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¡Heil Hitler! ¡Os paga Rubalcaba!: la verdadera historia de una concentración
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¡Heil Hitler! ¡Os paga Rubalcaba!: la verdadera historia de una concentración

La fractura social provocada por la excarcelación de De Juana Chaos era este fin de semana especialmente palpable. El PSOE y su órbita mediática han desplegado

La fractura social provocada por la excarcelación de De Juana Chaos era este fin de semana especialmente palpable. El PSOE y su órbita mediática han desplegado una estrategia que fomenta un frente “anti-PP” para aglutinar a la izquierda en contra del partido de Mariano Rajoy. Mientras, los populares y sus medios afines no sueltan la tibia de José Luis Rodríguez Zapatero y denuncian lo que consideran como una cesión al chantaje planteado por el terrorista.

Las concentraciones del pasado viernes contra la medida del Gobierno han sido narradas desde ópticas opuestas, según el medio. Este diario contó el número de banderas preconstitucionales que había en el interior de la plaza de la Villa de Madrid, lugar de la protesta: exactamente dos, mientras que El País vislumbró "decenas".

Ese periódico tituló al día siguiente en portada: "El PP sale a la calle con miles de personas contra el Gobierno. Las protestas llaman a la 'rebelión' contra Zapatero". Mucha gente pudo entender que el segundo partido más importante de España incitaba a la rebelión contra un Gobierno democrático, cuando ese diario omite un pequeño detalle: el PP no convocó estas manifestaciones, aunque sus dirigentes se sumaron a ellas. Y la palabra "rebelión" la pronunció Mikel Buesa, presidente del Foro de Ermua, movimiento que surgió como revuelta cívica en el País Vasco frente al terrorismo.

Al término de la manifestación, unas cuatrocientas personas se dirigieron a la sede del PSOE en la calle Ferraz, de Madrid, que estaba protegida por policías antidisturbios. Gritaron "¡Cobardes!" y "¡Zapatero, traidor!". De repente, a paso ligero, apareció un grupo compacto de más de doscientos falangistas y ultraderechistas que, con el brazo en alto, gritaban "¡Heil, Hitler!".

Fue como si se juntaran el agua y el aceite. Tras unos segundos de sorpresa, el primer grupo empezó a gritar "¡Fuera, fuera!", "¡Os paga Rubalcaba!" y "¡Fascistas!". La respuesta de los rapados fue corear otra vez con el brazo en alto "¡Heil Hitler!" y "Nación demolición". Enfadadas, las personas del primer grupo se autodisolvieron y los ultras se quedaron solos con sus gritos. A cien metros de distancia, algunos de los autodispersados se reagruparon con sus banderas de España y encendieron velas. Todos se disolvieron después sin más incidentes.

El País ofreció una versión muy diferente de estos hechos. Contó que los falangistas "instaron" a las personas que estaban en la manifestación a ir a la sede del PSOE y "allí se juntaron" con un centenar de ultraderechistas. Del rechazo de los manifestantes hacia los ultras nada cuenta este periódico y, por lo tanto, lo desconocen sus lectores.

El Mundo, por su parte, se limitó a decir que ese grupo tenía "estética parafascista", sin resaltar que llevaban numerosas banderas de la Falange, que sus pancartas tenían el símbolo del fascio europeo -el círculo con la cruz- y que su principal grito fue el saludo a Adolf Hitler. Ese periódico sí relata que los primeros manifestantes se dispersaron "para evitar ser confundidos con el grupo violento".

Esa misma noche, dos desconocidos lanzaron dos 'cócteles molotov' contra la sede del PSOE de Alcalá de Henares (Madrid). Ayer, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior, echó más leña al fuego al asegurar que nunca pensó que los populares irían "codo con codo" con Ricardo Sáenz de Ynestrillas, líder falangista.

La fractura social provocada por la excarcelación de De Juana Chaos era este fin de semana especialmente palpable. El PSOE y su órbita mediática han desplegado una estrategia que fomenta un frente “anti-PP” para aglutinar a la izquierda en contra del partido de Mariano Rajoy. Mientras, los populares y sus medios afines no sueltan la tibia de José Luis Rodríguez Zapatero y denuncian lo que consideran como una cesión al chantaje planteado por el terrorista.