. Un 'chairman' inglés al cuidado del consejo de administración y de las líneas de defensa de la entidad.

Foto: El presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri (i), la presidenta de Banco Santander, Ana Botín (c), y el presidente del BBVA, Carlos Torres (d). (EFE)

Las entidades sostienen que este cambio de modelo que han ido aplicando algunos bancos españoles como Sabadell, Bankinter, Ibercaja tiene también riesgos. Así, los consejeros delegados podrían acumular tanto poder como el que se quería evitar de los presidentes ejecutivos, esquivando así lo que busca el BCE: 'checks and balances' —controles y contrapesos—.

En los siete años que lleva en vigor la rama supervisora del BCE —el Mecanismo Único de Supervisión (MUS)—, esta ha forzado cambios profundos en entidades como BBVA, CaixaBank, Sabadell, Popular o Ibercaja, entre otras. El 'modus operandi' del supervisor es parecido en todos los casos: aprovechar la entrada de un nuevo presidente o CEO para exigir modificaciones a fondo del organigrama y reparto de poder.

placeholder El presidente de BBVA, Carlos Torres (i), y el CEO, Onur Genç. (EFE)
El presidente de BBVA, Carlos Torres (i), y el CEO, Onur Genç. (EFE)

Así lo hizo por ejemplo con BBVA. El supervisor sacó partido de la salida de FG para que el nuevo presidente, Carlos Torres, cediera competencias frente al nuevo consejero delegado, el turco Onur Genç. No solo eso, sino que exigió que el banquero salmantino leyera una carta ante el consejo de administración que reflejaba la oposición del BCE a que fuera presidente ejecutivo. El resultado actual es un mandato con menos poderes que, por ejemplo, Ana Botín (Santander) y con Genç dependiendo directamente del consejo. Eso ha hecho que el turco haya tomado más protagonismo en el consejo y la organización, según las fuentes consultadas.

La diferencia entre BBVA y Santander es que el banco cántabro no ha tenido que pasar ninguna revisión profunda del BCE. Su presidenta y el CEO, José Antonio Álvarez, están al frente del primer grupo español casi desde que el MUS tomó las riendas de la supervisión europea, por lo que esquivaron entonces su 'ITV' de gobierno corporativo. El banco estuvo cerca de pasar este 'examen' cuando acordó el fichaje del italiano Andrea Orcel, a finales de 2018, que se frustró semanas antes de que ocupara el puesto. Lo que sí han hecho en Santander es adaptar su consejo al peso de los independientes, la creación de la figura del consejero coordinador, la creación de nuevos comités y la relevancia de que haya debate en los consejos, como ocurre en el resto de entidades europeas.

Excepciones

Un caso atípico es el de CaixaBank. El grupo catalán es uno de los que se vio obligado a separarse de las fundaciones —antiguas cajas— tras el acuerdo firmado por el Gobierno con Europa a cambio del rescate de 2012. El hasta entonces presidente de la entidad, Fainé, eligió permanecer al frente de la Fundación la Caixa y su 'holding' financiero, Criteria. Y el BCE siguió muy de cerca que estas instituciones se desvincularan del día a día de su participado. En ella quedaron inicialmente como presidente no ejecutivo —'chairman'— Jordi Gual y como primer ejecutivo el CEO Gonzalo Gortázar. Sin embargo, este modelo ha dado un vuelco tras la fusión con Bankia, con la que se ha vuelto al modelo de presidencia ejecutiva, que ocupa José Ignacio Goirigolzarri, aunque con poderes limitados: Auditoría Interna, Secretaría y Comunicación. Al frente del negocio sigue Gortázar.

El BCE ha hecho una excepción para facilitar la fusión, como hizo con BBVA para facilitar la transición con Torres y como está haciendo con Unicaja Banco en su integración con Liberbank. La entidad malagueña también ha elegido una presidencia ejecutiva con poderes de control unida a los RRHH y un CEO que lleva el peso del negocio. Lo atípico de esta entidad es que el absorbente —Unicaja— se ha reservado la presidencia y el consejero delegado es el del absorbido.

placeholder Jaume Guardiola (i), Josep Oliu (c) y César González-Bueno (d).
Jaume Guardiola (i), Josep Oliu (c) y César González-Bueno (d).

Otro caso de ida y vuelta es el Banco Sabadell. Esta entidad resistió durante años con una presidencia ejecutiva tradicional liderada por Josep Oliu y un CEO como Jaime Guardiola. La retirada de este último, a finales de 2020, abrió la puerta para que el BCE exigiera que Oliu cediera sus poderes ejecutivos y los traspasara al nuevo consejero delegado, César González-Bueno. La entidad catalana tiene otra peculiariedad, ya que el supervisor europeo le ‘invitó’ a crear un puesto de ‘control’ de Riesgos dentro del consejo en 2018, que capitanea David Vegara.

Bankinter es otro de los casos peculiares en el sector. Su presidencia es del gusto de Fráncfort, con un no ejecutivo como Pedro Guerrero. Sin embargo el poder se reparte por debajo entre el vicepresidente Alfonso Botín y la consejera delegada, María Dolores Dancausa. Esta estructura no se ha tocado en la última década ni siquiera con los problemas legales de Jaime Botín, padre y predecesor de Alfonso.

Antes de su venta a Santander, el Popular fue otro ejemplo de la presión del BCE para que apliquen cambios en aquellos grupos donde ve debilidades de gobernanza. El supervisor presionó en 2016 que hubiera cambios al frente de la entidad, lo que provocó que el entonces presidente, Ángel Ron, cambiara de número dos.

Las peculiaridades de las cajas

Otro caso del gusto del MUS es el de Ibercaja, que desde la salida del banco de Amado Franco mantiene un modelo de presidencia no ejecutiva, que lidera José Luis Aguirre, un exdirectivo de la casa, y un CEO ejecutivo como Víctor Iglesias. El BCE no ha tenido quebraderos de cabeza con la gobernanza de este grupo, lo que le reafirma en su postura.

Las otras dos grandes entidades, Abanca y Kutxabank, también tienen sus particularidades, que el BCE ‘tolera’ por la estabilidad de su gobernanza y porque son dos de los grupos más solventes de España y, por tanto, que menos preocupaciones les generan. El grupo gallego es liderado por el venezolano Juan Carlos Escotet como presidente-consejero dominical. De hecho, es el único banquero que controla un grupo español como principal accionista. El día a día del grupo lo lleva el CEO Francisco Botas. En el caso de Kutxabank, su modelo de gobernanza es el de una presidencia ejecutiva que ostenta Gregorio Villalabeitia y un CEO por debajo, Francisco Javier García Lurueña. Este modelo es parecido al de Cajamar.

El tiempo ha demostrado que el BCE, como buena gota malaya, no cesa en su objetivo ni lo hará hasta que las 10 grandes entidades que quedan en España se adapten a su modelo.

El Banco Central Europeo (BCE) se ha convertido en una gota malaya para los consejos de los bancos españoles. Desde que el organismo europeo tomó las riendas de la supervisión de los bancos europeos, a finales de 2014, el modelo de gobernanza se ha convertido en un eje de sus actuaciones, que han sufrido en mayor o menor medida todas las grandes entidades del país.

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