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No rompe con ETA a pesar de los muertos
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No rompe con ETA a pesar de los muertos

El presidente del Gobierno no renuncia al ‘proceso de paz’ que ha abierto con ETA, ni da ese puñetazo sobre la mesa demandado por Mariano Rajoy,

El presidente del Gobierno no renuncia al ‘proceso de paz’ que ha abierto con ETA, ni da ese puñetazo sobre la mesa demandado por Mariano Rajoy, a pesar de que haya dos ecuatorianos desaparecidos. Su orden se ciñe únicamente a “suspender” todo diálogo con la banda terrorista, al entender que éste es incompatible con la autorización que recibió del Congreso. Y en tender puentes con el PP. Arnaldo Otegi, líder de la ilegal Batasuna, tampoco considera roto ese proceso que hace aguas desde el verano. El atentado es, pues, un paréntesis.

La Policía busca entre los escombros del aparcamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas (Madrid) a dos desaparecidos de nacionalidad ecuatoriana, que El Ministerio de Exteriores de aquel país ya da por muertos. Así lo ha explicado el canciller Francisco Carrión tras recibir una llamada telefónica de su homólogo español, Miguel Angel Moratinos. En declaraciones a Efe, Carrión confirmó que el propio Moratinos le llamó para darle información sobre lo sucedido y expresarle su pesar.

Uno de los desaparecidos es un joven de 19 años que echaba una cabezada dentro de su coche, mientras su novia recogía a una pasajera que había llegado en un vuelo de madrugada. Cuando se ordenó a toda prisa el desalojo de la terminal, Verónica Arequipa, intentó que los policías avisaran a su novio pero nadie le hizo caso en medio del caos. Poco después se oyó la explosión. A pesar de los malos presagios, Diego Armando Estacio aún es buscado entre las tres de las cuatro plantas derrumbadas con la deflagración de una furgoneta bomba colocada por la banda terrorista ETA. Su otro compatriota desaparecido, Carlos Alonso Palate, también descansaba en el interior de un vehículo.

La furgoneta bomba que explosionó en forma de presunto comunicado de ruptura de la tregua convirtió en caducas las portadas de los periódicos del sábado, que anunciaban la intención de José Luis Rodríguez Zapatero de recuperar la iniciativa política, con la presentación de 40 leyes, para remontar su caída de imagen pública. Los terroristas asestaron al presidente un golpe por partida doble porque se llevaron por delante parte de ese optimismo que el presidente insiste en volcar en el ‘proceso de paz’ surgido hace nueve meses, con el anuncio de la banda de un “alto el fuego permanente”.

“Dentro de un año estaremos mejor que hoy”, pronosticaba el presidente en los periódicos de la mañana del sábado mientras una densa columna de humo cubría la T4. Ya por la tarde, Zapatero reconoció que España está “peor, mucho peor” tras el atentado y que todas las instituciones lucharán para terminar con la lacra terrorista. Preguntado sobre si pecó de optimismo, matizó que se basa en su “convicción” de que la sociedad ganará la paz.

Fue una declaración muy medida. Con corbata negra y gris y rostro serio, como requería la ocasión, Zapatero se negó a enterrar el ‘Proceso’ que tanto ha mimado. En varias ocasiones fue preguntado sobre si lo daba por terminado, y en todas ellas contestó –con firmeza- que había ordenado “suspender todas las iniciativas para establecer” el diálogo con ETA al entender que es incompatible con la resolución del Congreso, que en mayo pasado le autorizó a negociar con la banda si detectaba una “voluntad inequívoca” de abandonar las armas. Pero no dio el esperado puñetazo en la mesa que demanda Mariano Rajoy y, en privado, parte de su partido. El presidente del PP reclamó luego que abandone la “ambigüedad” y regrese a una política antiterrorista basada en la firmeza del Estado de Derecho.

El presidente del Gobierno no renuncia al ‘proceso de paz’ que ha abierto con ETA, ni da ese puñetazo sobre la mesa demandado por Mariano Rajoy, a pesar de que haya dos ecuatorianos desaparecidos. Su orden se ciñe únicamente a “suspender” todo diálogo con la banda terrorista, al entender que éste es incompatible con la autorización que recibió del Congreso. Y en tender puentes con el PP. Arnaldo Otegi, líder de la ilegal Batasuna, tampoco considera roto ese proceso que hace aguas desde el verano. El atentado es, pues, un paréntesis.