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3.000 “burradas” y una hamburguesa de pescado
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3.000 “burradas” y una hamburguesa de pescado

Empezaron los hachazos. El hasta ahora buen rollito existente entre los procesados que han declarado, entre algunos de los cuales se han echado un cable mutuamente

Empezaron los hachazos. El hasta ahora buen rollito existente entre los procesados que han declarado, entre algunos de los cuales se han echado un cable mutuamente en sus declaraciones, se ha roto este miércoles con la declaración de Rachi Aglif, El Conejo. Acusado de ser el lugarteniente de Jamal Ahmidan, El Chino, y de haber participado en los contactos para la consecución del explosivo, Aglif ha centrado gran parte de su defensa en acusar a Rafa Zouhier de haberle involucrado en la trama de los atentados del 11-M contando “3.000 burradas” sobre él.

Vestido de blanco y muy, muy nervioso, El Conejo se mostró como un animal asustadizo que, tras negar casi todo, terminó echándose a llorar en el interrogatorio de su abogado defensor. Negó ser la mano derecha de El Chino. Negó trapichear con droga. Negó haber estado en la finca de Morata de Tajuña. Negó tener armas en su casa. Negó participar en las reuniones integristas a orillas del río Alberche. Negó haber pedido dinamita para robar joyerías. Negó haber resultado herido tras la explosión de un detonador.

Lo único que no negó fue su presencia en la célebre reunión del McDonald donde Jamal Ahmidan y Rafa Zouhier negociaron con los asturianos la compra de la Goma 2 ECO. Aunque hasta para ello tenía una coartada con la que pretendía exculparse: le gustan las hamburguesas de pescado, y como tardaron en servírsela más que a los demás las de carne, tuvo que sentarse en otra mesa aparte y no intervino en la conversación.

La imagen que dio Rachid Aglif fue la de un pringao, amante de la vida nocturna, poco religioso y que ahora debe estar maldiciendo haber tenido como “buen cliente” de la carnicería de su familia a El Chino y como amigo de sus correrías nocturnas a Zouhier. Incluso llegó a confesar que había mentido en la declaración en la que aseguró que cuando a su compañero de marcha le estalló un detonador en las manos estaba Jamal Ahmidan “para que le metan el marrón” a Zouhier, que ya por entonces éste “había dicho 3.000 burradas de mí”. Menos mal que le gustan las hamburguesas de pescado.

Empezaron los hachazos. El hasta ahora buen rollito existente entre los procesados que han declarado, entre algunos de los cuales se han echado un cable mutuamente en sus declaraciones, se ha roto este miércoles con la declaración de Rachi Aglif, El Conejo. Acusado de ser el lugarteniente de Jamal Ahmidan, El Chino, y de haber participado en los contactos para la consecución del explosivo, Aglif ha centrado gran parte de su defensa en acusar a Rafa Zouhier de haberle involucrado en la trama de los atentados del 11-M contando “3.000 burradas” sobre él.