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Vuelve el miedo a un gran atentado de ETA antes de las elecciones generales
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Vuelve el miedo a un gran atentado de ETA antes de las elecciones generales

Situación paradójica la que se está viviendo con ETA. Mientras la banda parece cada día más debilitada por las continuas detenciones de militantes, aumenta el miedo

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Vuelve el miedo a un gran atentado de ETA antes de las elecciones generales

Situación paradójica la que se está viviendo con ETA. Mientras la banda parece cada día más debilitada por las continuas detenciones de militantes, aumenta el miedo en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a un eventual atentado de grandes proporciones antes de las elecciones generales del 9 de marzo. La banda quiere golpear como sea, a cualquier precio, precisamente para rebatir esa sensación de debilidad y elevar la moral de la militancia abertzale, actualmente bajo mínimos. Los responsables de Interior están en alerta máxima.

La preocupación de Policía y Guardia Civil tiene su origen en conversaciones captadas al otro lado de la frontera. “Ya es hora de responder con contundencia a tanta provocación; al fin y al cabo, si hemos llegado hasta aquí ha sido por la gente que hemos dejado tirada en la calle...” La frase, casi textual, refleja el grado de desesperación que embarga al núcleo duro etarra afincado al otro lado de los Pirineos y, con más o menos variantes, ha sido recogida en los últimos días con reiteración por las escuchas de los cuerpos de Seguridad españoles en suelo francés.

En la terminología etarra, “dejar tirado” a alguien significa pegar un tiro en la sien a un ciudadano indefenso en plena calle. “Hay miedo a que pongan algún cadáver sobre la mesa antes de las generales”, aseguran las fuentes, “porque se les nota frenéticos, fuera de sí con la serie de detenciones que están sufriendo”. Las constantes caídas de etarras –la última, esta misma semana- han llevado a la dirección de la banda a cambiar diametralmente su operativa con los comandos.

Cambio de estrategia

En efecto, “obsesionados por la seguridad, los dirigentes de la banda han cambiado de estrategia: la gente ya no cruza la frontera para hacer las citas en el país vasco francés; ahora es un tío de la dirección el que se desplaza a España para esos menesteres, de modo que si le detiene la Policía o la Guardia Civil no pone en riesgo la infraestructura de la banda ni descubre a nadie”.

La actitud de extrema violencia verbal que se aprecia en las conversaciones captadas en Francia entre militantes etarras contrasta sobremanera con el pesimismo, la sensación derrotista que se ha apoderado de los radicales en ambientes tan tradicionalmente abertzales como la parte vieja de San Sebastián. “Sí, es cierto, la diferencia es abismal, pero lo cierto es que son aquellos, ese grupito irreductible atrincherado en Francia, los que siguen teniendo capacidad de matar, y los que, en el fondo, nos preocupan”.

El miedo a un eventual atentado o atentados ha contagiado al propio PNV, como ayer publicaba este diario (ver noticia). En efecto, el Partido Nacionalista Vasco está procediendo a reforzar calladamente la seguridad de sus cargos y de sus oficinas, ante las acusaciones vertidas por ETA en sus comunicados contra la gestión llevada a cabo tanto por Josu Jon Imaz como por Iñigo Urkullu a lo largo del fallido proceso de paz; los ataques de kale borroka ocurridos en los últimos meses contra la red de sedes sociales del partido en las localidades vascas, y el acoso al que la izquierda radical viene sometiendo a algunos de los concejales peneuvistas en aquellos pueblos en los que los independentistas reclaman escaños.

Situación paradójica la que se está viviendo con ETA. Mientras la banda parece cada día más debilitada por las continuas detenciones de militantes, aumenta el miedo en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a un eventual atentado de grandes proporciones antes de las elecciones generales del 9 de marzo. La banda quiere golpear como sea, a cualquier precio, precisamente para rebatir esa sensación de debilidad y elevar la moral de la militancia abertzale, actualmente bajo mínimos. Los responsables de Interior están en alerta máxima.

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