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Malestar entre los fiscales progresistas por el nombramiento de Bermejo como ministro de Justicia
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Malestar entre los fiscales progresistas por el nombramiento de Bermejo como ministro de Justicia

La designación de Mariano Fernández Bermejo como ministro de Justicia no ha sentado bien entre sus propios compañeros fiscales. Muchos de ellos, especialmente los más progresistas,

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Malestar entre los fiscales progresistas por el nombramiento de Bermejo como ministro de Justicia

La designación de Mariano Fernández Bermejo como ministro de Justicia no ha sentado bien entre sus propios compañeros fiscales. Muchos de ellos, especialmente los más progresistas, confiesan en privado su malestar por ese nombramiento ya que lo califican como una persona mediatizada por su pasado y “sectaria”.

Bermejo ha sorprendido a sus colegas porque en la ceremonia del relevo de la cartera de ministro, celebrada la semana pasada, defendió alejar la política y la lucha partidaria del ejercicio de la Justicia, “cuando él siempre actuó en la fiscalía con una línea claramente política”, sostienen en fuentes jurídicas.

Algunos recuerdan estos días el caso de Emilio Valerio, que fue uno de los fiscales más activos durante su mandato, pero que permaneció dos años con una imputación penal a causa de una filtración de la que todos en la carrera consideraban que era responsable el propio Bermejo, fiscal jefe de Madrid. Hasta el ministro de entonces, José María Michavila, responsabilizó al ahora titular de Justicia de la filtración de la querella de una supuesta trama urbanística en Alcorcón (Madrid). También chocó entre los fiscales que el PSOE, ya en el poder, levantara el expediente abierto contra Bermejo pero no hiciera nada con Valerio, quien a finales de 2005 vio cómo el Tribunal Superior de Madrid archivaba la querella interpuesta por varios imputados por esa filtración.

Este malestar se suma al ya existente en la carrera fiscal contra un amigo y padrino de Bermejo, el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido. Resulta que Conde Pumpido se ha acostumbrado a recurrir a un truco que causa indignación interna: convoca las plazas más importantes en vísperas de las vacaciones y con escaso margen para reaccionar y concurrir a ellas.

Pumpido convoca las plazas en vacaciones

“Lo que quiere es evitar así que los profesionales solventes e independientes se hagan con puestos importantes”, sostienen en fuentes fiscales. Así, el pasado 26 de diciembre, en plenas Navidades, Conde Pumpido convocó tres plazas de fiscales en el Tribunal Supremo, una en la inspección fiscal y otra en el Tribunal Constitucional. La publicación en el BOE se produjo en una fecha en la que lo habitual es que los fiscales se tomen unos días libres porque hay muchos desplazados de sus lugares de origen.

Otra maniobra similar se registró en verano pasado, concretamente el 28 de julio. En el BOE de ese día aparecía la convocatoria de cinco plazas para fiscales (dos en la fiscalía general –seguridad vial y coordinador de extranjería-, una en la Audiencia Nacional, una en el área de delitos económicos y otra en la fiscalía antidrogas). Tres días después comenzaban las vacaciones judiciales de agosto, mes en el que todos los juzgados cierran a la vez.

En ambos casos se otorgó un estrecho margen a los fiscales para que se pudieran presentar a las plazas convocadas: sólo daban siete días para comunicarlo al fiscal jefe de la zona, cuando fuentes internas sostienen que lo normal son quince días para un procedimiento que suele durar un mes.

“La gente está harta de ver cómo Conde Pumpido reparte los cargos y no tiene el menor decoro ni disimulo”, sostienen en fuentes internas. Es más, en la carrera fiscal hay sorna a cuenta de las plazas que el fiscal general del Estado podría sacar coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa. Y se señala como posible candidata la convocatoria para el cargo de fiscal jefe de Barcelona.

La designación de Mariano Fernández Bermejo como ministro de Justicia no ha sentado bien entre sus propios compañeros fiscales. Muchos de ellos, especialmente los más progresistas, confiesan en privado su malestar por ese nombramiento ya que lo califican como una persona mediatizada por su pasado y “sectaria”.