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Zapatero encabeza el sector minoritario del PSOE en la polémica del 'Estatut'
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Zapatero encabeza el sector minoritario del PSOE en la polémica del 'Estatut'

Nadie o casi nadie del PSOE comparte la estrategia de Zapatero en la polémica del Estatut. Se ha convertido en la cabeza visible de un nuevo

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Zapatero encabeza el sector minoritario del PSOE en la polémica del 'Estatut'

Nadie o casi nadie del PSOE comparte la estrategia de Zapatero en la polémica del Estatut. Se ha convertido en la cabeza visible de un nuevo sector minoritario dentro de este partido. En declaraciones públicas o privadas, distintos dirigentes del PSOE se han seguido sumando a la general reprobación del proyecto estatuario, tal y como fue aprobado el pasado día 30 de septiembre en el Parlament.

El último ha sido Francisco Vázquez, pero antes que él lo han hecho otros muchos: miembros del Gobierno como Pedro Solbes y Jordi Sevilla, presidentes autonómicos como Chaves (presidente del PSOE), Barreda, Ibarra y Álvarez Areces, amén de dirigentes históricos como Felipe González y Alfonso Guerra, ex presidente y vicepresidente del Gobierno, respectivamente. Todos ellos se han referido en términos similares al texto de Estatut que la semana pasada entró en el Congreso para su tramitación parlamentaria.

La avalancha de posicionamientos contrarios al proyecto y favorables a un entendimiento con el PP para encajarlo en la Constitución ha sido tal que, la semana pasada, el comentario más habitual en los ambientes socialistas era que Zapatero y Maragall se habían quedado solos.

Ese fue el caldo de cultivo que aprovechó el líder del PP, Mariano Rajoy, para poner en circulación la existencia de un no precisado consorcio que algunos dirigentes socialistas habrían propuesto a la dirección del PP con el fin de hacer descarrilar el proyecto a su paso por el Congreso de los Diputados. Y en la dirección del PSOE se acusó el golpe, a juzgar por su reacción: primero, negarlo, y después, acusar de juego sucio a Mariano Rajoy.

La prueba de que el río suena porque agua lleva la dio el propio Rodríguez Zapatero ayer por la mañana, en una larga intervención en clave interna ante la Comisión Ejecutiva del PSOE. Por una parte, pidió que no se hiciera el juego al PP con este tipo de declaraciones. Por otra, anunció que iba a intentar un acercamiento a este partido, aunque con poca esperanza porque, según él, Rajoy juega a la confrontación y no quiere que el Estatuto encaje finalmente en la Constitución de manera que pueda aprobarse con democrática normalidad en el Congreso.

Malestar de ZP con los dirigentes históricos del partido

De todos modos, Zapatero ha hecho comentarios en privado en los que traslada un cierto malestar contra los llamados dirigentes históricos, que, al fin y al cabo, apadrinaron el Estado de las Autonomías y ahora vienen a recordar que “el PSOE siempre fue centralista”. Por su lado, los colaboradores del presidente responden a estas críticas con sorna: “Sí, el PSOE era centralista hasta que llegaron ellos, Alfonso Guerra y Peces Barba, como ponentes constitucionales, y abrieron la marea descentralizadora que ahora quieren parar”.

Entre la docena de intervenciones que se produjeron ayer en la Ejecutiva, todas en torno al Estatut y la presión migratoria en Ceuta y Melilla, no hubo intervenciones críticas, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que se trata de un órgano de dirección designado por el secretario general, no deliberante, como lo es el Comité Federal.

Un portavoz de la dirección socialista reconoce a este diario que existe preocupación en el PSOE por el rumbo que puede tomar el debate sobre el Estatut pero que, en principio, no ha cambiado la estrategia. Zapatero pidió en la Ejecutiva que no se hable de “recortes” sino de “hacer constitucional” lo que ahora no lo es.

Nadie o casi nadie del PSOE comparte la estrategia de Zapatero en la polémica del Estatut. Se ha convertido en la cabeza visible de un nuevo sector minoritario dentro de este partido. En declaraciones públicas o privadas, distintos dirigentes del PSOE se han seguido sumando a la general reprobación del proyecto estatuario, tal y como fue aprobado el pasado día 30 de septiembre en el Parlament.