Del Athletic a Iberdrola: los hijos de los políticos en la nómina de Sánchez Galán

El pasado 11 de abril, todo Bilbao y gran parte de Vizcaya estaba en la calle, celebrando la victoria del Athletic Club en la final de la Copa ante el Real Club Deportivo Mallorca. El equipo rojiblanco, siguiendo la tradición, ofreció el trofeo a su numerosa afición sacando la famosa gabarra, que recorrió toda la ría del Nervión, desde Getxo al Ayuntamiento de la capital vasca. Se calculó que un millón de personas acudieron a la cita con la barcaza, que llevaba cuarenta años guardada, tras muchas decepciones en finales contra el FC Barcelona, el Atlético de Madrid y hasta la Real Sociedad.

La ría estaba engalanada. Prácticamente, no hubo una ventana, un balcón, ya fuera de una casa particular o de una empresa, que no tuviera colgada una bandera, un símbolo del Athletic, para festejar que al fin se había conseguido un título de prestigio tras cuatro décadas de sequía. Incluida las grúas de la zona portuaria de Portugalete. Pero llamó la atención que, por el contrario, en la sede de Iberdrola, la torre de oficinas más grande de todo Bilbao, con sus 165 metros de altura, no tuviera ni una sola bandera rojiblanca en sus 41 plantas.

Cuando la gabarra, con la Copa en su proa, pasó por delante de Iberdrola, a Andoni Ortuzar, que iba en un barco de recreo celebrando también el acontecimiento deportivo, le preguntaron qué le parecía que la primera eléctrica española y el mayor contribuidor a la hacienda foral, no tuviera ni el más mínimo detalle con el club de la ciudad. El presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV) respondió echando balones fuera, diciendo que a Ignacio Sánchez Galán, el presidente de la multinacional energética, nacido en la provincia de Salamanca, hay que dejarle tranquilo, que "funciona bien" y que es un vasco más.

Pocas semanas después, su hija, Garazi Ortuzar, fichó por Iberdrola, para su departamento de comunicación. La eléctrica, que retiró al Athletic todos los patrocinios —incluidos los palcos—, cuando Repsol le ganó el contrato para ser el proveedor eléctrico de San Mamés y del club de Lezama, la ha incorporado como técnica de campañas. Garazi, licenciada en periodismo, había trabajado durante dos años y medio antes en Llorente y Cuenca (LLYC), una firma de consultoría en Madrid. Pero su relevancia mediática se la proporcionaron sus perfiles en redes sociales, donde trataba de convertirse en una influencer.

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La comunicadora, de 26 años, en el estreno el pasado mes de diciembre de su canal de Youtube, se había quejado de que lo había tenido más difícil que cualquier joven por ser precisamente "la hija de". Lo hizo en una conversación informal con su padre, que acabó el video diciendo que, desde ese momento, él era padre de Garazi y no Garazi la hija de Andoni.

La noticia, adelantada por El Confidencial, provocó mucho ruido en el PNV, donde no daban crédito a que la hija de Andoni hubiera acabado, precisamente, en Iberdrola. La información era desconocida en buena parte de la cocina del partido, que en breve investirá a Imanol Pradales como lehendakari. Pero nadie se ha atrevido a afearle la conducta al presidente del Euskadi Buru Batzar, el comité ejecutivo de la formación soberanista. En parte porque la eléctrica siempre ha sido generosa con los políticos, con independencia de su signo ideológico, y con los hijos de los políticos.

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La eléctrica incorporó en su día a los vástagos de Manuel Marín, expresidente del Congreso de los Diputados en nombre del PSOE; de Fernández Vara (expresidente de Extremadura, también socialista), al de Javier Solana, referente durante varias legislaturas de Felipe González, o a la de José Bono. Todos ellos dedicados a labores relacionadas con la fundación o las redes sociales. Desde la óptica de Ortuzar, ¿por qué Garazi, que tiene unos 50.500 seguidores en Instagram y su propio canal de Youtube, amén de TikTok, no puede trabajar en Iberdrola? Si además, allí, también están en plantilla uno de los descendientes del propio Galán y su yerno, junto con numerosos exministros/as del Partido Popular, como Ángel Acebes, Fátima Báñez o Isabel García Tejerina.

Ni que decir tiene que Iberdrola, como cualquier compañía eléctrica, tiene una dependencia relevante de la política, donde se redactan leyes que afectan directamente a su cuenta de resultados. Galán arremetió en su día contra el PP y ahora contra el PSOE porque la regulación castiga la cuenta de resultados. Todo ello en conexión directa con el PNV, a quien visita con frecuencia, para mantener el sentimiento de pertenencia al País Vasco. Un ejercicio de diplomacia local pese a que Iberdrola, con su enorme tamaño, podría tener la sede en cualquier plaza más financiera que deseara. Basta ver el ejemplo de Ferrovial.