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Superzetapé: hora y media de discurso triunfalista y cero críticas
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Superzetapé: hora y media de discurso triunfalista y cero críticas

A la voz de ‘¡Ar!’, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, logró ayer un cierre de filas entre los parlamentarios socialistas como jamás antes

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Superzetapé: hora y media de discurso triunfalista y cero críticas

A la voz de ‘¡Ar!’, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, logró ayer un cierre de filas entre los parlamentarios socialistas como jamás antes se había visto, prueba palpable de que la palabra militante deriva del latín militans, militar. Ni una sola voz crítica, ni una disidencia. Todos a una arroparon a su líder que les dedicó un largo discurso autolaudatorio de hora y media: llega el tiempo de “recoger los frutos de la siembra”, les dijo, del “ambicioso” proyecto que puso en marcha hace cuatro años y que necesita de un tiempo “de desarrollo y consolidación superior a una legislatura”.

No era el momento de expresar crítica alguna; al fin y al cabo cualquier disidencia hubiera salido en la prensa y el acto era la respuesta del PSOE a la proclamación, la víspera, de Mariano Rajoy como presidente del PP y simbolizaba el inicio de una larga campaña electoral que culminará en marzo de 2008. Las escasas voces disidentes que aún quedan en el socialismo español optaron, bien por ausentarse por motivos médicos –caso de Pepe Acosta, el líder del guerrismo madrileño laminado por Ferraz en el último congreso regional- o bien por salirse de la reunión en el punto más delicado: el turno de preguntas, momento en el que se vio por los pasillos a ex dirigentes como Txiki Benegas.

Más de quince preguntas de los parlamentarios socialistas y ni una autocrítica: “Ya sabes, somos perfectos y estamos en la Champions League”, resumía, no sin cierta sorna, un diputado socialista de esos de la vieja escuela que no simpatiza precisamente con la doctrina Zapatero. Es el momento de recoger los frutos de la siembra que, en román paladino, implica también la elaboración de las listas electorales en los grandes partidos políticos. Y el que se mueva no sale en la foto.

Zapatero sigue en su campaña de demostrar que la escalada de tipos de interés ha llegado a su fin, y que el big crunch del mercado hipotecario –la crisis de confianza financiera que tiene su epicentro en Estados Unidos y se ha repicado al resto de Occidente- no afectará a España, porque está preparada para afrontarla.

Frente a la incertidumbre tenebrosa que denuncia el PP, Zapatero situó a España en el paraíso terrenal. El país está en la "Champions League de las economías mundiales", un club en el que España es "la que más partidos gana, las que más goles ha metido y la menos goleada". Y ante la inquietud de los más jóvenes, esos que le auparon en el poder, el presidente reanunció que habrá ayudas para el alquiler de viviendas (aún sin concretar, porque están incluidas en los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año).

Hora y media de autobombo dejó espacio para algunas perlas. Como cuando proclamó, siempre sin rubor, que “todos los españoles de hoy y de mañana –quiero llamaros la atención sobre esto- tienen y tendrán a su disposición los recursos del superávit de las cuentas públicas y se ahorrarán tener que pagar la deuda, que hemos reducido en este tiempo, y sus intereses” (sic).

De lo que se colige que Zapatero garantiza que nadie robará el dinero recaudado de más por su Gobierno porque ha decidido destinarlo a cubrir la deuda pública, en lugar de que la sociedad española diga qué quiere hacer con ese dinero (como han hecho democráticamente en Francia o Italia, donde se ha debatido sobre si devolverlo a los ciudadanos, de cuyo bolsillo fue detraído, si invertirlo en políticas sociales, si destinarlo a pagar la deuda, si gastarlo en parques y jardines...).

A la voz de ‘¡Ar!’, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, logró ayer un cierre de filas entre los parlamentarios socialistas como jamás antes se había visto, prueba palpable de que la palabra militante deriva del latín militans, militar. Ni una sola voz crítica, ni una disidencia. Todos a una arroparon a su líder que les dedicó un largo discurso autolaudatorio de hora y media: llega el tiempo de “recoger los frutos de la siembra”, les dijo, del “ambicioso” proyecto que puso en marcha hace cuatro años y que necesita de un tiempo “de desarrollo y consolidación superior a una legislatura”.