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Los petrodólares siguen agitando el deporte y amenazan con hacerse con todos los ‘juguetes’
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Los petrodólares siguen agitando el deporte y amenazan con hacerse con todos los ‘juguetes’

Arabia Saudí ha entrado en un par de años en F-1, MotoGP, golf, Premier, la Supercopa de España y se prepara para un Mundial y unos Juegos. Qatar provoca el terremoto en el pádel

Foto: El Ministro de Relaciones Internacionales de Arabia Saudí, el príncipe  Faisal bin Farhan Al-Saud. (EFE/Andrej Cukic)
El Ministro de Relaciones Internacionales de Arabia Saudí, el príncipe Faisal bin Farhan Al-Saud. (EFE/Andrej Cukic)

Los petrodólares siguen dando gas al deporte. Aunque desde hace un par de años con un nuevo y todavía más rico jugador: los Al Saud, la familia real de Arabia Saudí. Este clan, compuesto por 15.000 miembros, acumula una fortuna de 1,6 trillones de dólares –según la revista Forbes– de la que quiere poner una parte en la industria deportiva. Muchos lo celebran, como Fórmula 1 o MotoGP, que captan nuevas sedes, pero algunas estructuras tradicionales del deporte, como el PGA Tour o World Padel Tour (WPT), ven amenazada su posición frente a ofertas que ninguna lógica económica respalda.

Así, en un puñado de años ha conseguido entrar en los campeonatos y deportes más exclusivos: Fórmula 1, Premier League, golf… Incluso en España, ya está presente con la Supercopa ideada por Luis Rubiales y que ha vendido al Gobierno saudí hasta 2029 a razón de cerca de 30 millones de euros anuales. Ahora sus próximos grandes retos son el Mundial de fútbol de 2030 y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2040, tras adjudicarse los de Asia 2029 con un proyecto de 500 millones de dólares en un resort que se quiere construir en el desierto. “No hay mucho más que decir... lo mejor *peor* es que venden el macroproyecto como una ciudad/resort sostenible”, se quejaba Kilian Jornet sobre cómo los organismos internacionales sucumben a su dinero.

Foto: Zach Johnson. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)

En el caso de la Real Federación Española de Fútbol (Rfef), Arabia Saudí también trabajará pronto con una empresa española como Dorna Sports, promotora de MotoGP, cuyo Mundial aterrizará pronto en el país del Golfo Pérsico, tal y como anunció su consejero delegado, Carmelo Ezpeleta. Las competiciones de motor son siempre un buen termómetro para conocer cuáles son las economías emergentes o ricas que buscan influencia y posicionamiento global con el deporte: a la carrera saudí se sumará en 2023 un GP en India. Pero volviendo a los petrodólares, Arabia Saudí cerrará con MotoGP un círculo relacionado con el motor que arrancó en 2018 con la Fórmula E del español Alejandro Agag. Seguidamente, se sumaron el Rally Dakar (2020) y la Fórmula 1 (2021), y el próximo reto es el Mundial de lanchas eléctricas, promovido por Agag, que tiene en los saudíes a un socio de referencia. Todos estos campeonatos están regados con dinero de Aramco, la petrolera pública.

Ahora bien, Arabia Saudí no es innovadora entrando en el Gran Circo de la Fórmula 1 y el motor. A través de los circuitos se dieron a conocer en la industria del deporte los países del Golfo. El primero en probar suerte fue uno pequeño y desconocido hoy todavía para el gran público: Baréin. Corría 2004 y todavía Qatar ni se planteaba comprar el PSG o, como haría cuatro años después, construir un circuito para albergar la primera carrera nocturna de MotoGP. Su éxito con la llegada del campeonato trajo el interés del resto de vecinos, y dos décadas después, en 2023 el calendario arrancará en Baréin y se cerrará en Abu Dabi –con el consiguiente extra al canon por abrir y cerrar el campeonato–, y entre medias se situarán los GP de Qatar y Arabia Saudí.

No es casualidad que estas cuatro citas están entre las que más pagan por su presencia: Arabia Saudí abona un pago anual de 55 millones de dólares, la misma cifra que pagará la próxima década Qatar para tener hueco asegurado en el calendario, y poco más de los 45 millones de dólares de Baréin y los 40 millones de dólares de Abu Dabi. En total, los americanos de Liberty Media obtienen 195 millones de dólares por estas cuatro carreras. Son cifras que doblan las de los circuitos históricos europeos, como el de Montmeló.

Foto: France sailgp. Reuters

La exclusividad y la primicia son conceptos habituales en las negociaciones de estos países con los players tradicionales del deporte. Así se entiende que los saudíes apostaran en plena pandemia por dinamitar el casi centenario PGA Tour con un nuevo y multimillonario circuito de golf. Lo llamaron LIV Golf y le inyectaron 266 millones de dólares. De hecho, popularmente se conoce ya como Super Golf League ya que se considera por muchos una Superliga a la que se accede por estatus, con contratos individuales por fichar y con una suculenta bolsa de premios de 2 millones de dólares por evento.

El torneo final de este año inaugural se disputará el 28-30 de octubre en el Trump National Doral Golf Club de Miami y repartirá 50 millones de dólares. El expresidente de Estados Unidos ha aceptado el dinero saudí, no así el PGA, que ha amenazado a los golfistas desertores con no invitarlos nunca más a sus torneos, entre los que se encuentran los Majors y la Ryder Cup. A la vista de la huida de primeras figuras como Dustin Johnson –a Tiger Woods se le ofreció 800 millones de dólares–, la PGA parece estar dispuesta ahora a negociar la convivencia de ambos campeonatos.

Un escenario similar al que podría verse próximamente en el pádel. La disciplina, acelerada profesionalmente por el World Padel Tour (WPT) y el grupo cervecero Damm durante la última década, ahora ha cogido altura internacional. Y en esa expansión, otra familia árabe, la de los cataríes Al-Thani, quiere hacer negocio y liderar el boom. Para ello, Nasser Al Khelaifi –dueño de beIN Sports y del PSG– ha alcanzado un acuerdo con la Federación Internacional de Pádel (FIP) y la mayoría de las mejores raquetas del circuito para crear Premier Padel. Ya se han celebrado los primeros eventos –con la oposición frontal del WPT, con la que mantiene una batalla legal a través de los jugadores–, incluido uno en Madrid y ha incorporado como socios e inversores en España a empresas de la industria como Octagon y el family office catalán Tripelsum. En su caso, promete una bolsa de premios de 525.000 euros por torneo. Por ejemplo, los ganadores de un Major del Premier Padel se llevan 47.500 euros, casi el triple que lo que se llevan los campeones de un Master del WPT.

El fútbol, el deporte rey… de Arabia

Pero si hay un deporte que elegir, los países árabes se quedan con el fútbol. El deporte rey es también su espacio preferido para invertir ingentes cantidades de dinero. Empezó Abu Dabi, comprando el Manchester City (2008), y le siguieron los cataríes con el PSG (2011). Los primeros han creado en una década un imperio valorado en 4.500 millones de dólares en el que al City de la Premier se suman otra decena de clubes –entre ellos, el Girona FC de LaLiga– que sirven para crear el primer gran holding deportivo del mundo: el City Football Group (CFG). Para conseguirlo ha asumido unas pérdidas de 332 millones de libras (380 millones de euros) en el lustro previo a la pandemia (2014-2019).

Por su parte, Qatar se ha dejado más de 330 millones de euros sólo en los dos años de pandemia, por lo que ha tenido que inyectar más capital a la entidad parisina. En concreto, 171 millones de euros que se suman a los 316 millones de euros que metió en el club en 2017-2018 para dar el paso definitivo en sus ansias por levantar la Champions con los fichajes, de una tacada, de Neymar y Mbappé.

Foto: Miembros del equipo de eSports 'Riders' en Madrid (Reuters)

Ahora, el nuevo gran inversor es Arabia Saudí. El Gobierno, a través de un fondo público, compró el Newcastle United para rivalizar con Abu Dabi en la liga más rica del mundo, y ahora trabaja en hacer oposición a España y Portugal con una candidatura para el Mundial de 2030. Como aliados tiene a Grecia y Egipto, que se prevé sean simples acompañantes en un plan en el que el capital lo pondrán los saudíes. Dinero tienen y también un plan: hacer el máximo ruido posible en el fútbol europeo esta década.

Lo demuestra la Supercopa de España –casualmente, rival en la carrera mundialista– y la última oferta de 138 millones de euros que le ha hecho llegar a la Serie A para que la Supercopa de Italia (allí la explotan los clubes) vuelva a su país con el mismo formato de final four que la española y con la misma fecha de vencimiento, 2029. Un año que será seguro especial para el país, ya que se convertirá en el primero del Golfo Pérsico en acoger un gran campeonato de deportes de invierno, los Juegos de Invierno de Asia, que se celebrarán en el resort de Trojena, un espacio que se construirá a orillas del mar Rojo y que formará parte de la ciudad futurista de Neom. ¿El objetivo? Conseguir que el desierto sea sede de unos Juegos Olímpicos de Invierno en 2040. Sin duda alguna, a los jeques les gusta la exclusividad.

Los petrodólares siguen dando gas al deporte. Aunque desde hace un par de años con un nuevo y todavía más rico jugador: los Al Saud, la familia real de Arabia Saudí. Este clan, compuesto por 15.000 miembros, acumula una fortuna de 1,6 trillones de dólares –según la revista Forbes– de la que quiere poner una parte en la industria deportiva. Muchos lo celebran, como Fórmula 1 o MotoGP, que captan nuevas sedes, pero algunas estructuras tradicionales del deporte, como el PGA Tour o World Padel Tour (WPT), ven amenazada su posición frente a ofertas que ninguna lógica económica respalda.

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