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La guerra de los sexos salpica a de la Vega
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La guerra de los sexos salpica a de la Vega

Ser mujer, trabajadora y vicepresidenta del Gobierno tiene un precio: el sacrificio de la conciliación entre la vida familiar y la laboral. Así lo aclaró ayer

Foto: La guerra de los sexos salpica a de la Vega
La guerra de los sexos salpica a de la Vega

Ser mujer, trabajadora y vicepresidenta del Gobierno tiene un precio: el sacrificio de la conciliación entre la vida familiar y la laboral. Así lo aclaró ayer María Teresa Fernández de la Vega cuando, enfadada, zanjó la apostilla que le acababa de dedicar el moderador, el periodista Fernando González Urbaneja, durante una conferencia en el club siglo XXI de Madrid.

Ocurrió cuando la vicepresidenta primera respondía una pregunta del público. Explicaba de la Vega la necesidad de que se desarrollen futuros planes sobre igualdad en España, aunque “en muchas ocasiones somos las mujeres las que nos conciliamos con nosotras mismas. Pero para conciliar…”

-“...De eso usted no es ejemplo de nada”, interrumpió González Urbaneja, bromeando.

- “Mi situación no es igual, siendo vicepresidenta del Gobierno”, replicó de la Vega enfadada. “Los ciudadanos no me han elegido para que concilie sino que me han colocado para que trabaje. Y esto es una temporada. El tiempo aquí lo voy a dedicar a trabajar, no a conciliar”.

Urbaneja recogió velas tras el exceso de confianza que había demostrado. Poco después la tranquilidad regresó al debate, aunque en el fondo del salón algunos invitados o socios del Club Siglo XXI seguían haciendo comentarios jocosos a su intervención, actitud que mantuvieron durante casi toda la conferencia.

La guerra de los sexos que salpica a la vicepresidenta se ha acrecentado desde que fuera nombrada candidata socialista por Valencia. El pasado domingo, al día siguiente de su designación, aparecía una fotografía en el periódico El Mundo con el siguiente pie de foto: “Sobre unos estupendos tacones, la vicepresidenta hizo su anuncio acompañada por la secretaria de Economía de la Ejecutiva, Inmaculada Rodríguez, impecablemente vestida por Dolce&Gabbana. ¿Quién dijo que las marcas eran para los pijos del PP? Probablemente el chaval que las acompaña, que era de atrezzo”.

Efectivamente, Rodríguez Piñero iba con una camiseta con el logotipo de esa marca, lo que supone una crítica al famoso vídeo de las Juventudes Socialistas donde un militante se mofaba de un supuesto pijo con un gigantesco cocodrilo de Lacoste en su camiseta. Respecto a los tacones de De la Vega, no consta que la prensa se haya hecho eco hasta ahora de las alzas que lleva algún político español en su calzado, ni de las veces que algún dirigente se cambia de camisa en la misma jornada para colocarse una camisa siempre idéntica e impecable.

Ser mujer, trabajadora y vicepresidenta del Gobierno tiene un precio: el sacrificio de la conciliación entre la vida familiar y la laboral. Así lo aclaró ayer María Teresa Fernández de la Vega cuando, enfadada, zanjó la apostilla que le acababa de dedicar el moderador, el periodista Fernando González Urbaneja, durante una conferencia en el club siglo XXI de Madrid.