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Maragall y Montilla pactan la "pax romana" en el PSC ante el riesgo de un descalabro electoral
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Maragall y Montilla pactan la "pax romana" en el PSC ante el riesgo de un descalabro electoral

Los socialistas catalanes han tenido una de sus semanas más movidas para tratar de cerrar la crisis abierta entre el PSC y el presidente de la

Foto: Maragall y Montilla pactan la "pax romana" en el PSC ante el riesgo de un descalabro electoral
Maragall y Montilla pactan la "pax romana" en el PSC ante el riesgo de un descalabro electoral

Los socialistas catalanes han tenido una de sus semanas más movidas para tratar de cerrar la crisis abierta entre el PSC y el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. A mediados de agosto, ya era vox populi en el partido que la esposa de Maragall, Diana Garrigosa, se daba de baja para escenificar su enfado y protestar por lo que consideraba un trato injusto del PSC para con su marido. El conflicto se hizo más patente días después, tras un artículo de opinión del propio President en el Periódico y de su hermano Ernest Maragall en El País el domingo día 3 de septiembre.

En la base de este conflicto se sitúa una relación de amor-odio entre ambos sectores. Maragall cree que el partido no le apoyó lo suficiente como President para aunar la ideología socialista y nacionalista y convertirse en el partido de referencia catalán en sustitución de CiU. Por contra, en el partido creen que su estrategia desencantó a una gran parte de la masa electoral del PSC, ya que hizo tanto hincapié en las cuestiones identitarias de Cataluña (primando las cuestiones catalanistas) que se “olvidó” de las cuestiones “sociales” que representan el marchamo del socialismo. Son dos estrategias diferentes para un mismo partido y difíciles de casar en un momento en que la oposición nacionalista se ha crecido y amenaza con aglutinar el voto catalanista moderado.

Pero lo que podría haber sido una crisis de imprevisibles consecuencias se redujo, al final, a las escaramuzas citadas y poco más. En el PSC son conscientes de que una imagen de división entre sus líderes, con las elecciones a la vuelta de la esquina, podría traer graves consecuencias para sus resultados, máxime si se tiene en cuenta que algunas encuestas señalan al líder de CiU, Artur Mas, como el favorito. La posibilidad de que esta imagen llevase a un desencanto del electorado y, por ello, a un descalabro electoral más o menos acusado, fue la espoleta que encendió las alarmas en el PSC. Por ello, el candidato socialista, Josep Montilla, convocó una “cumbre” con el todavía President el pasado martes día 4 de septiembre. El objetivo: calmar las aguas y pactar una “transición” ordenada y sin sobresaltos del “maragallismo” al “montillismo”.

Un encuentro provechoso

La reunión fue una comida con cierta tensión pero que sirvió para solucionar el conflicto. Montilla y Maragall hablaron, sobre todo, de las elecciones y de las listas electorales. El ‘aparato’ del PSC, que gobierna Montilla, no barrerá del mapa a los “maragallistas”. En realidad, no pensaba hacerlo, ya que el sector más catalanista del partido arrastra unos votos que se antojan necesarios si los socialistas aspiran a obtener la presidencia de la Generalitat de nuevo. Además, Maragall seguirá ejerciendo de Maragall hasta el final de la legislatura con el fin de no entorpecer la campaña de Montilla. Su fuerte personalidad y la tradición de ir por libre y “a su aire” no se verán amenazadas por el PSC, que le permitirá incluso alguna salida de tono hasta el cambio de Gobierno, aunque el propio President se ha comprometido a no crear demasiados sobresaltos con el fin de no dar munición a la oposición.

Los socialistas catalanes han tenido una de sus semanas más movidas para tratar de cerrar la crisis abierta entre el PSC y el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. A mediados de agosto, ya era vox populi en el partido que la esposa de Maragall, Diana Garrigosa, se daba de baja para escenificar su enfado y protestar por lo que consideraba un trato injusto del PSC para con su marido. El conflicto se hizo más patente días después, tras un artículo de opinión del propio President en el Periódico y de su hermano Ernest Maragall en El País el domingo día 3 de septiembre.