Carod ofrece a Otegi ayudarle a negociar con el PSOE: “A pesar del Estatut, aún me llevo bien con Zapatero”

El síndrome de Perpiñán afecta de nuevo a Josep-Lluís Carod-Rovira. El presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) intentó el pasado mes de agosto, por enésima vez, participar en las negociaciones entre el Gobierno y la izquierda abertzale, según ha podido confirmar El Confidencial en fuentes conocedoras del estado actual del proceso de paz. Según estas fuentes, el político catalán se puso en contacto con el líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, y se ofreció para mediar entre él y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en un momento en el que, precisamente, los contactos pasaban por un momento crítico.

El dirigente republicano intentó convencer al portavoz de la ilegalizada formación con el argumento de que “aún me llevo bien” con el presidente “a pesar del Estatut”. Según las fuentes consultadas, Otegi declinó el ofrecimiento y le reiteró que Batasuna ya tenía abierto un canal de comunicación con el Palacio de La Moncloa. Fuentes de ERC han asegurado a este diario desconocer el ofrecimiento de su líder y han reconocido que este tipo de gestiones “personales” de Carod-Rovira no son bien vistas por los otros dirigentes de la formación catalana.

No es la primera vez

Como ya ha publicado este diario en varias ocasiones (ver El Confidencial de los pasados 17 de mayo, 6 de junio y 16 de septiembre de 2005), el líder republicano ha sido el político que con más insistencia ha intentado participar en el proceso de paz. La primera vez fue en la primavera del pasado año, cuando la propia Batasuna utilizó al brazo político del IRA, el Sinn Fein de Gerry Adams, para llamar a la puerta de ERC -aprovechando la amistad que une al político irlandés con Carod-Rovira- y pedir su colaboración en los contactos. Éste comunicó la propuesta a la Ejecutiva de ERC en una reunión de la misma, donde los dirigentes de Esquerra abordaron la conveniencia o no de acceder a dicho encuentro sin llegar a una postura común. No obstante, la mayoría se resistió al mismo “por el mal recuerdo de la cita de Perpiñán”, en referencia a los encuentros de Carod con dirigentes de ETA en esta localidad francesa.

La negativa no desanimó a los dirigentes abertzales, que volvieron a insistir poco antes del verano. De nuevo Carod se mostró partidario de concertar una cita, pero su partido siguió mostrando sus reticencias y aparcó el tema, metidos como estaban entonces los republicanos en plena negociación del Estatut. Los tímidos contactos del líder de Esquerra llegaron entonces a conocimiento del Gobierno, que se vio obligado a mandar al político catalán el mensaje de que dejase de inmiscuirse en el incipiente proceso de paz, ya que su intervención “no era necesaria” y que, por el contrario, podía ser incluso perjudicial. Para ello, un ministro de Zapatero aprovechó un encuentro con un persona próxima a Carod para trasmitirle que Moncloa “estaba al tanto” de sus gestiones en el entorno de la banda y que, aunque suponían buena fe por su parte, le exigían que las aparcase.

Otros espontáneos