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En Extremadura "huele a podrido"
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En Extremadura "huele a podrido"

“Aquí huele a podrido”, sentencia Francisco Garrido, diputado en el Congreso por Los Verdes. Y lo que despierta tan desagradable hedor para el político no es

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En Extremadura "huele a podrido"

“Aquí huele a podrido”, sentencia Francisco Garrido, diputado en el Congreso por Los Verdes. Y lo que despierta tan desagradable hedor para el político no es otra cosa que la insistencia de la Junta de Extremadura en apostar por un proyecto que cuenta con una considerable oposición ciudadana: una refinería petrolífera en la provincia de Badajoz. La refinería Balboa está promovida por el grupo de Alfonso Gallardo, un industrial con consabidos lazos con miembros del Gobierno regional.

Las protestas contra esta iniciativa, junto a la de construir varias centrales térmicas en Mérida, conducidas a través de plataformas ciudadanas, no encuentran publicidad en el entorno mediático extremeño. Por ello, en la mañana de ayer, llegaron al Congreso de los Diputados con la intención de que todos los grupos políticos conozcan la problemática y tomen cartas en el asunto.

Con el documental Mientras el aire es nuestro bajo el brazo, las plataformas ‘Refinería No’ y ‘Térmicas No’ pretenden poner de manifiesto las contradicciones de la lucha contra el cambio climático que propugna el PSOE a nivel nacional y las actuaciones de una comunidad gobernada bajo las mismas siglas desde la llegada de la Democracia. La refinería Balboa se instalará en la comarca Tierra de Barros, la más rica en renta per cápita, según las citadas asociaciones, por la producción vitivinícola y el sector turístico.

Allí se encuentra un famoso balneario, pasa la turística Ruta de la Plata y está prevista la construcción hotel. Una riqueza que emplea de 120 a 160 personas en temporada alta. Sin contar con la necesidad de agua de estas industrias, en plena España seca y que afectaría gravemente a un pantano que abastece de agua a varias poblaciones. Solamente en la localidad de Alange, de 1.500 habitantes, se consiguieron hasta 2.000 alegaciones contra el proyecto.

Déficit de tejido industrial

La Junta de Extremadura asegura que la refinería creará 3.000 puestos de trabajo. Sin embargo, las plataformas de ciudadanos indican que esto es “pura imaginación, porque no se llegará a 300 y a 53 en el caso de las centrales térmicas”. Un empleo que, además, es cualificado y no lo ocuparán ciudadanos extremeños: “La creación de un complejo petroquímico está condenando a muerte a la zona”.

Pese al loable objetivo de conservar una ‘Extremadura verde’, la realidad es que esta política no saca a la comunidad del retraso de su desarrollo económico y a día de hoy los jóvenes siguen emigrando a Madrid, Barcelona y el País Vasco. A preguntas de El Confidencial, las citadas plataformas y el grupo Los Verdes admitieron la necesidad de un tejido industrial, porque es lo que crea trabajo.

Sin embargo, optan por la instalación de una vez por todas de industria de transformación, ya que Extremadura es rica en agricultura y ganadería, pero la industria y distribución alimentaria continúa en otras comunidades. Además, apuestan por la energía verde, “los recursos naturales también pueden ser fuente de ingresos y con industrias del siglo XIX, desde luego que perdemos”.

El silenciamiento en los medios

“Aquí huele a podrido”, sentencia Francisco Garrido, diputado en el Congreso por Los Verdes. Y lo que despierta tan desagradable hedor para el político no es otra cosa que la insistencia de la Junta de Extremadura en apostar por un proyecto que cuenta con una considerable oposición ciudadana: una refinería petrolífera en la provincia de Badajoz. La refinería Balboa está promovida por el grupo de Alfonso Gallardo, un industrial con consabidos lazos con miembros del Gobierno regional.