Artur Mas, obligado a radicalizar su discurso por la presión de ERC y las corrientes críticas de CiU

Diversas plataformas catalanistas de Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) han mantenido contactos las últimas semanas para examinar puntos de coincidencia y, si es posible, diseñar una estrategia conjunta con el fin de reivindicar el soberanismo catalán o, dicho en otras palabras, el independentismo.

Fuentes consultadas por El Confidencial señalan que los contactos no se han realizado de manera oficial, sino que “han sido conversaciones privadas de miembros de las distintas plataformas”. Las corrientes que más se distinguen por la apuesta soberanista son Reagrupament.cat (liderada por el ex consejero de ERC Joan Carretero) y Plataforma per la Sobirania (uno de cuyos impulsores es Víctor Terradellas, miembro de la dirección de CiU).

El presidente convergente, Artur Mas, ya dejó claro que no era partidario del establecimiento de corrientes críticas dentro de su partido, pero desde principios de este verano ha habido movimientos auspiciados por el número dos de Convergència, Felip Puig, el principal exponente del denominado sector soberanista.

El surgimiento de diversos foros radicales en el ámbito nacionalista ha añadido vitalidad a la escena política. Al margen de las dos plataformas citadas, últimamente se han articulado otras como Plataforma pel Dret a Decidir, Sobirania i Progrés y Desfederem-nos, esta última propugnadora de la separación de Convergència y de Unió y cuya cabeza visible es Lluís Rovira, miembro de la dirección de Convergència.

Aumenta la apuesta

Una de las causas del rechazo de Mas a las plataformas es que la división interna de Convergència le dejaría debilitado. En la actualidad, ha de contentar tanto al sector radical convergente como a sus socios de Unió Democràtica (UDC), formación liderada por Josep Antoni Duran i Lleida. El anuncio de una oferta amplia para formar un frente único catalanista (o, como dice el propio Mas, “refundar el catalanismo del siglo XXI”) es visto, desde algunos sectores, como el antídoto necesario para frenar el crecimiento de plataformas que apuestan por el independentismo dentro de la propia CiU. Sin embargo, el primero en rechazar la “casa común del catalanismo” ha sido, precisamente, Duran i Lleida. Y los sectores de PSC, ERC e ICV a los que Mas había guiñado el ojo con la propuesta también lo han rechazado.

Según algunas fuentes, la pinza que realizan las plataformas de Convergència y de ERC sobre Artur Mas han sido uno de los principales acicates para que el líder convergente hubiese subido su apuesta soberanista. El otro gran acicate ha sido la controversia desatada por el líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, sobre su intención de provocar un referéndum sobre la autodeterminación en el 2014.

Con estas dos particularidades encima de la mesa, Artur Mas necesita recobrar protagonismo en la escena política catalana, convertirse en referente del catalanismo y acotar el terreno de Esquerra para robarle votos en las próximas elecciones. De momento, a los únicos que ha contentado es a los impulsores de las plataformas soberanistas dentro de la propia CiU.