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Continúa la ola de violencia en Cataluña
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Continúa la ola de violencia en Cataluña

La ola de violencia que azota Cataluña desde hace varias semanas continúa. El día 1 de enero, a la una del mediodía, aparecía el cadáver de

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Continúa la ola de violencia en Cataluña

La ola de violencia que azota Cataluña desde hace varias semanas continúa. El día 1 de enero, a la una del mediodía, aparecía el cadáver de Joan Alsina Oliva, uno de los propietarios de la compañía Encofrados J. Alsina SA, en su lujosa casa de la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès, una de las elitistas ciudades dormitorio que hay alrededor de la capital catalana. El cuerpo fue encontrado por su hija, que llegaba de esquiar, y presentaba evidentes signos de violencia. A las seis de la tarde, el juez levantaba el cadáver y decretaba secreto de sumario para investigar las posibles causas de la muerte.

Y no se trata de un caso aislado. El 9 de diciembre, en Sant Fruitós del Bages, se produjo un suceso que conmocionó a la sociedad: un encargado de seguridad había disparado a dos asaltantes de un chalet, dejando malherido a uno de ellos, cuando se encontraban en un coche aparcado delante de una mansión. Nada extraño si no fuese porque los merodeadores se habían introducido días antes en el jardín de la mansión para estudiar de cerca el terreno. La casa, para más inri, pertenece a Salvador Tous y Rosa Oriol, propietarios de la prestigiosa firma de joyería Tous y el que disparó, Lluís Corominas, era su propio yerno.

Corominas tenía licencia de armas, pero no podía trabajar como vigilante. Además, cuando fue avisado por los vigilantes de la casa, tuvo la precaución de ponerse el chaleco antibalas. Estos dos detalles fueron suficientes para que el juez decretara prisión para Corominas, siguiendo además las tesis del fiscal Ramon Menac, quien en su escrito al juzgado dejó bien claro que “esto no es el Oeste”.

El 15 de diciembre, el empresario inmobiliario Joan Batallé, fue asaltado en su domicilio y agredido de gravedad por varios desconocidos. Apenas cuatro días después, la Policía autonómica detenía a 17 individuos colombianos y rumanos entre los que se encontraban sus agresores y a los que se acusa de varios asaltos a viviendas tanto en Cataluña como fuera de esta comunidad.

Un caso diferente

Pero si bien estos dos últimos casos parecen tener un móvil puramente económico, el de Joan Alsina es diferente. Aunque el juez decretó el secreto de sumario, fuentes cercanas a las diligencias judiciales señalaron a El Confidencial que hay “algunos detalles que hay que investigar a fondo”. El cadáver, además, sólo presentaba heridas de arma blanca.

A pesar de todo, ha vuelto a aflorar al pánico en la sociedad, lo mismo que había ocurrido el pasado verano, cuando se multiplicaron los asaltos violentos a casas y chalés de urbanizaciones realizados casi exclusivamente por bandas provenientes de los países del Este.

Durante la detención de la banda de rumanos y colombianos hace apenas dos semanas, se produjo también una situación alarmante: el dispositivo fue montado por los Mossos d’Esquadra (Policía Autonómica) y los demás cuerpos de seguridad no fueron informados. Ni siquiera tenía noticia de la redada el delegado del Gobierno en Gerona, provincia donde se desarrolló la operación. La situación llegó a ser tan delicada que el consejero de Interior, Joan Saura, de Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV), se vio al día siguiente con el delegado del Gobierno en Cataluña, Joan Rangel, con el objetivo de limar asperezas.

Reuniones periódicas

“Las relaciones entre todos los cuerpos y fuerzas de seguridad son buenas -señalaron a El Confidencial fuentes de la consejería de Interior-. Tanto es así que, después del día Reyes, Saura y Rangel coordinarán agendas para mantener reuniones periódicas de carácter técnico y que el mecanismo de seguridad funcione a la perfección”.

La ola de violencia que azota Cataluña desde hace varias semanas continúa. El día 1 de enero, a la una del mediodía, aparecía el cadáver de Joan Alsina Oliva, uno de los propietarios de la compañía Encofrados J. Alsina SA, en su lujosa casa de la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès, una de las elitistas ciudades dormitorio que hay alrededor de la capital catalana. El cuerpo fue encontrado por su hija, que llegaba de esquiar, y presentaba evidentes signos de violencia. A las seis de la tarde, el juez levantaba el cadáver y decretaba secreto de sumario para investigar las posibles causas de la muerte.