Fitur e Ifema lanzan la ofensiva empresarial anticovid presionados por sus números rojos

Dicen que el mundo es de los valientes, y el sector turístico, junto a las autoridades madrileñas, ha decidido hacer honor a esta máxima organizando, en medio de la sexta ola y con la mayor incidencia de coronavirus registrada en España desde el estallido de la pandemia, la feria empresarial más importante de todas las que se celebran en la capital.

Mañana arranca oficialmente Fitur, la cita empresarial por excelencia de la industria del turismo, y un motor económico para la región, capaz de generar a su alrededor una actividad que, solo durante los cinco días que dura la feria, se cifraba antes del estallido del covid en un impacto económico de más de 300 millones de euros.

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Hasta la primera semana de enero, los responsables de Ifema y los organizadores de Fitur estuvieron barajando la evolución de la crisis sanitaria y equilibrándola con el impacto económico que tendría cancelar esta convocatoria, la primera gran cita ferial del año y la más importante, tanto en términos de imagen como de ingresos, de todas las que acoge el consorcio formado por Comunidad de Madrid, ayuntamiento y la Cámara de Comercio.

Al final, se decidió hacer de la necesidad virtud y seguir adelante con la convocatoria que, además, en esa búsqueda de la normalidad y de empezar a convivir con el virus, será 100% presencial.

En el fondo, detrás de esta decisión, hay mucho más que una feria de turismo, hay una ofensiva de dos industrias ahogadas por sus números rojos que han decidido romper la baraja, asumir los riesgos y tirar para adelante.

Los números de la feria ya anticipan que va a quedar muy lejos de los registrados en enero de 2020, cuando Fitur celebró su 40 aniversario con las mejores cifras de su historia: 150.011 participantes profesionales y otros 100.000 asistentes de público durante el fin de semana; un gran peso internacional, con un 56% de asistentes procedentes de 140 países; más de 11.000 empresas, 918 expositores y casi 70.000 metros cuadrados netos de exposición, repartidos en 10 pabellones.

Este año, y a la espera de las cancelaciones de última hora, se reunirá a 7.000 participantes, repartidos en 600 expositores, que ocuparán ocho pabellones del recinto ferial, con una superficie neta total de 56.700 metros cuadrados en la que estarán representadas todas las comunidades autónomas, y un total de 107 países, de los que 70 asisten con representación oficial.

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Estos números permiten ver el esfuerzo que están haciendo tanto Ifema como las empresas participantes por demostrar que la vida, los negocios y el turismo siguen, ya que en términos de superficie y expositores, esta convocatoria es entre un cuarto y un tercio más pequeña que la del récord histórico de 2020, en cambio, la comparativa rozará el abismo en el número de participantes, tanto profesionales como particulares.

Cabía la opción de, para evitar esta asimetría, haber retrasado la feria a mayo, como ya se decidió el año pasado, y haber combinado la presencialidad con las conexiones en remoto. Pero el planteamiento de esta convocatoria, lo que ha convencido a los organizadores de seguir adelante con la feria en su cita original de enero, es que consideran crítico volver a la normalidad para recuperar la credibilidad del sector.

Este año habrá 600 expositores, frente a los 918 que se alcanzaron en la cita de 2020

O, mejor dicho, de los sectores, porque aquí se dan la mano el continente, Ifema, y el contenido, el sector turístico. El primero, según publicó 'El País', ha necesitado incluir una disposición en los presupuestos generales del Estado de 2022 para que el consorcio pueda seguir rigiéndose por el derecho privado, aunque acumule dos ejercicios en rojo, lo que le habría abocado a tener que someterse al derecho público, cuyas mayores rigideces impiden la celebración de una cita como Fitur.

El segundo, la industria turística, suma dos ejercicios de fuertes caídas de la actividad, con un 70% menos de ingresos en 2020 y un 43% menos en 2021. La llegada de ómicron, además, ha puesto de relieve la debilidad de la demanda, que rápidamente se repliega ante nuevos brotes, como quedó demostrado en diciembre, cuando la industria pasó de moverse solo un 15% por debajo de los niveles de 2019 a desplomarse al -30% en cuestión de días.

En un momento en que empieza a hablarse de la necesidad de convertir el covid en una enfermedad como la gripe, la convocatoria de Fitur 2022 en su formato original, el que siempre tuvo hasta que la pandemia hizo saltar por los aires el mundo que hasta entonces habíamos conocido, es prácticamente un símbolo, un golpe en la mesa de las empresas, en general, y de dos industrias, en particular, a las que apenas queda oxígeno en sus pulmones.

Para recuperar la salud, necesitan imperiosamente que se pierda el miedo, lo que no significa perder el respeto al virus. De hecho, para acceder a la feria se exigirá a todos los participantes presentar un certificado covid digital o un test negativo (PCR o antígenos) realizado en las últimas 24 horas, pruebas que también se podrán realizar en el propio recinto, además del uso obligatorio de mascarilla FPP2.

La velocidad de recuperación es enorme cuando desaparecen restricciones y miedos, como se demostró entre el verano y el otoño pasados

Los datos publicados por Exceltur, la patronal del turismo, la semana pasada, demuestran que la velocidad de recuperación del sector es enorme cuando desaparecen las restricciones y los miedos, como se demostró entre el verano y el otoño pasados, cuando se batieron todas las expectativas, hasta que la irrupción de ómicron cortó de lleno la velocidad de crucero que estaba empezando a cogerse.

A pesar de ello, el sector ha conseguido cerrar el ejercicio con 88.546 millones de euros de ingresos, por encima incluso de los 87.000 millones que estimaron a la vuelta de verano, cuando la buena marcha estival llevó a Exceltur a mejorar sus previsiones para final de año en tres puntos porcentuales. ¿Hasta dónde se habría podido llegar si no hubiera estallado ómicron? Esta es la pregunta que Fitur e Ifema quieren empezar a responder. Pero no con palabras, sino con hechos.