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Tres hombres, tres coches y 300 kilos de explosivo para matar al guardia de la garita
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LA BANDA "VA A GOLPEAR AHORA DONDE Y CUANDO PUEDA"

Tres hombres, tres coches y 300 kilos de explosivo para matar al guardia de la garita

“Un atentado igual al de Durango, un calco casi perfecto, diseñado para matar sin contemplaciones al guardia de la garita”. El guardia de Durango (24 de

Foto: Tres hombres, tres coches y 300 kilos de explosivo para matar al guardia de la garita
Tres hombres, tres coches y 300 kilos de explosivo para matar al guardia de la garita

“Un atentado igual al de Durango, un calco casi perfecto, diseñado para matar sin contemplaciones al guardia de la garita”. El guardia de Durango (24 de agosto de 2007) salvó la vida. El de Legutiano (Alava), la perdió ayer, tras la madrugada de una noche de lluvia. El guardia Juan Manuel Piñuel Villalón, 41 años, natural de Melilla, dormita en su garita, la radio emitiendo música de los setenta, cuando de repente se sobresalta al observar la llegada de una furgoneta, una Citroen Berlingo, que aparca fuera del recinto aunque pegada a la carretera que discurre junto a la casa cuartel, y de la que sale apurado, casi corriendo, un hombre del que apenas alcanza a ver la silueta.

Juan Manuel Piñuel coge su teléfono y sale rápido. Lleva apenas dos meses en el País Vasco y aunque no ha presenciado nunca una atentado de ETA, algo dice que lo que acaba de ver no es normal. Se pone en pié, sale de su garita, está cerca del coche, seguramente mirando la matricula, con el móvil pegado a la oreja dando cuenta de la incidencia, cuando una tremenda explosión que se oye en tres kilómetros a la redonda acaba con su vida. Entre 150 y 200 kilos de amonitol (amonal reforzado con nitrometano), aunque a estas horas tampoco se descarta que pueda tratarse de amosal, y en este caso podrían ser hasta 300 kilos.

Demasiado explosivo para asesinar a un hombre, pero un exceso calculado, una barbaridad necesaria, dentro del código de señales etarra, para amedrentar al Gobierno, a las fuerzas y cuerpos de Seguridad y a la sociedad entera. Aquí estamos, con toda nuestra potencia. Una carga para volar medio cuartel. Una carga con un temporizador muy breve, activado para explotar en un minuto, diseñada para “cazar” sin remedio al guardia de la garita que se acerca a ver lo que está pasando. Un tipo de atentado que enlaza con el objetivo predilecto del imaginario etarra: las casas cuartel. Un muerto y cuatro heridos.

Tres vehículos y al menos tres terroristas. El que coloca la furgoneta bomba; el que espera al terrorista con el Peugeot 306 en marcha, coche que luego abandonan en el alto de Urkiola, y el que en ese lugar les espera a bordo de un tercer vehículo con el que huyen definitivamente. El Peugeot fue robado en Berango (Vizcaya), el 14 de abril pasado, hace justamente un mes, lo que quiere decir que el comando –posiblemente el Vizcaya- tiene infraestructura suficiente para guardarlo durante un mes.

"Una mina de huellas"

Los terroristas –¿producto de la prisa, tal vez del miedo?- cometen un error de bulto: al abandonar el Peugeot colocan dentro una garrafa de gasolina que no consiguen hacer que arda. El resultado es que ese vehículo es hoy “una mina de huellas”, según las fuentes policiales consultadas. Igual que el coche que quemaron en el atentado de Durango: de ahí salió la huella que sirvió para identificar a Arkaitz Goikoetxea, el etarra que presumiblemente ha participado también en este atentado y en el más reciente contra la casa cuartel de Calahorra. Una mina de huellas porque aunque hayan tomado todas las precauciones, hayan usado guantes, un simple pelo de cualquiera de los ocupantes daría, gracias al ADN, detalles valiosísimos para la identificación de los asesinos.

También tendrá una importancia capital la identificación del número de bastidor de la furgoneta Citroen Berlingo, finalmente robada en Francia. De haberlo sido en España, hubieran sido malas noticias para los cuerpos de Seguridad, puesto que supondría que el comando dispone de una lonja en el País Vasco donde montar los coches bomba. Sabiendo de su origen al otro lado de los Pirineos, todo hace pensar que haya atravesado la frontera con la carga explosiva ya montada, como ocurrió con la bomba que destruyó la T-4 de Barajas.

Consternación en las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado. ¿Se esperaba este atentado? “Naturalmente; estos van a golpear ahora donde y cuando puedan”. ¿Consecuencias políticas? “Ninguna. Por desgracia el fallecido es un modesto guardia civil, no un político de renombre”. Eso sí, el ministro se pondrá nervioso, “ya lo está, muy nervioso, y dispuesto a trasladar sus nervios a los mandos policiales, que a su vez trasladarán la presión a los simples guardias y policías a sus órdenes. La habitual rueda del miedo provocado por el terror. Business as usual.

“Un atentado igual al de Durango, un calco casi perfecto, diseñado para matar sin contemplaciones al guardia de la garita”. El guardia de Durango (24 de agosto de 2007) salvó la vida. El de Legutiano (Alava), la perdió ayer, tras la madrugada de una noche de lluvia. El guardia Juan Manuel Piñuel Villalón, 41 años, natural de Melilla, dormita en su garita, la radio emitiendo música de los setenta, cuando de repente se sobresalta al observar la llegada de una furgoneta, una Citroen Berlingo, que aparca fuera del recinto aunque pegada a la carretera que discurre junto a la casa cuartel, y de la que sale apurado, casi corriendo, un hombre del que apenas alcanza a ver la silueta.