Zapatero a Sebastián el pasado martes: “Parece que vas a ser un alcalde sin problemas de sequía”

Fue en el avión de vuelta de Barcelona, tras almorzar con un millar de empresarios. Llovía en abundancia y José Luis Rodríguez Zapatero espetó a Miguel Sebastián, su jefe de la Oficina Económica: “¿Has visto? Sales tú a la palestra en Madrid y se acaba la sequía”. Con esta broma aludía a un rumor que circulaba esa mañana sobre la posible candidatura de Sebastián a la alcaldía madrileña por el PSOE.

“Parece que vas a ser un alcalde sin problemas de sequía”, apuntilló el presidente. La nave estaba abarrotada de su equipo de confianza, entre ellos el ministro de Industria, Joan Clos. Zapatero agregó que Clos le podía asesorar en urbanismo, como ex alcalde de Barcelona.

Esta anécdota ocurrió en la tarde del martes, 24 de octubre. Sólo Sebastián y Zapatero conocían en ese momento que el primero había accedido a encabezar la lista por el PSOE para la capital de España. El “sí, quiero” se lo había dado la pasada semana, el 18 de octubre, cuando arreciaban las filtraciones sobre algo que el presidente llevaba en secreto: la posible candidatura de María Teresa Fernández de la Vega.

Desde el fiasco de José Bono, Zapatero se movía en una dicotomía. Sebastián era el miembro de su equipo que más valoraba y se han convertido en íntimos amigos, entre otras cosas porque su asesor le ofrece el hombro, mientras los demás le vienen con problemas. Y necesitaba a alguien con ganas para la alcaldía de Madrid.

Por el otro lado estaba su vicepresidenta. Rubalcaba había puesto su nombre encima de la mesa para competir con Gallardón y, aunque era la persona más válida de su Gobierno y el presidente no se quería desprender de ella, su ministro del Interior insistía en que la vice era la candidata perfecta.

El ‘as de oros’ es De la Vega

Si se trata de política, el titular de Interior es la persona en quien más confía el presidente. Y ahí estaba Rubalcaba, todo el día presionándole con el argumento que, después de lo de Bono, el “as de oros” –le decía- era Fernández de la Vega. No había alternativa, insistía: nadie como ella estaba tan valorado.

Como prueba exhibía las encuestas. Rubalcaba había introducido su nombre en los sondeos que elaboraba José Blanco, secretario de Organización del PSOE, para conocer el grado de popularidad de los candidatos que se barajaban. Y efectivamente, De la Vega arrasaba.

Si hay un perdedor en la maniobra para designar a El Candidato, ése ha sido el ministro del Interior. Con el apoyo de Blanco, secretario de Organización del PSOE, Rubalcaba se había embarcado en una operación de gran calado: hacerse con la vicepresidencia del Gobierno, como reveló este diario el pasado 19 de octubre.

De la Vega, una voz independiente y difícil de controlar por el ministro, montó en cólera al conocer que éste le había metido en las encuestas. Se quejó de forma airada a Zapatero, al entender que lo que pretendía era desestabilizarla.

Nuevo asalto

La razón reside en que no es la primera vez que Rubalcaba intenta el asalto a la vicepresidencia. Ya en abril, con motivo de la primera remodelación del Gobierno surgida tras la dimisión de Bono como ministro de Defensa, Rubalcaba intentó desplazar a De la Vega. Zapatero no cedió a sus maniobras y lo nombró ministro del Interior.