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Crónica desde la sala del 11-M: Odios periciales a prueba de titadyn
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Crónica desde la sala del 11-M: Odios periciales a prueba de titadyn

El juicio del 11-M está derribando muchas creencias populares. Este miércoles, por ejemplo, le ha tocado el turno a ese dicho popular que asegura que el

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Crónica desde la sala del 11-M: Odios periciales a prueba de titadyn

El juicio del 11-M está derribando muchas creencias populares. Este miércoles, por ejemplo, le ha tocado el turno a ese dicho popular que asegura que el roce hace el cariño. Falso. Lo han dejado meridianamente claro los 2.397 folios del informe sobre explosivos que ha llegado al Tribunal. En los tres meses y medio de convivencia que han necesitado para realizarlo, sus ocho autores no sólo no han terminado creando amigablemente un club de fans de los cromatógrafos de gases, que hubiera sido lo lógico, sino que, por el contrario, han terminado lanzándose puñaladas por escrito impregnados del más puro odio africano.

De nada han servido que hicieran juntos más de 700 análisis a las 97 muestras que han tenido en sus manos. Los ocho no han conseguido ponerse de acuerdo en prácticamente nada. Consecuencia: han elaborado un informe con conclusiones tan ambiguas y contradictorias que sirven para que todos arrimen el explosivo que les interesa a su sardina. Por supuesto, el nombre de éste ha sido el caso más evidente. Ni en las muestras de las sustancias no explosionadas han sido capaces de coincidir: cinco dicen que es Goma 2 ECO, mientras que tres se limitan a hablar de Goma 2, sin apellidos. Sobre las muestras recogidas en los focos de la explosión, las discrepancias son más acusadas: otros cinco reconocen que no es posible saber qué estalló exactamente y otros tres apuntan alegremente que ha sido el célebre Titadyn, el explosivo utilizado habitualmente por ETA.

A partir de ahí, los puñales vuelan de un lado a otro de los folios del informe. Los cuatro peritos nombrados por las acusaciones y las defensas -que se apuntan en sus conclusiones abiertamente a la teoría de la conspiración- critican la falta de muestras, la poca cantidad existente de algunas, el célebre lavado con agua y acetona que hicieron los Tedax y la falta de restos intactos de explosivos en los focos. Para salvar todas estas deficiencias, alguno pide rescatar la ropa y objetos que llevaban las víctimas el 11-M para buscar restos de explosivo no estallado -lo de exhumar cadáveres parece que lo han enterrado definitivamente- y analizarlo. Uno, incluso, quiere que se explosionen de modo controlado las muestras recuperadas para ver si los restos coinciden con lo recuperado en los trenes.

Por el contrario, los cuatro oficiales -dos de la Policía y otros dos de la Guardia Civil- centran sus análisis en explicar por qué en numerosas muestras de Goma 2 ECO aparecieron trazas de componentes que no forman parte de su receta, los célebres dinitrotulueno y nitroglicerina. Para ellos, todo fue porque hubo contaminación y no porque estallara algo diferente, aparcando definitivamente lo de la contaminación en fábrica. En este sentido, los cuatro llegan a una conclusión coincidente: los Tedax de la Policía son unos auténticos chapuzas que utilizaron una bolsas de plástico para guardarlas durante todos estos años que son una auténtica birria y que dejaban salir y entrar gases como quien no quiere la cosa. En eso, sus colegas de la Guardia Civil eran más serios: empleaban tarros herméticos de cristal llamados Falcon en los que nada se mueve ni traspasa y por eso las muestras que ellos guardaron no tenían componentes extraños.

El juicio del 11-M está derribando muchas creencias populares. Este miércoles, por ejemplo, le ha tocado el turno a ese dicho popular que asegura que el roce hace el cariño. Falso. Lo han dejado meridianamente claro los 2.397 folios del informe sobre explosivos que ha llegado al Tribunal. En los tres meses y medio de convivencia que han necesitado para realizarlo, sus ocho autores no sólo no han terminado creando amigablemente un club de fans de los cromatógrafos de gases, que hubiera sido lo lógico, sino que, por el contrario, han terminado lanzándose puñaladas por escrito impregnados del más puro odio africano.