Es noticia
Alfonso Guerra logra el pacto entre PSOE y PP en el Estatuto andaluz
  1. España

Alfonso Guerra logra el pacto entre PSOE y PP en el Estatuto andaluz

Parece mentira que se pongan de acuerdo en algo, pero es cierto. El pacto total entre PSOE y PP en el Estatuto de Andalucía es inminente.

Parece mentira que se pongan de acuerdo en algo, pero es cierto. El pacto total entre PSOE y PP en el Estatuto de Andalucía es inminente. El milagro tiene un artífice: Alfonso Guerra, ex vicepresidente socialista del Gobierno. Defensor de que los dos grandes partidos pacten las políticas de Estado, Guerra ha dedicado todos sus esfuerzos para lograrlo en la Comisión Constitucional que preside y que aborda la reforma andaluza. Con su buen humor y mano izquierda, siempre dentro de su papel institucional, ha facilitado el consenso al crear una isla de paz en medio del mar de broncas.

Este pacto es también fruto secreto de una trilateral que Guerra ha montado con dos jacobinos como él: Federico Trillo y Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz en la Comisión y responsable del área del PP, respectivamente. Si las paredes de un restaurante de Arévalo (Ávila) pudieran hablar, relatarían una cena secreta celebrada a principios de año en la que los tres políticos se confesaron su preocupación por el Estatuto catalán, confabularon sobre cómo mejorarlo y charlaron hasta las tres de la mañana.

De aquella cena nació la colaboración entre los tres. "Me divierte ver a la derecha defender al Estado", se le oyó decir recientemente a Guerra, sonriendo, dirigiéndose a Sáenz de Santamaría. La diputada reconoce que los dos son jacobinos, pero que él incluye a la empresa pública y ella defiende la iniciativa privada. Entre el buen rollo que Guerra crea, su trato exquisito y las órdenes dadas por José Luis Rodríguez Zapatero a los suyos para que los estatutos se canalicen sin lío mediático, el caso es que el consenso en la reforma andaluza va viento en popa.

Las negociaciones entre bambalinas entre PSOE y PP las ha llevado personas curtidas en la materia. Por el PSOE, han sido Alfonso Perales, responsable del área en el partido, Ramón Jauregui -experto en enmiendas y podas estatutarias- y Manuel Gracia, portavoz socialista en el Parlamento andaluz. ("Manolo, ¿desde cuando eres tú nacionalista?", le espetó un día Guerra al ver su deriva). Por el lado popular, han participado Trillo, Sáenz de Santamaría y Antonio Sanz, secretario general del PP andaluz. Se han tocado 140 artículos del Estatuto y han dejado un lugar bajo el sol para todos.

Al principio sólo hubo agua para los negociadores. A las dos semanas alguien apareció con caramelos, todo un gesto. Más adelante se sirvió café. Y el último día, una comida culminada con una sabrosa tarta que llevó a Trillo a susurrar un "éstos están por el consenso", si no fuera por la tripotera posterior que le hizo temer que más que pactar querían envenenarlos.

A puerta abierta, los debates en la Comisión entre los partidos andaluces han sido acordes a la fama de buen humor que tiene su sociedad. Tanto que cuando Antonio Romero, de IU, pidió el viernes pasado votar por separado la enmienda número 100, se produjo un diálogo de este tenor con Guerra:

- Señor Romero, no existe la enmienda número 100.

- Pues entonces, solicito votar por separado la 101.

- ¡Qué más da! -exclamó Guerra- Esto es como Groucho Marx: Yo tengo mis ideas y, si no gustan, tengo otras.

Mientras, los socialistas reconocen que quizá no convenga que Andalucía tenga la competencia exclusiva del flamenco (Murcia y Extremadura amenazan con irse al Constitucional). Y los populares sujetan a los suyos, que reclamaban para Andalucía la competencia exclusiva sobre los toros. Cosas de las reformas.

Parece mentira que se pongan de acuerdo en algo, pero es cierto. El pacto total entre PSOE y PP en el Estatuto de Andalucía es inminente. El milagro tiene un artífice: Alfonso Guerra, ex vicepresidente socialista del Gobierno. Defensor de que los dos grandes partidos pacten las políticas de Estado, Guerra ha dedicado todos sus esfuerzos para lograrlo en la Comisión Constitucional que preside y que aborda la reforma andaluza. Con su buen humor y mano izquierda, siempre dentro de su papel institucional, ha facilitado el consenso al crear una isla de paz en medio del mar de broncas.