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Albert Rivera: “Ir separados del partido de Rosa Díez sería una irresponsabilidad”
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Albert Rivera: “Ir separados del partido de Rosa Díez sería una irresponsabilidad”

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (Barcelona, 1979), propuso ayer a la ex socialista Rosa Díez, líder del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia (UPD), iniciar

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Albert Rivera: “Ir separados del partido de Rosa Díez sería una irresponsabilidad”

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (Barcelona, 1979), propuso ayer a la ex socialista Rosa Díez, líder del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia (UPD), iniciar conversaciones formales para concurrir coaligados a las elecciones generales de marzo de 2008. “Sería lo razonable y lo responsable. Ir separados sería una irresponsabilidad porque dividiríamos el voto en ciudades clave, como Madrid o Barcelona”.

En un desayuno celebrado ayer con la redacción de El Confidencial, Rivera considera esa alianza como una oportunidad única para que exista en el Congreso una fuerza política que defienda el ideario que une a ambos partidos. Para ello, propone elaborar un proyecto común sobre doce puntos que ayer envío a Díez.

Entre ellos están: la defensa de la Constitución, el respeto a las reglas del juego democrático, el combate al nacionalismo en la Cámara Baja, el rechazo a todo pacto con los nacionalistas a cambio de una cuota de poder; defender las preocupaciones reales de los ciudadanos, la igualdad de los españoles al margen del lugar donde residan, devolver al Estado las competencias en Educación, la defensa del laicismo o apostar por una regeneración democrática y la reforma electoral.

Rivera está convencido de que Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía podrá lograr al menos un diputado, porque “la deriva del PSOE nos ha dejado un espacio”, aunque UPD quiere también captar votos provenientes de la derecha. Un espacio formado por los españoles que, como ellos, creen en la solidaridad de España y la igualdad de oportunidades. Y no podría aceptar nunca que, a causa de los personalismos, el voto de los desencantados quede huérfano o dividido al repartirse entre ambos partidos. “Antes de que ocurriera eso, lo dejaría todo”.

Este joven dirigente, que ha llevado el inconformismo al Parlamento catalán y sufre allí el boicot de los medios de comunicación (“me conocen más en Madrid que en Cataluña”), quiere tomar la iniciativa política ante las próximas elecciones generales. Así, pretende solicitar una entrevista con los líderes de PP y PSOE para hacerles una propuesta inusual: “El compromiso de apoyar a la lista más votada en los comicios y que los partidos constitucionalistas lo voten para impedir que los nacionalistas sean determinantes”. No en vano, las encuestas auguran casi un empate técnico entre populares y socialistas.

Ciudadanos inicia ahora un proceso de primarias para designar a su candidato a las elecciones generales, pero todo apunta a que su cabeza de lista será el propio Rivera, a no ser que luego pacten otra cosa con Díez y los suyos. Aspira a compatibilizar ese destino con su cargo de portavoz de su partido en la cámara catalana, donde hace preguntas incómodas para desenmascarar el victimismo nacionalista. Por ejemplo, preguntar al Gobierno autónomo que, si tanto se queja de los peajes, que construya autovías públicas en paralelo como hacen otros Ejecutivos. Sin olvidar la denuncia de los 504 millones de euros al año que cuesta la televisión pública.

El oasis catalán se desmorona

A sus 28 años, Rivera siempre se sintió un “huérfano político”, aunque estuvo en Socialistas en Positivo, una corriente de opinión del PSC. Se define como liberal, con un perfil de izquierdas pero que rechaza a esa izquierda “paternalista, intervencionista y ligada al buenismo” tan en boga.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (Barcelona, 1979), propuso ayer a la ex socialista Rosa Díez, líder del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia (UPD), iniciar conversaciones formales para concurrir coaligados a las elecciones generales de marzo de 2008. “Sería lo razonable y lo responsable. Ir separados sería una irresponsabilidad porque dividiríamos el voto en ciudades clave, como Madrid o Barcelona”.