Es noticia
Garrotazos dialécticos: “No tiene ni idea de política antiterrorista”, “Apoyarle es un suicidio”
  1. España

Garrotazos dialécticos: “No tiene ni idea de política antiterrorista”, “Apoyarle es un suicidio”

Los metros que separan la tribuna de oradores de la bancada de los diputados no pudieron evitar que el debate vivido ayer en el Congreso de

Foto: Garrotazos dialécticos: “No tiene ni idea de política antiterrorista”, “Apoyarle es un suicidio”
Garrotazos dialécticos: “No tiene ni idea de política antiterrorista”, “Apoyarle es un suicidio”

Los metros que separan la tribuna de oradores de la bancada de los diputados no pudieron evitar que el debate vivido ayer en el Congreso de los Diputados registrara toda una sucesión de garrotazos en forma de afiladas frases que sirvieron para ampliar la que ya antes del día de ayer era abismal distancia entre el PSOE y el PP, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Cuando en los pasillos de la Cámara Baja se preguntaba a los asesores de uno y otro sobre quién era el culpable del lamentable espectáculo dado a la sociedad española, la respuesta era siempre la misma: los otros.

Fuentes socialistas aseguraban que, aunque esperaban un discurso agresivo del líder de la oposición, sus peores augurios se quedaron cortos. “Al presidente no le ha quedado más remedio que hacer frente a esa andanada”, señalaba a El Confidencial uno de sus asesores. Como no podía ser de otra manera, para el PP, quien había empezado la trifulca dialéctica había sido el presidente del Gobierno, quien en su primera intervención, en lugar de tender la mano “se ha dedicado a lanzar puyas a Mariano”.

Fuera uno o fuera otro, lo cierto es que el debate entre ambos políticos reunió una sucesión de frases y descalificaciones in crescendo. Así, mientras Rajoy acusaba a Zapatero de no haber “dado la talla ante la sociedad española”, el presidente del Gobierno afirmaba que “el que no tiene ni idea de política antiterrorista es usted” y de haber un discurso de “hipocresía absoluta”. El líder de la oposición volvía minutos después a la carga con un “usted hizo el ridículo el día 29 y 30 de diciembre”.

La frase de la polémica

Y siguió: “No cumple nada de lo que dice”. “Todo el mundo pudo ver cuando apareció por Madrid (...) rumiando desconcierto, balbuceando unas palabras absolutamente incomprensibles acerca de suspender los tratos con los terroristas. Fue usted incapaz de controlar su propia perplejidad”. “Su capacidad personal para negociar ha concluido en el mayor sonrojo colectivo que se recuerda”. Así hasta llegar a la frase que terminó de encender los ánimos: “No se puede dialogar, es el abecé, ni en esta materia ni en ninguna otra, bajo la amenaza o el chantaje; no se puede dialogar. Si usted no cumple, le pondrán bombas y, si no hay bombas, es porque ha cedido”. De hecho, a Zapatero le faltó tiempo para exigir al líder de la oposición que retirase esas palabras, que consideró bochornosas e indignas.

Esas cuarenta y una últimas palabras se convirtieron en las más comentadas a partir de ese momento en los pasillos del Congreso. El secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, mostraba su indignación por las mismas y llegaba a asegurar que la persona que las ha pronunciado no puede ser en el futuro el presidente de todos los españoles.

Menos mal que Rajoy no llegó a pronunciar una frase que sí recogía el texto de su discurso que se entregó a los periodistas: “Tal cúmulo de torpezas, a lo largo de casi tres años, no es casual. Hasta el más ignorante acierta de vez en cuando sin querer. El que no acierta nunca es porque se ha propuesto conseguir algo que exige cultivar el error. Un error tenaz es siempre un error deliberado. En este caso es un error táctico. Y no digo más por hoy”. ¿Hubieran llegado entonces a las manos?

Los metros que separan la tribuna de oradores de la bancada de los diputados no pudieron evitar que el debate vivido ayer en el Congreso de los Diputados registrara toda una sucesión de garrotazos en forma de afiladas frases que sirvieron para ampliar la que ya antes del día de ayer era abismal distancia entre el PSOE y el PP, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Cuando en los pasillos de la Cámara Baja se preguntaba a los asesores de uno y otro sobre quién era el culpable del lamentable espectáculo dado a la sociedad española, la respuesta era siempre la misma: los otros.