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Crisis, ¿qué crisis?
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Crisis, ¿qué crisis?

A pesar del grave atentado del sábado, José Luis Rodríguez Zapatero ha pasado estos últimos días descansando en el Coto de Doñana, lo que ha suscitado

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Crisis, ¿qué crisis?

A pesar del grave atentado del sábado, José Luis Rodríguez Zapatero ha pasado estos últimos días descansando en el Coto de Doñana, lo que ha suscitado gran polémica en la opinión pública y, con ella, el cuestionamiento de la gestión de la crisis por parte del Gobierno. Su estrategia pasaba por alejarse del foco público, mientras su ministro Alfredo Pérez Rubalcaba paraba el primer golpe. La escalada de críticas, sin embargo, provocó que el presidente reapareciera a las ocho de ayer tarde para entrevistarse con las familias de los fallecidos que, ya por la mañana, habían recibido la visita de Mariano Rajoy, presidente del PP.

En esos cuatro días transcurridos desde el 30-D, el presidente sólo ha dado la cara ante la opinión pública una vez, el día del atentado. Después, regresó con su familia a Doñana. El hecho de que el martes día 2 aún continuara allí generó todo un torrente de críticas en las radios y otros medios de comunicación. No en vano, el fin de ETA ha sido el buque insignia de su legislatura y el atentado quiebra esos tres años y medio de ausencia de asesinatos que esgrimía horas antes de la bomba.

Los asesores de Moncloa optaron por retirar a Zapatero del ojo público, al entender que Rubalcaba, ministro del Interior, reunía una doble virtud: ser el responsable de la investigación policial del atentado y tener una larga experiencia política como para afrontar el embate mediático, según fuentes socialistas. Se pretendía parar el golpe y dar una sensación de control y normalidad. Tal es así que la mayoría del equipo de Comunicación del presidente sigue de vacaciones, aunque están activos vía telefónica.

Quitarse de en medio

“Es sorprendente cómo habiendo tanta experiencia en terrorismo, Zapatero optara por quitarse de en medio, sin visitar primero a las familias afectadas o hacer un gesto público como acudir a la zona de la explosión y dar explicaciones”. Así se expresa un experto de la órbita del PP. Mientras, un especialista socialista ya retirado explica que “ha habido un desgraciado atentado de ETA, la consecuente ruptura del proceso de diálogo por parte del Gobierno y la convocatoria de los partidos para pactar la nueva estrategia antiterrorista. Crisis, ¿qué crisis?”. El departamento de Comunicación de La Moncloa no ha devuelto las llamadas realizadas por este diario.

‘Crisis’ tiene diversos significados, entre ellos una “mutación importante” en el desarrollo de un proceso, según la Real Academia de la Lengua. Y no ha habido en los últimos años proceso más famoso que el implementado por Zapatero para acabar con ETA. Carlos Barrera, especialista en Comunicación Política de la Universidad de Navarra, confirma que el síndrome de La Moncloa ataca de nuevo. Supone una especie de lejanía provocada por el poder, con la sensación de tener la capacidad para resolverlo todo, que afecta a todos sus inquilinos.

Desde una perspectiva histórica, Barrera ve una paradoja: Zapatero accedió al Gobierno con unos votos similares a los que llegó José María Aznar en 1996, “pero se ha comportado como Aznar en el año 2000, con mayoría absoluta, desgastando rápidamente su crédito, como lo demuestran su caída en las encuestas del CIS”.

La desaparecida Loyola de Palacio llegó a decir en privado a Aznar, durante la crisis del Prestige, que cuando se produce una desgracia los ciudadanos necesitan un abrazo, no sólo que se les abra la chequera. Y Zapatero ha demostrado en los primeros cuatro días una cierta lejanía que confirma una pauta de comportamiento suyo, ya que es similar a su reacción tras el incendio de Guadalajara, donde en 2005 fallecieron once personas. En cambio, con la tragedia del 11-M reaccionó rápido y visitó a las víctimas.

Información con cuentagotas

A pesar del grave atentado del sábado, José Luis Rodríguez Zapatero ha pasado estos últimos días descansando en el Coto de Doñana, lo que ha suscitado gran polémica en la opinión pública y, con ella, el cuestionamiento de la gestión de la crisis por parte del Gobierno. Su estrategia pasaba por alejarse del foco público, mientras su ministro Alfredo Pérez Rubalcaba paraba el primer golpe. La escalada de críticas, sin embargo, provocó que el presidente reapareciera a las ocho de ayer tarde para entrevistarse con las familias de los fallecidos que, ya por la mañana, habían recibido la visita de Mariano Rajoy, presidente del PP.