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El puzle de Gómez Bermúdez
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El puzle de Gómez Bermúdez

Su rostro, desconocido para muchos españoles, se convertirá a partir de hoy en familiar. Inundará los informativos de televisión, las páginas de los periódicos… y así

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El puzle de Gómez Bermúdez

Su rostro, desconocido para muchos españoles, se convertirá a partir de hoy en familiar. Inundará los informativos de televisión, las páginas de los periódicos… y así durante los próximos cinco meses. Javier Gómez Bermúdez, 45 años y miembro de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, será el juez encargado de presidir la vista por los atentados del 11-M. Un desafío incluso para alguien que, como él, ya está curtido en otros macro sumarios también sometidos a juicios paralelos. Quizá por ello en este caso no ha querido dejar nada al azar. Ha preparado el juicio a conciencia desde hace más de un año, cuando el instructor, Juan del Olmo, ni siquiera había enviado la causa a la Sala de lo Penal.

Gómez Bermúdez pretende con ello encajar con rapidez y seguridad las piezas de ese puzle en el que se ha convertido el mayor atentado de la historia de España. Para ello ha dispuesto sesiones maratonianas de mañana y tarde, con un claro objetivo: que la sentencia pueda estar redactada en septiembre u octubre. Un reto que le ha obligado a tener previsto hasta un hipotético apagón: ha dado instrucciones de incorporar un grupo electrógeno que impida que la vista tenga que interrumpirse como consecuencia de un eventual fallo eléctrico.

Es consciente también de que parte de los abogados tal vez intenten suspender el juicio con cuestiones como que el sumario no está traducido al árabe y eso causa indefensión a los acusados, o que el caso del ácido bórico anda todavía por ahí dando vueltas. Tiene preparada la respuesta para que la maquinaria que ha puesto en marcha no se frene. Incluso ha estudiado cómo evitar aplazar la vista si cae enfermo alguno de los procesados -hizo cambiar de cárcel a los que estaban en la prisión de Valdemoro tras detectarse allí un brote de varicela- o de los letrados.

Lo que no podrá evitar es que la llamada teoría de la conspiración sobrevuele durante los cinco meses de juicio intentando convertir en un castillo de naipes un sumario que, pese a los fallos que pudieron cometerse, él considera sólidamente instruido. Por ello encargó el informe sobre el explosivo utilizado en los atentados. Intentó con ello -y con las leoninas medidas de seguridad con las que ha obligado a trabajar a los ocho expertos que lo han realizado- que una parte fundamental de la investigación, la que debe determinar el arma homicida, quedara desde el inicio de la vista libre de polémica.

'Oficialistas' frente a 'conspirativos'

No lo ha conseguido, por ahora. El borrador del mismo conocido el martes ha dado pie a que todos arrimen el ascua a su sardina, los oficialistas y los conspirativos. Sólo queda esperar a que el informe definitivo, el que recoja las conclusiones finales de los ocho peritos enclaustrados entre muestras de dinamita desde hace semanas, determine finalmente qué mató a 191 personas y causó heridas a 1.824 más.

Si tampoco este informe final es concluyente, el juez Gómez Bermúdez y sus compañeros no darán su brazo a torcer. En un caso en el que las verdades absolutas se cotizan tan caras -al menos en los medios de comunicación- y en el que ninguno de los imputados ha reconocido haber colocado las mochilas bombas en los trenes de la muerte, los careos van a ser una pieza fundamental. Los habrá entre los principales implicados, pero también hará comparecer de manera simultánea a los peritos para que discutan, frente al Tribunal, sobre sus discrepancias hasta ponerse de acuerdo sobre la verdad científica de las pruebas que hayan analizado.

Su rostro, desconocido para muchos españoles, se convertirá a partir de hoy en familiar. Inundará los informativos de televisión, las páginas de los periódicos… y así durante los próximos cinco meses. Javier Gómez Bermúdez, 45 años y miembro de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, será el juez encargado de presidir la vista por los atentados del 11-M. Un desafío incluso para alguien que, como él, ya está curtido en otros macro sumarios también sometidos a juicios paralelos. Quizá por ello en este caso no ha querido dejar nada al azar. Ha preparado el juicio a conciencia desde hace más de un año, cuando el instructor, Juan del Olmo, ni siquiera había enviado la causa a la Sala de lo Penal.