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Mohamed “nunca nunca”
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Mohamed “nunca nunca”

A Rabei Osman El Sayed le llaman Mohamed El Egipcio, pero bien podían rebautizarle como Mohamed nunca nunca. Su declaración en la jornada de la tarde

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Mohamed “nunca nunca”

A Rabei Osman El Sayed le llaman Mohamed El Egipcio, pero bien podían rebautizarle como Mohamed nunca nunca. Su declaración en la jornada de la tarde de la primera sesión del juicio del 11-M fue todo un alarde de negaciones. A cada pregunta de su abogado defensor, Endika Zulueta, sobre su supuesta implicación en la preparación de los atentados, siempre arrancaba su respuesta con las mismas palabras: “Nunca, nunca”. Daba lo mismo que le interrogara sobre su relación con organizaciones islamistas o sobre su estancia en países asiáticos y africanos, Mohamed siempre comenzaba con un “nunca, nunca”.

Por supuesto, “nunca” ha tenido ninguna relación con los atentados de Madrid. “Nunca” ha inducido a persona alguna a participar en ellos. “Nunca” ha manejado explosivos, ni siquiera cuando hizo la mili en su Egipto natal. “Nunca” ha tenido problemas con la Justicia hasta ahora. “Nunca” había visto antes a los otros dos presuntos cerebros de la matanza que se sientan en el banquillo, Hassan el Haski y Youssef Belhadj. Nunca, nunca, nunca... Todo ello apoyado con un gesto de su mano derecha, que reafirmaba cada negación con un movimiento horizontal al suelo.

Su abogado dedicó gran parte de la hora y media de su interrogatorio a presentar ante el Tribunal a un Rabei Osman humilde. Electricista y conductor de autobuses en su tierra. Que vino a España en busca de una vida mejor y que, pese a ello, se vio abocado a vivir en la calle y comer de la caridad. Que vivía de lo que vendía en un top manta de bolsos. Y que si conocía a Serhane El Tunecino, uno de los suicidas de Leganés, fue simplemente porque quería aprender español y él era su profesor.

Endika Zulueta preguntó y preguntó para presentar la imagen amable de un hombre que “gracias a Dios sí soy musulmán, y ejerzo la religión de una manera normal, no extrema”. Un hombre que condena “estos atentados absolutamente”. Y también los del 11-S en Nueva York y los del 7-J en Londres. Éste era el objetivo secreto de la cansina sucesión de preguntas que le lanzó, según reconocía luego en los pasillos, este abogado especializado en la defensa de okupas y que, sin embargo, se mostró indefenso ante el chorreo de correcciones que el presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez, le dedicó a lo largo de la jornada.

Un juez de ordeno y mando

Tanto fue así que el magistrado se convirtió en la gran estrella de la jornada. Dispuso, manu militari, qué, cuándo y cómo hay que llevar el juicio. Dejó claro que no iba a admitir marrullerías a los letrados. Y se permitió dar algunas clases de derecho a los abogados -que, visto lo visto, a más de uno no le vendrán mal-. Gómez Bermúdez llegó temprano por la mañana y dispuso todos y cada uno de los detalles. Bajó al zulo donde están los periodistas a dar algunas didácticas explicaciones procesales para evitar errores en las crónicas. Llamó a su despacho a los traductores para ponerles las pilas cuando vio que “no están muy finos”. En pocas palabras, la primera sesión sirvió para comprender que este juez se vale él solito para controlar a procesados, abogados, público y quien se ponga por delante con una sola mano.

A Rabei Osman El Sayed le llaman Mohamed El Egipcio, pero bien podían rebautizarle como Mohamed nunca nunca. Su declaración en la jornada de la tarde de la primera sesión del juicio del 11-M fue todo un alarde de negaciones. A cada pregunta de su abogado defensor, Endika Zulueta, sobre su supuesta implicación en la preparación de los atentados, siempre arrancaba su respuesta con las mismas palabras: “Nunca, nunca”. Daba lo mismo que le interrogara sobre su relación con organizaciones islamistas o sobre su estancia en países asiáticos y africanos, Mohamed siempre comenzaba con un “nunca, nunca”.