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Empresarios vascos deciden callar y pagar el ‘impuesto revolucionario’ para no perjudicar la negociación del Gobierno con ETA
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Empresarios vascos deciden callar y pagar el ‘impuesto revolucionario’ para no perjudicar la negociación del Gobierno con ETA

El goteo de cartas de ETA exigiendo el pago del llamado impuesto revolucionario continúa a pesar de que el “alto el fuego permanente” está a punto

Foto: Empresarios vascos deciden callar y pagar el ‘impuesto revolucionario’ para no perjudicar la negociación del Gobierno con ETA
Empresarios vascos deciden callar y pagar el ‘impuesto revolucionario’ para no perjudicar la negociación del Gobierno con ETA

El goteo de cartas de ETA exigiendo el pago del llamado impuesto revolucionario continúa a pesar de que el “alto el fuego permanente” está a punto de cumplir su tercer mes. El pasado miércoles, el presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN), José Manuel Ayesa, aseguraba tener constancia de que tres de estas misivas habían llegado en los últimos días a industriales del País Vasco. Fuentes policiales aseguraban tener constancia sólo de dos.

Sin embargo, estos casos ahora conocidos -y que se suman a los diez que se habían detectado en los meses anteriores- pueden ser sólo la punta del iceberg, ya que, según han asegurado a El Confidencial fuentes políticas vascas, empresarios de Euskadi han reconocido en privado en las últimas semanas que ellos también están sufriendo la nueva extorsión etarra, pero que prefieren “callar y pagar” para no perjudicar un proceso de paz que consideran les resultará más beneficioso a medio y largo plazo.

Siempre según estas fuentes, dichos empresarios aseguran que las cartas que han recibido responden a un lenguaje menos amenazante, que nada tiene que ver con la terminología utilizada en las misivas anteriores a la tregua de ETA. “Son peticiones de ayuda, pero viniendo de quien vienen, es evidente que causan inquietud en quien las recibe”, añade esta fuente.

Este tipo de textos amables fue detectado por la Policía por primera vez a finales de 2003. En ellas (como ya adelantó El Confidencial en su edición del pasado 20 de abril), la banda pedía a sus destinatarios -normalmente pequeños empresarios, profesionales liberales y comerciantes con una supuesta afinidad ideológica con la izquierda abertzale- cantidades significativamente más pequeñas que las que se exigía a los empresarios sometidos al chantaje del impuesto revolucionario. Así, mientras que el dinero reclamado a estos últimos oscilaba entre los 36.000 y los 600.000 euros, las aportaciones voluntarias nunca superaban los 24.000, que, además, se podían abonar en plazos de 3.000 euros anuales.

“Saludos cordiales”

Desde el “alto el fuego permanente”, todas las cartas detectadas -aproximadamente una docena- mantienen ese tono amable en su redacción, sin amenazas explícitas. Iniciadas con un agur terdi (saludos cordiales), en ellas los terroristas aseguran al destinatario que “el proceso de construcción de Euskal Herria está generando nuevas necesidades económicas” y que éstas “se pueden aliviar con tu contribución económica a la lucha”. Los autores de las misivas añaden que “conocemos tu poderío económico” antes de fijarle una cantidad para entregar y sugerirle que “el pago se deberá hacer en metálico en billetes de 20, 50 y 100 euros”.

Uno de los aspectos más llamativos, según las fuentes policiales consultadas, es que en las diez primeras cartas detectadas tras la tregua, la cantidad que se pedía se situaba entre los 12.000 y los 24.000 euros, mientras que en estas dos últimas la cifra ha ascendido significativamente: ahora reclama hasta 52.000 euros. Interior también le preocupa que los actuales textos están fechados en mayo, según la clave alfanumérica que utiliza la banda y que fue descifrada por la Policía hace tiempo.

Las diez primeras, sin embargo, eran de marzo y los servicios de la lucha antiterrorista siempre consideraron que habían sido enviadas antes del anuncio del alto el fuego y que, si se recibieron después, fue fruto del complejo sistema de elaboración y transmisión utilizado por ETA, y que hace que entre el redactor y quien finalmente las echa al correo, haya varios intermediarios, lo que demora su recepción.

El goteo de cartas de ETA exigiendo el pago del llamado impuesto revolucionario continúa a pesar de que el “alto el fuego permanente” está a punto de cumplir su tercer mes. El pasado miércoles, el presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN), José Manuel Ayesa, aseguraba tener constancia de que tres de estas misivas habían llegado en los últimos días a industriales del País Vasco. Fuentes policiales aseguraban tener constancia sólo de dos.