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Los contactos entre dirigentes del PSE y de la ilegalizada Batasuna, calificados de “oficiosos” por Arnaldo Otegi en su día, vuelven a celebrarse con fluidez. De hecho, tras las bombas de Madrid y Zaragoza, y el ingreso en prisión por unos días del líder
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Los contactos entre dirigentes del PSE y de la ilegalizada Batasuna, calificados de “oficiosos” por Arnaldo Otegi en su día, vuelven a celebrarse con fluidez. De hecho, tras las bombas de Madrid y Zaragoza, y el ingreso en prisión por unos días del líder

Ni el fragor de las bombas de ETA ni el ruido judicial de los sumarios contra dirigentes de Batasuna han conseguido romper los contactos entre destacados

Foto: Los contactos entre dirigentes del PSE y de la ilegalizada Batasuna, calificados de “oficiosos” por Arnaldo Otegi en su día, vuelven a celebrarse con fluidez. De hecho, tras las bombas de Madrid y Zaragoza, y el ingreso en prisión por unos días del líder
Los contactos entre dirigentes del PSE y de la ilegalizada Batasuna, calificados de “oficiosos” por Arnaldo Otegi en su día, vuelven a celebrarse con fluidez. De hecho, tras las bombas de Madrid y Zaragoza, y el ingreso en prisión por unos días del líder

Ni el fragor de las bombas de ETA ni el ruido judicial de los sumarios contra dirigentes de Batasuna han conseguido romper los contactos entre destacados miembros del Partido Socialista de Euskadi (PSE) y de la ilegalizada coalición. En los últimos quince días, delegaciones de ambos partidos han vuelto a reunirse en al menos una ocasión para volver a dar “fluidez” a unas negociaciones “nunca rotas, pero que habían quedado en punto muerto tras las elecciones del 17 de abril”, según han asegurado a El Confidencial fuentes políticas vascas conocedoras del proceso.

Dicho encuentro tuvo lugar en una localidad de Guipúzcoa que dichas fuentes no quisieron concretar. Los protagonistas del mismo fueron, de nuevo, las cinco personas que han llevado hasta ahora el peso de las negociaciones: Jesús Egiguren, presidente del PSE, y Francisco Egea, dirigente socialista desconocido para el gran público, por una parte; y Arnaldo Otegi, el secretario general del sindicato LAB, Rafael Díez Usabiaga, y el ex parlamentario navarro Pernando Barrena, por otra.

Dicho encuentro, que se produjo al poco del atentado contra el aeropuerto de Zaragoza y tres semanas después de que ETA colocase un coche bomba en Madrid y de que el propio Otegi pasase unas noches en prisión por orden de la Audiencia Nacional, demuestra, en opinión de fuentes políticas vascas consultadas, que “ambas partes han decidido blindar los contactos frente a las interferencias que puedan provocar los atentados de la banda, las declaraciones políticas o las detenciones de etarras”.

No obstante, reconocen que “cuando se producen estas situaciones, entran en contacto telefónico para lanzarse reproches mutuos acusándose de poner en peligro el incipiente proceso. Aún está por ver si el diálogo resistiría a que ETA pusiera un muerto sobre la mesa”, añade este político vasco tras recordar el último atentado de la organización terrorista en la capital de España junto al Estadio de La Peineta.

El caserío de Elgoibar

Los encuentros ahora retomados se habían interrumpido por segunda vez poco antes de las elecciones autonómicas del pasado 17 de abril, cuando las delegaciones de ambos partidos tuvieron una reunión en el caserío Txillarre, un discreto establecimiento dedicado a la agricultura ecológica situado a tres kilómetros del casco urbano de la localidad guipuzcoana de Elgoibar, lugar de nacimiento, precisamente, de Egea y Otegi.

Aquel emplazamiento, de hecho, había servido para retomar los contactos que habían estado celebrando desde el año anterior hasta mediados de enero, cuando el adelanto de las elecciones autonómicas dejó en suspenso el diálogo. Hasta ese momento, las conversaciones se habían centrado principalmente en el interés de Batasuna por concurrir a los comicios y por conocer qué actitud adoptaría el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero si lo hacían con una lista blanca, como ya adelantó El Confidencial (ver edición del pasado 9 de febrero).

Miembros de ambas delegaciones no volvieron a reunirse hasta el encuentro en el caserío de las afueras de Elgoibar. Dicho encuentro, que semanas más tarde reveló el semanario Tiempo, sirvió para que el PSE trasladase a sus interlocutores una oferta concreta que incluía el establecimiento de una línea de comunicación entre la propia ETA y el Ejecutivo de Madrid. Algunas fuentes aseguran, por el contrario, que fue la izquierda abertzale la que hizo llegar a los socialistas en aquel encuentro una propuesta de la banda armada para que la transmitieran a Moncloa.

Ni el fragor de las bombas de ETA ni el ruido judicial de los sumarios contra dirigentes de Batasuna han conseguido romper los contactos entre destacados miembros del Partido Socialista de Euskadi (PSE) y de la ilegalizada coalición. En los últimos quince días, delegaciones de ambos partidos han vuelto a reunirse en al menos una ocasión para volver a dar “fluidez” a unas negociaciones “nunca rotas, pero que habían quedado en punto muerto tras las elecciones del 17 de abril”, según han asegurado a El Confidencial fuentes políticas vascas conocedoras del proceso.