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El escándalo de los Monegros provoca una crisis en el Gobierno de Aragón
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GRAN SCALA, CIUDAD DEL JUEGO

El escándalo de los Monegros provoca una crisis en el Gobierno de Aragón

El proyecto Gran Scala de los Monegros, ideado como una especie de Bienvenido, Mr. Marshall en versión corsa, con casinos y neones igual que los de

Foto: El escándalo de los Monegros provoca una crisis en el Gobierno de Aragón
El escándalo de los Monegros provoca una crisis en el Gobierno de Aragón

El proyecto Gran Scala de los Monegros, ideado como una especie de Bienvenido, Mr. Marshall en versión corsa, con casinos y neones igual que los de Macao, jeques árabes copando plantas enteras en los hoteles, y multimillonarios rusos apostando al ‘cero’ de la ruleta, está a punto de llevarse por delante la coalición que gobierna en Aragón. El megacasino del desierto, que contaba con todos los parabienes públicos, comienza a hacer aguas por culpa del sombrío perfil de sus promotores. Un fiasco que ha devenido en crisis en el Pignatelli, edificio que alberga al Ejecutivo autonómico, donde el PSOE echa la culpa a sus socios de gobierno, el PAR, de haberse dejado engatusar por un grupo de empresarios de currículum desconocido.

El Gran Scala de los Monegros ha contado con el padrinazgo del vicepresidente de la DGA, José Ángel Biel, del PAR, y de su consejero de Industria, Arturo Aliaga, también del mismo partido. “Gran Scala es el proyecto más potente desde el punto de vista económico que se está haciendo en Aragón. Desde Fernando el Católico no conozco otro”, llegó a decir Biel como si estuviera pronunciando el sermón de la Montaña. El presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, y el PSOE permanecieron al margen de las negociaciones hasta prácticamente el día de la presentación oficial, donde también se dejaron seducir por los cantos de sirena de ILD, la sociedad promotora. Hablaban de 65.000 puestos de trabajo, una inversión de 17.000 millones de euros, una superficie de 2.000 hectáreas, 70 hoteles, 232 restaurantes, 500 comercios, parques temáticos, hipódromo, un campo de golf... Sólo faltaba bailar el can-can. Tal era la melodía de la canción, que el Gobierno aragonés se echó en los brazos de ILD.

Sin embargo, el exhaustivo trabajo de investigación de El Periódico de Aragón y otras informaciones aparecidas (ver el documental de TV3) han conseguido tirar de un soplido el castillo de naipes montado en torno al Gran Scala. Además de saberse que el capital social de Internacional Leisure Development (ILD) es de tan sólo 50.000 libras (menos de 70.000 euros), también ha salido a la luz el farragoso pasado de los promotores del proyecto. Se ha sabido que los corsos Paul Stephane Allegrini y Christian Colus, socios de referencia de ILD y responsables de la dirección técnica, participaron de la aventura de Goldenpot, un casino online que quebró en 2005, siendo desahuciados de sus lujosas oficinas del World Trade Center de Barcelona y dejando un agujero de 350.000 euros.

También ha quedado acreditado que los portavoces oficiales de Gran Scala en España, los catalanes Josep Carreras y Jaume Riera, accionistas del proyecto con un 6%, solicitaron al Gobierno de Aragón una ayuda de cinco millones de euros para desarrollar lo que se ha venido en denominar ‘un motor milagroso’, que funciona con todo tipo de combustible y emite la mitad de CO2, un invento que nada tiene que ver con casinos ni tragaperras sino con argumentos más propios de la ciencia ficción. Según el vídeo de presentación de la ‘cosa’ –una película ambientada con la banda sonora de la película 2001, una Odisea en el Espacio-, los autores del motor son dos serbios: Vidakovic Mladin y Sic Tihomir. En el dossier se utiliza el logo y el nombre del Gobierno de Aragón como reclamo para vender el susodicho invento, algo que ha sido tachado de fraudulento por la plataforma Stop Gran Scala, que ha llevado la información aparecida en El Periódico ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón por si pudiera ser delito.

A la llamada de El Confidencial, portavoces de la promotora Gran Scala se han defendido de estas acusaciones: “Todo lo que se ha dicho sobre Allegrini se basa en informaciones falsas. Estamos estudiando emprender acciones legales. En Goldenpot, Allegrini sólo era un inversor sin capacidad de decisión y además perdió dinero, mientras que Colus era un consultor. En cuanto a Riera y Carreras, ellos tienen su propia empresa, una sociedad que se dedica a otro tipo de inversiones”.

Sin embargo, a pesar de estas explicaciones, el tsunami del Gran Scala ha comenzado a arrasar el Pignatelli. En unas declaraciones recientes, el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias se refería al megacomplejo de los Monegros como una simple idea, no como un proyecto, y echaba balones fuera cuando le preguntaban por el mismo: “Yo no soy el especialista en este tema. Quien tiene más información, quien está más en el proyecto es el vicepresidente”. Fuentes del Ejecutivo regional lo tienen claro: “Hay crisis de Gobierno. No se sabe si antes o después de la Expo, pero hay crisis de Gobierno. Después de lo del Gran Scala, el PSOE quiere quitarse al PAR de en medio. Está dispuesto a gobernar en solitario en Aragón con apoyos puntales de la Chunta”. En petit comité, Marcelino Iglesias (PSOE) echa la culpa a Biel (PAR) del escándalo de los Monegros.

Postrarse de hinojos ante los franceses

La presentación oficial del Gran Scala (ver vídeo) y la firma del protocolo entre el Gobierno de Aragón e ILD tuvo lugar el pasado 12 de diciembre en el Salón del Reino, antigua iglesia del edificio Pignatelli, una capilla que permanece cerrada a cal y canto salvo honrosas excepciones. Aquélla debía serlo. El Ejecutivo regional contrató los servicios de Bassat para la organización del evento y a la agencia de Lalo Azcona para la relación con los medios. Mil quinientos invitados, la mayoría vips, señores de traje y señoras con vestidos de tafetán. Champagne para el cóctel.

En la primera fila, los políticos que se adjudicaban el éxito del Gran Scala, con Iglesias, Biel, Larraz (consejero de Economía) y Aliaga a la cabeza. También estaba Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza. Filas más atrás, empresarios de postín como Juancho Entrecanales (Acciona), Guillermo Polanco (Grupo Prisa), Pilar Yarza (editora del Heraldo de Aragón), Alfonso Solans (presidente de Pikolín), directivos de Ferrovial, Cemex... Los constructores y ladrilleros se frotaban las manos: 17.000 millones de euros en inversión, contratas, subcontratas, seis millones de metros cúbicos de cemento. El mayor negocio de la historia reciente de España.

Y en ese mismo salón, en un altillo, los alcaldes de las localidades de los Monegros. Desorientados entre tal marabunta de vips y periodistas, los ediles parecían sacados de Bienvenido, Mr. Marshall. No sabían si les iban a llover millones del cielo por unos terrenos estériles, sólo habitados por conejos y alacranes, o si los inversores extranjeros iban a pasar de largo por delante del Consistorio sin nisiquiera saludar. A la vista de los últimos acontecimientos y a pesar de que en ILD indican que todavía se está negociando con los propietarios del suelo, todo apunta a lo segundo más que a lo primero.

Después de la algarabía inicial, en la Almolda, pueblo de 500 habitantes en el que presumiblemente se va a levantar el Gran Scala, cunde el escepticismo. Los precios del suelo se han disparado y en ILD dan largas a los propietarios de los terrenos. El Ejecutivo de Aragón ha exigido a los promotores un depósito de 20 millones de euros como garantía para la compra del suelo, pero en los Monegros todavía no se ha visto un duro. En la Almolda no hablan corso.

El proyecto Gran Scala de los Monegros, ideado como una especie de Bienvenido, Mr. Marshall en versión corsa, con casinos y neones igual que los de Macao, jeques árabes copando plantas enteras en los hoteles, y multimillonarios rusos apostando al ‘cero’ de la ruleta, está a punto de llevarse por delante la coalición que gobierna en Aragón. El megacasino del desierto, que contaba con todos los parabienes públicos, comienza a hacer aguas por culpa del sombrío perfil de sus promotores. Un fiasco que ha devenido en crisis en el Pignatelli, edificio que alberga al Ejecutivo autonómico, donde el PSOE echa la culpa a sus socios de gobierno, el PAR, de haberse dejado engatusar por un grupo de empresarios de currículum desconocido.