Gallardón vuelve al redil empujado por la esperanza de victoria de los sondeos

“No estás en la lista de la selección, pero habrá otras listas y estarás en ellas”, le dijo el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al capitán del Real Madrid, Raúl González, el domingo por la mañana en el homenaje a la saeta rubia, Alfredo Di Stéfano. Esa mañana Mariano Rajoy daba un mitin en Logroño y en El Escorial hacían lo propio Eduardo Zaplana, Manuel Pizarro y Esperanza Aguirre. Pero lo que llamó la atención de los medios fue la enésima referencia del alcalde a su no inclusión en la lista por Madrid.

Y, como era de esperar, eso acabó con la paciencia de más de uno en Génova 13: “No puede ser que estemos intentando colocar nuestros mensajes y sea uno de los nuestros el que los torpedee un día sí y otro también”. Algunas fuentes hicieron circular ayer por Madrid el rumor de que Mariano Rajoy había llamado a Gallardón por la tarde. Sin embargo, fuentes solventes desmintieron ese extremo a este diario y, al contrario, señalaron que Rajoy no ha intervenido para nada en el cambio de actitud del alcalde.

Y es que ayer por la mañana pareció que todo había cambiado, como si Ruiz-Gallardón despertara de un mal sueño o, simplemente, se hubiera dado cuenta de que algo no iba bien en su estrategia de transmisión del desencanto personal. La encuesta del CIS, conocida el viernes y realizada en los días posteriores a la sorprendente reunión en Génova 13 entre Rajoy, Aguirre y Gallardón, evidenciaba que la no inclusión del alcalde en la lista lejos de perjudicar al PP no había tenido ninguna clase de efecto, ni positivo ni negativo.

Si a eso se añade que las encuestas, y principalmente el sondeo del CIS, acercaban un poco más las aspiraciones del PP a la victoria, es lógico pensar que el alcalde se sintiera, de pronto, marginado de un resultado positivo para su partido. Marginado voluntariamente, claro, porque nadie le había impedido participar en la campaña, cosa que sí está haciendo su gran rival, Esperanza Aguirre. El temor a quedarse solo, como el único que no contribuyó a la victoria de Rajoy de producirse, debió pesar en su ánimo.

Y lo hizo hasta el punto de que, haciendo de tripas corazón, cuando se encontró el lunes por la mañana con la presidenta regional en la inauguración de un nuevo intercambiador, para sorpresa de propios y extraños, le dedicó dos sonoros besos, una foto que todos los medios llevaban semanas buscando sin conseguirlo. Tan solo hacía unos días que, en un acto similar, el alcalde le negó el beso a la presidenta pese a la petición de los medios, y buscó a propósito el distanciamiento.

Aparición por sorpresa

Pero por si no fuera suficiente este gesto de distensión, el alcalde decidió aparecer en uno de los actos de campaña de Rajoy, en Pozuelo de Alarcón, para presentar el programa de Deportes. Un acto en el que se iba a hablar, entre otras cosas, del deporte olímpico y al que, sin embargo, no iba a asistir el regidor de la ciudad que aspira a organizar los juegos de 2016. De hecho, a Gallardón le había sentado mal que no se organizara ese acto en Madrid. Pero obvió su malestar.

El día anterior, el gabinete de prensa del PP había enviado la convocatoria en la que, específicamente, se decía que aparte de Rajoy también intervendrían “la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda”. Nada de Gallardón. No estaba previsto. Pero allí acudió y, es más, en su turno de intervención -encajado con calzador en el programa del acto- prometió trabajar como el que más por la victoria de Rajoy el 9 de marzo.