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El CNI tenía razón. Zapatero y Eguiguren, también
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El CNI tenía razón. Zapatero y Eguiguren, también

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tenía razón. Hace escasos días, El Confidencial adelantaba en exclusiva los datos objetivos en los que se sustentaba el presidente

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tenía razón. Hace escasos días, El Confidencial adelantaba en exclusiva los datos objetivos en los que se sustentaba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para mantener una postura tan optimista sobre el cercano fin de ETA: dos informes elaborados a finales del año pasado por los servicios secretos españoles en los que se aseguraba que la organización terrorista había tomado ya la decisión de abandonar las armas y que, además, ésta no tenía marcha atrás. La banda armada ha tardado en darles la razón -muy a pesar de Moncloa y del propio Zapatero, que lo esperaban desde las pasadas Navidades-, pero finalmente se la ha dado.

También aseguraban dichos informes que el retraso en el anuncio venía motivado, principalmente, por la decisión de ETA de no dejar a nadie atrás, de no sufrir una escisión por ir demasiado deprisa. El tiempo nos dirá si finalmente el que se ha postulado como principal defensor del abandono de la arma desde dentro de la organización armada, José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, ha conseguido esto último y finalmente ninguno de los jóvenes cachorros procedente de la violencia callejera que ha acumulado galones a un ritmo vertiginoso dentro de la banda por la caída de sus superiores se sale del guión marcado por él y los dirigentes de Batasuna.

El CNI acompañó en los últimos meses estos dos informes con otros más puntuales, siempre redactados tras los comunicados que la propia ETA hacía público para reivindicar atentados. En estos casos, los servicios secretos españoles -o, mejor dicho, la pequeña parte de ellos a los que Alberto Saiz, su director, puso a trabajar en el tema para evitar filtraciones de información y, sobre todo, que los contrarios al proceso de paz de dentro de la Casa lo torpedearan- mantenían que la decisión de dejar las armas estaba tomada y no tenía marcha atrás, pese al lenguaje bélico de alguno de ellos. En sus análisis, los cenizos -nombre coloquial con el que se conoce a los espías- aseguraban que estos textos los elaboraban etarras de segundo orden, que estaban destinados al consumo interno de la banda y sus organizaciones afines y que, por tanto, no había que hacerles excesivo caso. También en esto tenían razón. De hecho, el comunicado de hoy está redactado en un lenguaje tan político que no tiene nada que ver con los anteriores. “Éste sí es el de los dirigentes de ETA”, reconocía a El Confidencial uno de los responsables políticos que ha estado al tanto de lo que se estaba fraguando.

Sin embargo, no es éste el único elemento destacable del breve comunicado del “alto el fuego permanente”. Lo es también que no haya exigencias, que no se hable de territorialidad y que ni siquiera se mencione a los presos. Tampoco se debe pasar por alto que, por ejemplo, utilice precisamente la expresión “alto el fuego” –la misma que empleó en su día el IRA, el espejo en el que siempre se ha mirado la izquierda abertzale- y el adjetivo “permanente”, nunca utilizado hasta ahora para sus treguas anteriores.

El CNI tiene razón, sí, pero también la tenía el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, quien contra viento y marea defendió ante no pocos dirigentes socialistas acomodados en la calle Ferraz que era necesario abrir una vía de comunicación con Batasuna y su mundo. Su apuesta ha dado, por el momento, resultado. Veremos si en el futuro la otra que baraja, la de poder llegar en un tiempo prudencial a acuerdos de gobierno en Euskadi con Batasuna para bajar del poder al PNV, es también posible.

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tenía razón. Hace escasos días, El Confidencial adelantaba en exclusiva los datos objetivos en los que se sustentaba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para mantener una postura tan optimista sobre el cercano fin de ETA: dos informes elaborados a finales del año pasado por los servicios secretos españoles en los que se aseguraba que la organización terrorista había tomado ya la decisión de abandonar las armas y que, además, ésta no tenía marcha atrás. La banda armada ha tardado en darles la razón -muy a pesar de Moncloa y del propio Zapatero, que lo esperaban desde las pasadas Navidades-, pero finalmente se la ha dado.