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Pepe Hidalgo y cómo jugar una partida de póker en quiebra con los 'british' de Iberia
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EL ÓRDAGO DE LOS 500 MILLONES

Pepe Hidalgo y cómo jugar una partida de póker en quiebra con los 'british' de Iberia

El octogenario empresario español ha demostrado que la astucia callejera de sus años de emigrante vale mucho para sacar 500 M por una Air Europa en causa de disolución

Foto: Pepe Hidalgo. (EFE/Cati Cladera)
Pepe Hidalgo. (EFE/Cati Cladera)
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¿Puede una compañía quebrada, con un agujero patrimonial de 700 millones, valer algo? ¿Puede el dueño de una empresa turística sacar algo por ella, teniendo en cuenta un escenario mundial de guerra bélica, batalla sanitaria sin resolver y conflicto inflacionista, o lo que es lo mismo, de bolsillos tiritando para llenar el frigorífico, sin capacidad para gastar en ocio y tiempo libre? ¿Más aún si el propietario es un señor de 80 años, con ciertos delirios compulsivos, y alejado de una familia a la que les dio una vida que él, inmigrante de profesión, no tuvo? La respuesta es, por difícil que lo parezca, sí. Un caso digno de estudio en las mejores escuelas de negocios si no fuera porque el personaje es más bien un pillo embaucador, un rico callejero, educado en el negocio del póker, lejos de lo que dicen enseñar en ICADE, Cunef o IESE.

Eso es lo que ha hecho Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, el mayor grupo turístico nacional, con una facturación anual de 4.000 millones de euros antes de la irrupción de la pandemia. Tras la aparición del covid-19, un 'holding' en causa de disolución del que International Airlines Group (IAG), el grupo aeronáutico más grande de Europa y dueña de Iberia, quiso aprovecharse en un momento de debilidad solo apta para jugadores con corazones acostumbrados al riesgo.

Porque Pepe Hidalgo pasó de tener una compañía que valía más de 2.000 millones a, de la noche a la mañana, por los efectos de la pandemia, ser un hombre dueño de una firma que no valía nada. Y, sobre todo, sentirse solo en una mansión de más de 600 metros cuadrados, con otros tantos de parcela, en una de las zonas más exclusivas de Madrid. Una casa fría, sin alma, pese a disponer de un salón interminable en primera planta, una baja con un casino digno de Mónaco, rodeado de fotos con los principales líderes mundiales, y un jacuzzi de aguas transparentes, con iluminación chill out, perfecto para la imaginación, en otra inferior. Un palacete para un hombre solo, apenas asistido por una señora de servicio que le hace una frugal comida y un chófer al frente de un Mercedes clase especial.

Foto: Imagen: EC Diseño.

Sesenta años trabajando para ver el fruto de ese esfuerzo reducido a la nada por el impacto económico y social del covid-19, al que él llamaba una simple gripe, y que también sufrió, justo cuando se encontraba en su segunda casa de República Dominicana. Un hombre que, antes del covid, se acercaba feliz con su soltería a los 80 años, pese a sus operaciones de corazón, y, como suele decir, pasando más de medio año en el Caribe, disfrutando del golf y del resto de placeres del paraíso latinoamericano.

Pero la pandemia hizo que su imperio pasara a tener un agujero cercano a los 1.000 millones de euros, que ha sobrevivido solo gracias a los 615 millones que le ha prestado el Estado, el Gobierno de Pedro Sánchez, un partido socialista con el que Hidalgo siempre tuvo una relación muy cercana. Un terremoto que a cualquiera, pero especialmente a un hombre de esa edad, le hubiera hecho rendirse. Sin embargo, el salmantino, un empresario que empezó de emigrante, ha resistido y ha sacado 500 millones por su Air Europa a los inteligentes y bien formados chicos de International Airlines Group (IAG), la cabecera de Iberia, que siempre soñaron con quedarse la aerolínea sin desembolsar un solo euro o penique de su propio balance.

Y casi lo consiguen. Porque de los 1.000 millones que acordaron abonar por la aerolínea mallorquina en noviembre de 2019, pasaron a apenas 500 millones en enero de 2021, cuando ajustaron el precio por el impacto de la pandemia en las alas del sector a nivel mundial. Un dinero a poner a seis años. O, dicho de otro modo, que se pagarían con la propia caja que generaría la compañía cuando el mundo se tranquilizara y el turismo volviese a la normalidad. Una operación de libro para IAG, en la que el gigante inglés aprovechaba la debilidad de la española, gestionada de aquella manera, con una contabilidad particular, siempre al límite, difícil de resistir para un auditor con cierto colmillo y ganas de mirar debajo de las alfombras.

Foto: Juan José Hidalgo. (EFE/Leonardo Muñoz)

Javier Hidalgo, su hijo y sucesor, negoció ese segundo acuerdo que garantizaba a la familia una buena fortuna a medio plazo dada la incertidumbre sobre los estragos del coronavirus. Pero el padre no entendió nunca cómo su sucesor accedió a firmar un papel en el que comprador no pagaba nada por anticipado por tener un derecho preferente a hacerse con la empresa. "Si yo compro un piso, tengo que pagar al menos las arras. Vamos, digo yo", solía vociferar Pepe, al que la pérdida de audición le hacía subir el volumen de su voz.

La negativa de la Comisión Europea a aprobar los términos de esa operación el pasado mes de diciembre enervó al presidente, que se veía con Air Europa quebrada y sin un euro en el bolsillo. Lleno de rabia, encargó a los abogados interponer una demanda de 300 millones por daños y perjuicios contra Iberia. Los hispano-británicos, ante la amenaza del empresario, optaron por pagar 75 millones en concepto de compensación a cambio de que Hidalgo no acudiese a los tribunales y de un mes más para negociar de nuevo. Fue el momento en el que Pepe, que se había ido a Dominicana con su cohorte de colegas, políticos y periodistas —todo incluido— a disfrutar de la Navidad, como si no pasara nada, sabía que los 'british' también tenían su talón de Aquiles.

Pepe Aviones, como cariñosamente se le llama en el sector, decidió jugar las pocas cartas que le quedaban. Optó por hacer sus primeras declaraciones en El Confidencial, en las que dejó bien claro a su hijo y demás intermediarios que "lo único que vale es lo que diga yo". Después, el empresario salmantino se paseó por la mayoría de los medios de comunicación de España para asegurar que su Air Europa podía seguir en solitario, sin ser "troceada", porque ya ganaba dinero. Mentía. Y lo sabía, incapaz de responder siempre a cómo iba a sacarla de la causa de disolución a partir del próximo 30 de junio, momento en el que expira el plazo dado por el Gobierno a que las empresas afectadas por el covid se pongan al día de fondos propios y cumplan con la ley mercantil.

Foto: El presidente de Globalia, Juan José Hidalgo. (EFE/Cati Cladera)

Mentía, y mucho, cuando, preguntado posteriormente por este medio, respondía que ya no negociaba con Iberia mientras Javier Hidalgo y Miguel Ángel Sánchez, director general de Globalia, se reunían con IAG y el Gobierno para buscar una solución de última hora. Y negaba que, a su vez, ofreciera Air Europa a Lufthansa y Air France, dispuestas a dar el todo por el todo para quedarse con el principal 'hub' o puente aéreo de Europa con Latinoamérica, el Aeropuerto Madrid Barajas-Adolfo Suárez. Su órdago fue tal que exigió a los ingleses que le pagaran 125 millones por adelantado si no querían que se metiera en la cama con la francesa, como adelantó El Confidencial el 14 de febrero y confirmó Luis Gallego, el consejero delegado del grupo hispano británico el 25 de febrero tras un consejo de administración en el que se daba por perdida la operación.

Una exigencia que a Iberia le pareció un chantaje, hasta el punto de romper las negociaciones. Pero que días después, tras una reflexión y alguna llamada entre Javier Hidalgo y la secretaria de Transportes, Isabel Pardo de Vera, amiga personal, le pareció casi un regalo porque, bien aquilatado, era una oportunidad para asegurarse la compra a futuro de Air Europa y, sobre todo, bloquear a un competidor, que le había ofrecido prácticamente lo mismo a Pepe Hidalgo, que ya tenía un documento firmado con los galos. Era un beneficio o 'win-win' para todos, pese a que las acciones de IAG habían bajado cerca de un 40% entre el segundo acuerdo, el de los 500 millones de enero de 2021, y los mismos 500 millones de marzo de 2022.

Dar 100 millones en forma de préstamo participativo por el 20% de Air Europa y un año de negociaciones en exclusiva para comprar el 100% le pareció bien a IAG y mejor a Hidalgo, que el jueves, antes de coger otro vuelo a uno de sus paraísos, se pasó por el notario para rubricar un acuerdo que simplificaba lo que apostilló en El Confidencial: "Lo único que vale es lo que diga yo". Un 'business case' digno de estudio sobre cómo valorar en 500 millones una empresa sin patrimonio y 4.000 nóminas, que necesitará más billetes ingleses, muchos millones más a corto y medio plazo, para sobrevivir hasta fin de año. Pepe, de momento, ya ha cobrado 175, los 75 de diciembre y los 100 de ahora.

¿Puede una compañía quebrada, con un agujero patrimonial de 700 millones, valer algo? ¿Puede el dueño de una empresa turística sacar algo por ella, teniendo en cuenta un escenario mundial de guerra bélica, batalla sanitaria sin resolver y conflicto inflacionista, o lo que es lo mismo, de bolsillos tiritando para llenar el frigorífico, sin capacidad para gastar en ocio y tiempo libre? ¿Más aún si el propietario es un señor de 80 años, con ciertos delirios compulsivos, y alejado de una familia a la que les dio una vida que él, inmigrante de profesión, no tuvo? La respuesta es, por difícil que lo parezca, sí. Un caso digno de estudio en las mejores escuelas de negocios si no fuera porque el personaje es más bien un pillo embaucador, un rico callejero, educado en el negocio del póker, lejos de lo que dicen enseñar en ICADE, Cunef o IESE.

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