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Maragall no convence a sus consejeros, que le vaticinan “una jubilación anticipada”
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Maragall no convence a sus consejeros, que le vaticinan “una jubilación anticipada”

Durante más de tres horas se limitó a repetir las mismas excusas: “Es preciso un impulso a la acción de Gobierno y eso sólo podemos plasmarlo

Foto: Maragall no convence a sus consejeros, que le vaticinan “una jubilación anticipada”
Maragall no convence a sus consejeros, que le vaticinan “una jubilación anticipada”

Durante más de tres horas se limitó a repetir las mismas excusas: “Es preciso un impulso a la acción de Gobierno y eso sólo podemos plasmarlo con un cambio significativo en las Consejerías”, dijo el lunes por la noche Maragall a sus consejeros en el transcurso de una cena en el Palacio de Pedralbes. El objetivo de la misma era calmarlos, pues habían amenazado con presentar su dimisión en bloque.

El president se dirigió personalmente a los principales miembros del Gobierno, cuya lista había filtrado pocas horas antes. “Mirad una cosa, Agricultura es un departamento que no tiene futuro; además, se van a reducir los fondos estructurales europeos, con lo que quedará con muy poco dinero y sin influencia. Lo mejor es que los propios payeses gestionen esa consejería. Cultura también es un departamento muy anglosajón, sin ninguna influencia real. Y en Trabajo estamos manteniendo una imagen muy ligada a los sindicatos, les estamos dando demasiada cancha y eso no está bien. A los socialistas no nos interesa que nos asocien a esta imagen”.

Por ello remachó que le parecía más interesante dejar este departamento de Trabajo “a otros” y acoger bajo la influencia socialista el de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información, donde sería titular su hermano Ernest Maragall.

Los consejeros presentes apenas daban crédito a sus oídos cuando oyeron desgranar a Maragall sus razones. De hecho, alguno le hizo ver la labor de gobierno y reestructuración que estaba haciendo desde su departamento: “Además, te enviamos un rapport periódico que, por lo que dices, no has mirado nunca. Antes de hacer cualquier cosa, deberías informarte bien”, le respondió con evidente incomodo uno de sus consejeros.

Las más de tres horas de responsos de Maragall no convencieron a nadie y ayer martes, antes del inicio del debate parlamentario sobre política general, el presidente reunió al Gobierno y volvió a repetir a todos los miembros del gabinete el mismo mensaje y argumentos que los socialistas habían escuchado unas horas antes. Uno de los presentes calificó la reunión del Gobierno con una sola y contundente palabra: “Kafkiana. Nadie podía entender que se presentase normal, como si no hubiese pasado nada y hubiese expuesto la necesidad de un cambio de Gobierno como si fuese uno de los temas normales de conversación y ya estuviese muy trillado”.

La jubilación “anticipada”

Desde las distintas formaciones, los mensajes han sido muy claros: no se deben remodelar áreas. En la cúpula del PSC, además, ha sentado muy mal el órdago de Maragall de cesar a Josep Maria Rañé, el consejero de Trabajo e Industria. “A Rañé, ni tocarlo”, se le dijo por activa y por pasiva tanto a Pascual como a Ernest Maragall. Y no sólo porque este consejero sea uno de los hombres de confianza de Montilla, sino porque la labor realizada en esta macroárea ha sido excelente y se ha ganado la confianza de todas las asociaciones empresariales y de los sindicatos.

Las espadas están ahora en todo lo alto, pero, aunque es posible que la próxima semana haya una mini-remodelación del Gobierno, Maragall “ha firmado ya su jubilación anticipada”, dicen sus consejeros. Y eso porque se ha cargado de un plumazo la estrategia que el PSC, su partido, había diseñado hace un par de años, cuando accedió a que el actual presidente autonómico concurriese como candidato socialista en las elecciones de 2003 y en las de 2007, para retirarse a partir de esa fecha y dejar paso a una nueva generación dirigida por José Montilla. Los epítetos más misericordiosos que se escuchan ahora desde las filas socialistas hacia Maragall son los de “traidor” y “desleal”.

Durante más de tres horas se limitó a repetir las mismas excusas: “Es preciso un impulso a la acción de Gobierno y eso sólo podemos plasmarlo con un cambio significativo en las Consejerías”, dijo el lunes por la noche Maragall a sus consejeros en el transcurso de una cena en el Palacio de Pedralbes. El objetivo de la misma era calmarlos, pues habían amenazado con presentar su dimisión en bloque.