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Guiño a mileuristas y culturetas
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Guiño a mileuristas y culturetas

Al final se vuelve al origen. La cultura y los jóvenes, los dos sectores que resultaron claves en el acceso de Zapatero al poder en 2004,

Al final se vuelve al origen. La cultura y los jóvenes, los dos sectores que resultaron claves en el acceso de Zapatero al poder en 2004, estaban que se subían por las paredes a sólo ocho meses de las elecciones. Los actores, músicos y culturetas varios bramaban contra Carmen Calvo, la ministra amiga de los reproches, la del avión militar a Ibiza y de las salidas nocturnas, mientras que el movimiento juvenil de izquierda y mileuristas de toda condición monta campamentos y quedadas para reclamar una vivienda digna ante una María Antonia Trujillo desaparecida que no supo afrontarlo.

El presidente del Gobierno quiso atajar el viernes estos dos problemas y hacer un guiño a los sectores sociales que le auparon a La Moncloa: tiene poco tiempo para recuperarlos o, al menos, desactivarlos. Siempre con un ojo puesto en las encuestas y el otro en el PP, Zapatero ha optado por un nuevo golpe de efecto que acaba con los rumores sobre si su Ejecutivo está acabado y sobre posibles elecciones anticipadas.

Se muestra eufórico ante los suyos: posee encuestas que le consagran como el vencedor del combate dialéctico del martes sobre el aspirante, Mariano Rajoy. Lo dicen el CIS, los periódicos… y su intuición. Aunque el mito de su baraka ha sido orillado tras la tragedia del atentado de Barajas (Madrid) y la ruptura de la tregua de ETA.

El equipo monclovita exhibe músculo con otras virtudes presidenciales: su presunta capacidad de sorprender y de administrar los tiempos políticos. Y qué mejor momento que remodelar ahora su Ejecutivo, en lugar de haberlo hecho tras la ruptura del alto el fuego. Entonces la oposición hubiera sostenido que la crisis era fruto de su fracasada negociación con ETA; ahora deja atrás el debate con un Rajoy relamiéndose las heridas mientras clama para que se revelen las actas de los diálogos con la banda.

Sus tres nuevos fichajes tienen algo en común: son amables y apreciados por quienes los conocen. Se trata de Carme Chacón (Vivienda), César Antonio Molina (Cultura) y Bernat Soria (Sanidad). Los dos primeros han consolidado su personalidad a base golpes propinados por la vida, a diferencia de Zapatero, que pasó directo de la cátedra al escaño parlamentario. “Para mandar primero hay que pisar serrín”, decía el desaparecido Ramón Rubial.

Por ejemplo, Molina estuvo largo tiempo combinando su trabajo como periodista con el cuidado de su esposa –víctima de una larga convalecencia tras un accidente de tráfico- y pocos saben que Chacón se pagó los estudios de Derecho trabajando como dependienta de unos grandes almacenes y aguantando impertinencias.

La guadaña y el ramo de flores

El nuevo ministro de Cultura llegó al Instituto Cervantes armado con una guadaña laboral, para cortar cabezas y colocar a sus amigos en los puestos claves. La titular de Vivienda accede al cargo por su fidelidad al presidente, pero sabe bien poco de la responsabilidad que le ha tocado lidiar. Y si algo hay que achacar a Soria, un prestigioso investigador de la diabetes, es su excesivo gusto por las cámaras: el niño en el bautizo...

Parece que Zapatero ha encontrado un buen aliado en el nuevo ministro de Cultura, además de coincidir con él en su afición por la poesía de Antonio Gamoneda. Corría el año 1987 cuando Molina se enfrentó ante un dilema como periodista del suplemento Culturas, de Diario 16: ¿Cómo arrancar entrevistas de primera línea y exclusivas literarias frente a un todopoderoso El País? La redacción encontró la solución y consolidó el prestigio del suplemento para pasmo de los directivos de Prisa, que no entendían cómo ese mosquito siempre sacaba algo de las figuras literarias que invitaba. Ese es el secreto: Molina y los suyos se enteraban de la hora de aterrizaje del avión del invitado y, armados con un ramo de flores, acudían al aeropuerto para recibirlo y agasajarlo con el conocimiento de su obra.

Soria sale del armario político

“Mi trayectoria política dura 60 minutos”, sentenció el viernes Soria. Pero la verdad es que tiene más tiempo. Así, en mayo pasado pronunció un mitin como telonero de su discípula, Etelvina Andreu, la candidata socialista al ayuntamiento de Alicante. Y ha estado asesorando a Zapatero desde hace tres años y medio, cuando formó parte de las jornadas sectoriales del PSOE de las que surgió el programa electoral. Es considerado el autor intelectual de la Ley de Investigación Biomédica.

Su nombramiento augura un giro a un ministerio casi vacío de contenido después de la transferencia de la Sanidad a las comunidades autónomas. Ahora podrá dedicarse a fomentar la investigación y a poner paz allí donde la estricta gobernanta de Elena Salgado sembró la bronca. La antipatía de la ministra y sus fallos a la hora de medir los tiempos políticos han acabado con su carrera en Sanidad. “¿A quién se le ocurre enfrentarse con el sector vino en España en vísperas de las elecciones municipales?”, aún se pregunta con asombro en fuentes socialistas a cuenta de la Ley sobre el Alcohol.

Si Salgado se ha salvado de la quema ha sido porque es persona de máxima confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba. El presidente la ha puesto en Administraciones Públicas y todo apunta a que enviará a su titular, Jordi Sevilla, a la Comunidad Valencia para sacar el partido de la sima donde se ha metido. Sevilla llevaba castigado desde 2005: Zapatero le prohibió hablar de la reforma del Estatuto catalán, en especial tras decir que tenía ocho fórmulas secretas para denominar a Cataluña como nación.

“Un destrozo”. Así resumen en fuentes socialistas la percepción que tenía Zapatero respecto a la gestión de Calvo en Cultura, en vista de la escalada de protestas que recibía de músicos, actores, cineastas.... “Daba la sensación de que el ministerio estaba fuera de control”. Un ejemplo fue una reciente entrevista concedida a El País, donde los reproches de la ministra se sucedían como letanías: “En la ley del cine han sido todos de una deslealtad absoluta”; “los actores querían tumbar unos cuantos artículos del Estatuto de los Trabajadores”; “hay una élite que ha hecho fuerte su imagen ante los ciudadanos y una industria a la que cuesta trabajo arriesgar con los más rompedores”…

Sus leyes han sido polémicas, conocida es su afición por las fiestas nocturnas en lugar del ministerio y sus abusos o deslices son famosos. Los últimos, el viaje a Ibiza en avión militar con unas amigas para pasar el puente, aprovechando un acto oficial, y la subvención de 500.000 euros para El Jardinito de Cabra, un teatro de su pueblo.

El caladero de votos

Por último está Trujillo, la ministra menos conocida de un Gobierno en apariencia inexistente. La extremeña no pudo o no supo solucionar el problema de la vivienda, mientras el movimiento juvenil se organizaba en demanda de un piso. Algunas de las soluciones que propuso sonaron a oídos de los menores de 35 años a pura chirigota. Lejos de apagar el fuego, Trujillo lo ha avivado, incapaz de disimular con los datos de las encuestas la realidad que se evidencia a pie de calle, en el día a día.

Al contrario que en otras situaciones, los jóvenes si han hecho del acceso a una vivienda digna un movimiento de lucha ciudadana. Cada vez de manera más organizada y reiterativa. No solo el botellón moviliza. Quedadas, acampadas, manifestaciones... todo ha fluido además a través de la red, alcanzado un eco invisible, que no tenía por qué materializarse en caceroladas a la puerta del ministerio. El mensaje ha ido calando poco a poco.

El ‘pásalo’ funciona entre los jóvenes. De ahí la reacción de Zapatero. Estaba en riesgo un importante caladero de votos.

Al final se vuelve al origen. La cultura y los jóvenes, los dos sectores que resultaron claves en el acceso de Zapatero al poder en 2004, estaban que se subían por las paredes a sólo ocho meses de las elecciones. Los actores, músicos y culturetas varios bramaban contra Carmen Calvo, la ministra amiga de los reproches, la del avión militar a Ibiza y de las salidas nocturnas, mientras que el movimiento juvenil de izquierda y mileuristas de toda condición monta campamentos y quedadas para reclamar una vivienda digna ante una María Antonia Trujillo desaparecida que no supo afrontarlo.