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Los ‘forofos’ del Tytadine enseñan la patita
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Los ‘forofos’ del Tytadine enseñan la patita

No han tardado mucho. En la segunda jornada del juicio por los atentados del 11-M, los forofos de la teoría de la conspiración que se

No han tardado mucho. En la segunda jornada del juicio por los atentados del 11-M, los forofos de la teoría de la conspiración que se sientan con toga en la sala no han resistido la tentación y ya han mencionado a ETA. Fue en el transcurso del interrogatorio al que se sometía a uno de los supuestos ideólogos de la trama, Hassan El Haski, cuando el abogado de una de las asociaciones de víctimas del 11-M le espetó tres preguntas sobre detonadores, campos de entrenamiento y, por supuesto, el Tytadine, todas ellas acompañadas por el nombre de la organización terrorista. No hubo respuestas -el acusado sólo respondió a su defensor-, pero los agujerólogos habían conseguido su objetivo: que se empiece a hablar de la banda armada en el juicio.

Ya en la jornada de ayer, otro letrado, el que representa a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) había dejado caer, como el que no quiere la cosa, alguna pregunta sobre la supuesta relación de la trama islamista con “alguna” otra organización terrorista cuando interrogó a Rabei Osman, Mohamed El Egipcio -cosa que ha vuelto a hacer hoy-, pero ni él ni nadie se habían atrevido a mencionar a ETA tan abiertamente. Claro que, tras salir a escena el Tytadine, varios más se lanzaron a preguntar abiertamente por la relación de los imputados con la banda armada.

Por hablarse, hasta salió el célebre -y, para algunos, peligrosísimo- ácido bórico, aunque no se mencionara. Fue el propio acusado El Haski quien en su última intervención, y a preguntas de su abogado defensor, rechazó la existencia de contactos con ETA: “¡Cómo voy a tener una relación con la organización terrorista ETA! Ni siquiera hablo español, ni leo (...). Esto es totalmente incierto, lo mismo que la película del medicamento de las cucarachas”. Nadie volvió a mencionar el insecticida. Parece que los célebre polvitos no tienen tantos seguidores como la dinamita francesa entre los presentes en la sala del juicio.

Uno, dos y tres

La sesión del viernes sirvió también para ver cómo dos nuevos imputados, El Haski y Youssef Belhadj, criticaban la masacre de Madrid. El primero, quien aseguró haber estudiado en Pakistán y Siria durante diez años teología islámica, llegó a afirmar que lo que pasó en Madrid no es Yihad: “No puedo consentir que atenten contra inocentes y niños. El Islam desaprueba este tipo de conductas”. Belhadj -que se definió como “un musulmán normal”- también se desmarcó.

La jornada incluso dejó claro que en España conseguir papeles es más fácil que en el resto de Europa. Como ya hizo ayer Rabei Osman, tanto El Haski como Belhadj aseguraron que en su día vinieron a nuestro país para conseguir la documentación que le negaban en otros lugares. Ya saben, el célebre efecto llamada... y eso que aún estábamos en la etapa del Gobierno de José María Aznar.

Por su parte, Belhadj dejó claro que tiene un problemilla con su familia, en concreto, con su sobrino Mohamed Moussaten. Las declaraciones de éste ante el juez instructor le han obligado a responder a una batería de preguntas sobre su supuesto papel como recaudador y reclutador de Al Qaeda en Europa. Eso sí, el acusado ha demostrado que no es rencoroso: cree que su sobrino dijo lo que dijo presionado por la Policía. Y todo ello lo hizo prácticamente sin moverse de la silla ni despegar los labios -en algunos momentos parecía ventrílocuo- y con la mirada fija en el suelo y el ceño fruncido.

La ironía de Zougam

No han tardado mucho. En la segunda jornada del juicio por los atentados del 11-M, los forofos de la teoría de la conspiración que se sientan con toga en la sala no han resistido la tentación y ya han mencionado a ETA. Fue en el transcurso del interrogatorio al que se sometía a uno de los supuestos ideólogos de la trama, Hassan El Haski, cuando el abogado de una de las asociaciones de víctimas del 11-M le espetó tres preguntas sobre detonadores, campos de entrenamiento y, por supuesto, el Tytadine, todas ellas acompañadas por el nombre de la organización terrorista. No hubo respuestas -el acusado sólo respondió a su defensor-, pero los agujerólogos habían conseguido su objetivo: que se empiece a hablar de la banda armada en el juicio.