La subcontrata de Renfe salió bien. Muy bien. Tanto fue así que se extendió durante 16 años. Pero no fue el único acuerdo de aquellos años: en 1958, la entidad encargó a Ferrovial la construcción de los tramos de los enlaces ferroviarios de Madrid en el trayecto Las Rozas-Chamartín. El reto era mayúsculo, ya que había que construir 29 kilómetros de enlaces en apenas un verano, así que recibió un curioso apodo: '30 kilómetros en 30 días'. Se trataba de una misión difícil, pero no imposible.
Para llevarla a cabo, la compañía importó maquinaria que, en ese momento, era totalmente desconocida en España. Con ella se desarrolló un sistema de montaje de bloques de 12 metros de raíles. Cada día, Rafael del Pino y su equipo construían 18 bloques en su planta de montaje y los cargaban hasta las vías. Al final del verano, el proyecto estaba terminado y Ferrovial se había perfilado como una empresa con buena reputación de cara a conseguir nuevos contratos.
De hecho, Ferrovial no volverá a ser una empresa exclusivamente ferroviaria: a finales de esa década, amplió su ámbito de actuación y ejecutó también obras hidráulicas, carreteras y edificaciones´.