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Zapatero forzó la dimisión de Simancas: “Estaban a puñetazo limpio”
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Zapatero forzó la dimisión de Simancas: “Estaban a puñetazo limpio”

Fue una conversación franca, donde el secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, reconoció que no podía garantizar el control del partido hasta la celebración

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Zapatero forzó la dimisión de Simancas: “Estaban a puñetazo limpio”

Fue una conversación franca, donde el secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, reconoció que no podía garantizar el control del partido hasta la celebración de las elecciones generales y el posterior nombramiento de una nueva dirección en un congreso ordinario. “Cada sector estaba alineado, y ya andaban a puñetazo limpio”, relatan fuentes socialistas. A su lado, José Luis Rodríguez Zapatero escuchaba. Vino la siguiente pregunta, si la crisis se podría aplazar. La respuesta fue clara: no, ya había estallado. Y, encima, trasladaban un mensaje negativo a la opinión pública, de reparto del poder y no de asunción de la responsabilidad política por la pérdida de las elecciones. La dimisión era la consecuencia lógica y Simancas así lo hizo.

En realidad, ya había puesto su cargo a disposición del partido la fatídica noche electoral, cuando se supo que habían perdido frente al PP la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital por 500.000 y 388.000 votos de diferencia, respectivamente. Sin embargo, se le pidió prudencia, que aguantara hasta los comicios generales de 2008. En siete días, tal percepción ha cambiado.

Zapatero y el secretario de Organización, José Blanco, creían que Simancas garantizaría la transición. Pero su gente empezó un juego que Ferraz califica de “sucio”. Óscar Iglesias, el número tres en la lista al ayuntamiento, y otros dos concejales exigieron que el candidato socialista, Miguel Sebastián, no tomara posesión de su cargo. Exigencia que fue convenientemente filtrada, junto con la atribución de la responsabilidad a Zapatero. En el entorno del secretario general socialista estalló la indignación (ver noticia).

Iglesias pertenece al sector que ya se empieza a conocer en el partido como ‘los inmovilistas’, el aparatchi. Su ofensiva no se quedó ahí, porque quería hacerse con el cargo de portavoz en el ayuntamiento que había ejercido desde la salida de Trinidad Jiménez. Sus maniobras recibieron la respuesta del sector de Sebastián, encabezado por David Lucas, quien se postuló también para el cargo.

Ambas familias, los ‘nuevos’ y los ‘inmovilistas’ se alinearon. Simancas intentó alcanzar la paz este fin de semana y cerró un pacto por el cual Iglesias sería el portavoz municipal, Lucas el portavoz adjunto y además desdoblaba la secretaría general del grupo. Al poco tiempo, el sector de Sebastián recibió una llamada desautorizando el acuerdo: “Oye, eso que habéis pactado con Simancas no vale para nada”. Era Andrés Rojo, el secretario de Organización del PSM, agrupado con el sector de Iglesias junto con Ruth Porta.

Tal ruptura llegó a oídos de Zapatero. “La crisis había estallado. El PSM era incapaz siquiera de llegar a un acuerdo sobre quién sería su portavoz en el Ayuntamiento. Y estaba claro que el aparato quería parapetarse tras Simancas para seguir controlando el partido”. Ésta es la descripción de una parte de la reflexión mantenida entre Simancas y Zapatero, según indican fuentes internas.

Además, el secretario general del PSOE era consciente de que Simancas había perdido la autoridad en el resto de las agrupaciones de los pueblos de Madrid, debido a su colapso electoral. Por ejemplo en Alcobendas, donde las maniobras de Porta provocaron que el primer candidato a alcalde, José Caballero, diera un portazo de última hora y el partido perdiera las elecciones, por primera vez en 24 años.

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Fue una conversación franca, donde el secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, reconoció que no podía garantizar el control del partido hasta la celebración de las elecciones generales y el posterior nombramiento de una nueva dirección en un congreso ordinario. “Cada sector estaba alineado, y ya andaban a puñetazo limpio”, relatan fuentes socialistas. A su lado, José Luis Rodríguez Zapatero escuchaba. Vino la siguiente pregunta, si la crisis se podría aplazar. La respuesta fue clara: no, ya había estallado. Y, encima, trasladaban un mensaje negativo a la opinión pública, de reparto del poder y no de asunción de la responsabilidad política por la pérdida de las elecciones. La dimisión era la consecuencia lógica y Simancas así lo hizo.