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¿Y el ácido bórico?
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¿Y el ácido bórico?

El gozo en un pozo. Sobre todo si alguien esperaba que el ‘ácido bórico’ saltara de la prensa al juicio del 11-M. Esta sustancia antiséptica ‘matacucarachas’,

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¿Y el ácido bórico?

El gozo en un pozo. Sobre todo si alguien esperaba que el ‘ácido bórico’ saltara de la prensa al juicio del 11-M. Esta sustancia antiséptica ‘matacucarachas’, encontrada según un informe pericial presuntamente falsificado tanto en un piso franco de ETA como en la vivienda de El Haski, implicado en los atentados de Madrid, no se ha mencionado ni una sola vez durante la mañana. La acusación ni siquiera ha tenido la oportunidad de preguntárselo (o no ha sabido) al testigo más esperado, el ex jefe de la brigada policial de Información Científica de Madrid Miguel Ángel Santano, hoy comisario general de la Policía Científica. La razón es que él no sabe nada de nada, puesto que su puesto por aquel entonces se limitaba a prestar funcionarios a la Comisaría General de Policía Científica. Un mero instrumento.

Los funcionarios de la unidad que coordinaba Santano estuvieron presentes en la recogida de restos en la estación de Santa Eugenia y los transportaron al Ifema. Tan sólo eso, puesto que su brigada “no tiene laboratorio químico”. Allí también ayudaron a la identificación dactiloscópica de los cadáveres. La noche del 11 de marzo, supo que uno de sus efectivos fue requerido para dirigirse al parque Azorín, donde se desactivó la mochila de Vallecas, “lo único que hizo fue facilitar una cámara de fotografía al Tedax y luego darle el carrete”.

Por otra parte, sus ‘muchachos’ también fueron requeridos en la calle Martín Gaite de Leganés, “pero posteriormente me comunicó por escrito que su intervención fue prácticamente nula porque todo se hizo desde la Comisaría General de la Policía Científica”. Aparte de estas actuaciones, “no hubo nada más”.

Así las cosas, Santano, que fue ascendido en junio de 2004 al cargo en el que hoy escuda la ausencia de sus actuaciones tras los atentados, se dedicó a ‘prestar’ funcionarios a su superior. Dado que sólo coordinaba, no se acercó a ninguno de los escenarios en los que su unidad tuvo más o menos que hacer, “mi labor era la de estar en mi despacho coordinando”. No se le informó del tipo de explosivo “ni indagué, mi misión había terminado”.

Poca implicación y pocos documentos. Tanto es así que el juez Del Olmo mandó elaborar un informe a uno de sus antiguos subordinados de lo que había hecho en la estación de Santa Eugenia... pero ya en 2006. Fecha en la cual se ha excusado Santano para no tener conocimiento de dichos informes, ya que hacía dos años había dejado el cargo en la brigada.

En cuanto al proceso por falsedad documental en la que fue imputado, ya se encarga la Audiencia Provincial de Madrid, que no es cosa de terrorismo. Aquí se queda la historia del ácido bórico.

ETA y las tiendas del Madrid

Entre las anécdotas de la mañana, destaca la falta de memoria de una oficial de policía que sólo recuerda que detuvo y leyó los derechos “tranquilamente” a Jamal Zougam por la tarde, pero que no recuerda qué día. Y la más grande: un empleado en una tienda del Real Madrid al parecer aficionado a las fotos de los más buscados porque reconoció sin ningún lugar a dudas a la etarra Iosune Oña Ezpizua exaltarse en la estación de metro de Pavones con un “venga por favor qué coño tendrá que ver con eso”.

En un alarde de estrategia de derecho, uno de los abogados insistió al testigo si se ratificaba en sus declaraciones. Obteniendo una respuesta afirmativa, le preguntó si se le volvió a requerir por un juez tras su declaración. El testigo lo negó y acto seguido se oyó un tajante: “No hay más preguntas señoría”.

El gozo en un pozo. Sobre todo si alguien esperaba que el ‘ácido bórico’ saltara de la prensa al juicio del 11-M. Esta sustancia antiséptica ‘matacucarachas’, encontrada según un informe pericial presuntamente falsificado tanto en un piso franco de ETA como en la vivienda de El Haski, implicado en los atentados de Madrid, no se ha mencionado ni una sola vez durante la mañana. La acusación ni siquiera ha tenido la oportunidad de preguntárselo (o no ha sabido) al testigo más esperado, el ex jefe de la brigada policial de Información Científica de Madrid Miguel Ángel Santano, hoy comisario general de la Policía Científica. La razón es que él no sabe nada de nada, puesto que su puesto por aquel entonces se limitaba a prestar funcionarios a la Comisaría General de Policía Científica. Un mero instrumento.