Es noticia
Falcon Crest a la asturiana
  1. España

Falcon Crest a la asturiana

Antonio y Carmen Toro son hermanos y residentes en Asturias. El primero es un pluriempleado que igual compra y vende un coche de segunda mano que

Foto: Falcon Crest a la asturiana
Falcon Crest a la asturiana

Antonio y Carmen Toro son hermanos y residentes en Asturias. El primero es un pluriempleado que igual compra y vende un coche de segunda mano que trapichea con unos kilitos de hachís y, si le sobra tiempo, se va a un par de discotecas a trabajar de matón. Ella es una joven con estudios de peluquería y estética que se casó enamorada un 14 de febrero y que si trabajaba de guardia de seguridad en el Corte Inglés de Avilés fue gracias al enchufe de un policía amigo de su marido. Ambos, sin embargo, no acudieron este miércoles a un concurso televisivo, sino que se sentaron en el banquillo de los acusados del juicio del 11-M por su estrecha relación con José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero asturiano acusado de facilitar el explosivo a la célula integrista que perpetró la masacre. El primero era su cuñado. La segunda, su mujer. Ahora los dos son ex y, a la vista de lo que declararon en la sesión, está claro que consideran al minero como la Angela Channing del Principado.

Antonio Toro, Toñín para su familia, no ahorró críticas contra el antiguo esposo de su hermana. Dejó claro que éste consumía más cocaína de la cuenta. Que no le gustaba su estrecha relación con los policías de Avilés. Que no le perdonaba que arruinase el negocio de compra venta de coches que ambos tenían a medias, ya que “yo era el único que trabajaba, mientras él se dedicaba a romper los coches”. Y, sobre todo, que no le consentía que le faltara “el respeto a mi hermana. Eso no lo puedo tolerar”. Tan mal le caía Emilio Suárez Trashorras que, cuando se enteró que él y su hermana se iban a casar, decidió retirarle la palabra y se planteó no acudir a la boda: “Fui a ella por mi madre”.

A pesar de esa mala relación, Antonio Toro acompañó a su entonces cuñado a una reunión en Madrid con Jamal Ahmidan, El Chino, y Rafa Zouhier, aunque asegura que en aquel encuentro, celebrado en noviembre de 2003 en un McDonald's de Moncloa, no se habló de explosivos, aunque si de hachís. Eso sí, aclaró que si acudió al mismo no fue porque quisiera comprarle género a El Chino -al que consideraba “un capullo”-, sino porque no quería que Carmen acompañase a Trashorras en sus chanchullos: “Si me entero que se le ocurre llevar a mi hermana para un tema ilegal...” No terminó la frase, pero no hubo que esforzarse mucho para imaginar lo que iba detrás de esas palabras visto el tono que empleó al pronunciarlas.

Toro también dejó claro que no es rencoroso. Pese a su manifiesto odio hacia su ex cuñado, no se mostró dispuesto a ratificar las declaraciones de Rafa Zouhier en las que éste inculpaba al minero en la entrega de una muestra de Goma 2 ECO y un detonador. Toñín insistió que nunca vio a Emilio dar a nadie explosivos, aunque sí reconoció que cuando el confidente marroquí -a quien él había conocido en la cárcel y con el que compartía juergas en Madrid- le preguntó dónde podía conseguir dinamita, le remitió a su cuñado. ¿Por qué? Por lógica: los mineros usan explosivos, su cuñado era minero, por lo tanto... blanco y en cartuchos.

Una peluquera ‘adormilada’

Antonio y Carmen Toro son hermanos y residentes en Asturias. El primero es un pluriempleado que igual compra y vende un coche de segunda mano que trapichea con unos kilitos de hachís y, si le sobra tiempo, se va a un par de discotecas a trabajar de matón. Ella es una joven con estudios de peluquería y estética que se casó enamorada un 14 de febrero y que si trabajaba de guardia de seguridad en el Corte Inglés de Avilés fue gracias al enchufe de un policía amigo de su marido. Ambos, sin embargo, no acudieron este miércoles a un concurso televisivo, sino que se sentaron en el banquillo de los acusados del juicio del 11-M por su estrecha relación con José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero asturiano acusado de facilitar el explosivo a la célula integrista que perpetró la masacre. El primero era su cuñado. La segunda, su mujer. Ahora los dos son ex y, a la vista de lo que declararon en la sesión, está claro que consideran al minero como la Angela Channing del Principado.