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La banca estalla contra la picaresca para forzar quitas en la restructuración de deudas
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QUITAS POR ARRASTRE SIN CONSENSO

La banca estalla contra la picaresca para forzar quitas en la restructuración de deudas

Las entidades se están encontrando con operaciones de arrastre que fuerzan quitas en empresas que tenían contabilizadas como crédito sano

Foto: La banca estalla contra los lazarillos de las reestructuraciones. (iStock)
La banca estalla contra los lazarillos de las reestructuraciones. (iStock)
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Los bancos están en pie de guerra con reestructuraciones que están provocando pérdidas en crédito que tenían contabilizado como sano. Operaciones en las que una parte del pasivo arrastra al resto. En algunos casos, con una minoría de la deuda.

El caso de Single Home ha sido el más paradigmático entre las reestructuraciones más sonadas desde que se aprobó el nuevo marco concursal en septiembre de 2022. Un plan diseñado por la empresa se aprobó con el voto a favor de la clase acreedora vinculada con la promotora inmobiliaria de lujo, que tenía menos del 10% del pasivo.

"Parece que forma parte de la picaresca española, usar la ley con cierta flexibilidad y forzar interpretaciones", señalaron recientemente varios expertos en un foro organizado por Asset y por EY. En este encuentro, el director de asesoría jurídica de reestructuraciones en Banco Santander, Luis Sánchez Velo, que se está erigiendo en la principal voz de la banca para este tipo de eventos, advirtió del riesgo de que se popularicen "estos casos de Lazarillo de Tormes en las reestructuraciones", ya que podría provocar desconfianza en la banca y que se tienda a más restricciones y costes al financiar a empresas apalancadas.

En su opinión, las reestructuraciones deberían ser consensuadas. "El fundamento del actual modelo de los planes de reestructuración continúa residiendo en el principio de la mayoría de los acreedores", aseguró el ejecutivo del Santander, que cree que debe hacerse un "uso responsable" de la herramienta.

Foto: Finca Cortesin, propiedad de Single Home. (Singlehome.com)

La reestructuración de Single Home arrastró a un fondo estadounidense, a Sareb y a Banco Santander. Los dos primeros impugnaron, y al final hubo acuerdo. Santander soportó pérdidas. Y no ha sido el único caso. Hay más reestructuraciones que se están aprobando con características similares, provocando pérdidas en los bancos. En Naviera Armas, por ejemplo, la empresa y los fondos arrastraron a la banca, que tenía una minoría en el pasivo, pero en una cuantía nada desdeñable de 65 millones, con una quita de 56 millones. Eso sí, con aval del ICO, que aminorará las pérdidas para Santander, CaixaBank y Sabadell.

Pero también se están aprobando otras operaciones que se parecen más a la de Single Home. Reestructuraciones en las que hay una clase del pasivo que arrastra al resto, que es el grueso de la deuda, porque así lo permite la normativa, que tiene el objetivo de asegurar la viabilidad de empresas solventes que han sufrido un aumento de la deuda.

En concreto, la Ley Concursal busca evitar bloqueos desde los accionistas o los acreedores, y permite que un plan se apruebe por la mayoría del pasivo, o por una clase de acreedores. Es decir, una clase, aunque cuente con el 1% de la deuda, puede arrastrar al resto si está dentro del dinero (in the money, cobraría en caso de liquidación), como se dice en la jerga, y el plan cumple ciertos requisitos, como respetar la jerarquía entre los acreedores, que no haya esfuerzos desproporcionados entre las clases, y que la empresa sea viable posteriormente.

Foto: Ferry de Naviera Armas. (EFE/Quique Curbelo)

Tras el covid y el ciclo de inflación de los dos últimos años, no todas las empresas han podido trasladar el aumento de costes al precio, reduciendo márgenes. Así, hay empresas viables, pero con un nivel elevado de deuda, especialmente tras el crédito barato que se desplegó en el covid, que se han encontrado con que ahora están ahogadas por los gastos financieros frente a unos márgenes que se han estrechado temporalmente.

En el último mes, se ha solicitado la homologación de dos reestructuraciones de empresas que sufren esta casuística, y que darán que hablar entre los asesores jurídicos y financieros. Una de ellas es industrial, y otra del sector servicios. Las dos tienen en común que sufren el aumento de costes financieros, que las ha dejado en una situación temporal de vulnerabilidad, con amenaza de la banca de no refinanciar.

Tras el covid y la inflación, no todas las empresas han podido trasladar el aumento de costes al precio, reduciendo márgenes

También tienen en común que están llevando al límite la filosofía de la normativa, al menos en opinión de la banca. Una clase de acreedores minoritaria aprueba el plan, presentado por la empresa, y arrastra al resto. En una de ellas, según fuentes conocedoras, un acreedor que tiene una deuda del 0,2%, por ser el propietario de la nave de la pyme industrial, arrastra a un pasivo del 99,8%, en manos de la banca, con una quita del 65%.

El reestructurador de ambas operaciones es Carlos Perelló, un ex ejecutivo de banca dedicado ahora al mundo de las reestructuraciones y de los concursos de acreedores. “Los bancos deben cambiar su manera de negociar con las pymes. Algunas tienen 10 o 20 bancos en el pasivo, y con posturas inflexibles. Eso hace imposible consensuar un plan que asegure la viabilidad de la empresa en un espacio corto de tiempo”, señala Perelló.

Foto: María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (Europa Press/Rincón)

El ex bancario señala que la clave de estos planes no consensuales es que sean empresas viables tras la reestructuración, que no haya sacrificios desproporcionados, dado que aún después de las quitas el nivel de endeudamiento de las empresas es mayor que la media del sector, y que las compañías deben asegurarse generar caja para autofinanciarse el circulante o tener un plan alternativo.

Desde PradaGayoso, que fue el asesor de Single Home, defienden que lo ideal es tender hacia el consenso. Sin embargo, avisa el socio y fundador Francisco Prada. "A veces da la impresión de que los bancos no han asumido plenamente el espíritu de la nueva ley. Sería deseable que se comprometieran más en la búsqueda de soluciones realistas. En ocasiones, deberán ceder en sus posiciones haciendo sacrificios, entendiendo que lo más importante es encontrar una fórmula que garantice la viabilidad de las empresas deudoras".

Los bancos, según fuentes del mercado, están reaccionando mal en algunos casos, amenazando con cortar líneas de financiación del circulante, como factoring y confirming, y tratando de amedrentar a asesores que participan en reestructuraciones en las que hay arrastre.

No todos los asesores, aunque suelan trabajar con las empresas, comparten este tipo de caminos para reestructurar

No todos los asesores, aunque suelan trabajar con las empresas, comparten este tipo de caminos para reestructurar. De hecho, se acercan más a las posturas de la banca. "Las reestructuraciones de arrastre tienen sentido si el acreedor disidente es residual tomando las cifras totales de deuda", arguye José Carlos Cuevas, socio de EY y presidente de la comisión de insolvencia y morosidad de la plataforma empresarial Asset.

La ley permite, con los artículos 639.1 y 639.2, manejar las clases para conseguir arrastrar e imponer condiciones a acreedores mayoritarios, recuerda el socio de EY, pero en su opinión, "es un uso sesgado de la norma que para nada obedece al espíritu de la ley. Los planes tienen que ser, por lógica, consensuales, y si no, apoyados por la mayoría de la deuda. Ir hacia otra solución es poco ético y hará que la empresa, con el tiempo, acabe en concurso", advierte.

Otra cuestión clave es el tiempo, ya que en algunos procesos en los que hay un acreedor o un grupo reducido de acreedores muy dominantes, la negociación con el resto puede alargar el proceso, explica Manuel Mingot, socio de Squire Patton Boggs: "La dilatación innecesaria del proceso de reestructuración puede deteriorar la tesorería y la caja de la empresa en reestructuración y por ello es necesario actuar rápido. Las entidades y los asesores intervinientes en cada operación saben perfectamente aquellas entidades que pueden entrar en la reestructuración, y las que, por mucha negociación que haya, van a seguir votando en contra del proceso de reestructuración".

Los bancos están en pie de guerra con reestructuraciones que están provocando pérdidas en crédito que tenían contabilizado como sano. Operaciones en las que una parte del pasivo arrastra al resto. En algunos casos, con una minoría de la deuda.

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