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La ‘clave’ la tiene un islamista en zapatillas
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La ‘clave’ la tiene un islamista en zapatillas

Hay favores que salen caros. Antonio Alberca, el abogado defensor de Rafa Zouhier, decidió mantener entre sus testigos a Kamal Ahbar, un preso islamista detenido dentro

Hay favores que salen caros. Antonio Alberca, el abogado defensor de Rafa Zouhier, decidió mantener entre sus testigos a Kamal Ahbar, un preso islamista detenido dentro de la Operación Sello II, porque se lo había pedido el letrado de otro de los imputados. Aún debe estar arrepintiéndose de ello. El tal Kamal llegó a la sala con las greñas por peinar y las zapatillas de andar por casa, como a quien le acaban de sacar de la cama de su celda. Y, sin embargo, resultó estar mucho más despierto de lo que parecía. Con un hilo de voz y mirando constantemente al suelo, comenzó, como quien no quiere la cosa, a desgranar toda una serie de datos en los que implicaba sin tapujos en el 11-M a todos los chivatos de la Policía -incluido Zouhier-, a los españoles sentados en el banquillo y a aquellos islamistas que ya no pueden defenderse, es decir, los suicidados tanto en Leganés como, posteriormente, en Iraq.

Su declaración fue un auténtico terremoto en una jornada que se estaba desarrollando entre bostezos. Aseguró que la masacre del Madrid se gestó entre horchatas y naranjos en Valencia, de la mano de un pollero de esta ciudad, Safouad Sabbag -amigo de Allekema Lamari y que ya ha declarado en la vista como testigo- y de un imán, al que primero identificó con un alias y después como el célebre confidente Cartagena. A éste, incluso, le responsabilizó de preparar los teléfonos que sirvieron de detonadores de las mochilas bomba. Además, afirmó que en Iraq, donde él tenía muchos contactos, ni Al Qaeda ni nadie estaban de acuerdo con que se realizara ni este ni otro atentado en Europa y que, incluso, le habían pedido en más de una ocasión que intentara parar todos aquellos planes de los que se enterara.

El sorprendente testigo también insistió que los explosivos vinieron de Asturias y que una primera partida de 50 kilos se la facilitaron Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro a cambio del hachís que Jamal Ahmidan, El Chino, y sus secuaces habían robado a tiros a una banda de Europa del Este. Añadió que cuando El Chino fue a por más Goma 2 ECO a mina Conchita, Trashorras se había quitado de en medio porque “tenía sospechas” y toda la culpa la hizo recaer en Toro, a quien también implica, junto a Zouhier y un guardia civil, en la venta a la célula yihadista de tres kalashnikov. Ni el juez Juan del Olmo se libró de que le echara basura encima. El preso dijo que todo aquello que en esos momentos estaba sorprendiendo a propios y extraños ya se lo había dicho al magistrado en enero, cuando le tomó declaración en la Audiencia Nacional.

Kamal Ahbar aseguró que todo esto y mucho más lo sabía porque convivió durante tiempo con tres de los huidos, Mohamed Afallah, Daouad Ouhnane y Said Berraj, quienes le contaron todo con pelos y señales. De los dos primeros aseguró también que sabían tanto porque habían participado directamente en los atentados de los trenes. Del último, afirmó que no sólo no tenía nada que ver, sino que, además, estaba en contra. Eso sí, le ha querido ahorrar a la Policía el esfuerzo de seguir buscándolos, porque dijo que todos ellos se habían ido a Iraq y allí se habían convertido en terroristas suicidas “que en paz descansen”. Hasta ahora, sólo de Afallah se tenía tan trágicas noticias.

Hay favores que salen caros. Antonio Alberca, el abogado defensor de Rafa Zouhier, decidió mantener entre sus testigos a Kamal Ahbar, un preso islamista detenido dentro de la Operación Sello II, porque se lo había pedido el letrado de otro de los imputados. Aún debe estar arrepintiéndose de ello. El tal Kamal llegó a la sala con las greñas por peinar y las zapatillas de andar por casa, como a quien le acaban de sacar de la cama de su celda. Y, sin embargo, resultó estar mucho más despierto de lo que parecía. Con un hilo de voz y mirando constantemente al suelo, comenzó, como quien no quiere la cosa, a desgranar toda una serie de datos en los que implicaba sin tapujos en el 11-M a todos los chivatos de la Policía -incluido Zouhier-, a los españoles sentados en el banquillo y a aquellos islamistas que ya no pueden defenderse, es decir, los suicidados tanto en Leganés como, posteriormente, en Iraq.