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¿Confiaría usted la educación de sus hijos a Zapatero y Rajoy?
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¿Confiaría usted la educación de sus hijos a Zapatero y Rajoy?

Ni el Gobierno ni el PP tienen el menor interés por sellar un pacto de Estado para reformar la enseñanza y frenar la sangría del fracaso escolar,

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¿Confiaría usted la educación de sus hijos a Zapatero y Rajoy?

Ni el Gobierno ni el PP tienen el menor interés por sellar un pacto de Estado para reformar la enseñanza y frenar la sangría del fracaso escolar, y ayer lo demostraron groseramente en el Congreso. Socialistas y populares convirtieron el hemiciclo en un tapete de trileros, pregonando con afectada solemnidad su supuesta voluntad de alcanzar un acuerdo en materia educativa mientras trataban de ocultar sus verdaderas intenciones: tender una trampa a su rival para dejarle en evidencia. Pero ni unos ni otros picaron el anzuelo: el truco era tan malo que hasta un tuerto habría descubierto el farol.

El arranque del curso parlamentario ha vuelto a poner al descubierto la falta de voluntad política del Gobierno y el PP para arrinconar sus intereses partidistas y ponerse de acuerdo en lo esencial, en este caso cómo abordar la reforma del sistema educativo. Apenas 24 horas después de que José Luis Rodríguez Zapatero reiterase, el lunes ante la Ejecutiva socialista, su voluntad de "hacer esfuerzos" para sellar con el PP un pacto de Estado por la enseñanza, el PSOE tumbó ayer en el hemiciclo una moción de los populares cuyo objetivo era, precisamente, combatir el fracaso escolar. Y éstos, a su vez, se negaron a apoyar un texto alternativo de los socialistas que perseguía exactamente el mismo objetivo.

Ayer volvió a quedar claro que Mariano Rajoy no tiene la más mínima voluntad de alcanzar un pacto de Estado con Zapatero -no sólo en educación: tampoco contra la crisis económica ni en política energética, como supuestamente pretende el presidente del Gobierno- porque no se fía de él. Pero también porque no quiere renunciar a esos espacios de oposición para desgastar a Zapatero. Y también resultó evidente que, más allá de sus ofertas de consenso de cara a la galería, el jefe del Ejecutivo sólo parece buscar que el líder del PP aparezca públicamente como el político que rechaza su mano tendida, dispuesto a ignorar los graves problemas que preocupan a los ciudadanos con tal de alcanzar el poder. Pero, para disfrazar esas estrategias, ambos proclaman sin empacho su voluntad de lograr acuerdos. Pura fachada.

"Rotundo fracaso" 

La moción del PP derrotada ayer, muy genérica, abogaba por "impulsar una estrategia nacional para la mejora de la educación". Y se proponía, entre otros objetivos, "reducir el fracaso escolar y las tasas de abandono prematuro". Pese a que el texto no tenía carácter vinculante para el Gobierno, los socialistas votaron en contra. Entre otras cosas porque la moción aludía al "rotundo fracaso" de la Ley Orgánica de Educación aprobada por el primer Gobierno de Zapatero, a la que el PP responsabiliza de que España esté "a la cola de los países de la OCDE" en materia educativa.

Los socialistas ofrecieron al PP un texto alternativo, una enmienda de sustitución que, pese a incluir también una referencia directa a la necesidad de combatir el fracaso escolar y las altas tasas de abandono temprano de los estudios, eliminaba todas las alusiones críticas de la redacción original formulada por los populares. Entre ellas, que "en una situación como la actual, en la que España atraviesa la crisis económica más grave de la historia reciente del país, que se ha traducido en recesión, paro y deterioro del bienestar, resulta más necesario que nunca abordar una reforma del sistema educativo".

Pero, ante la falta de acuerdo entre ambas partes, el PSOE retiró su enmienda y finalmente sólo se votó la del PP, que fue derrotada por 187 votos en contra, 146 a favor y dos abstenciones. Antes, el portavoz del PP, Juan Antonio Gómez Trinidad, acusó a los socialistas de no querer el pacto. "Si realmente están interesados en él, demuéstrenlo apoyando nuestra moción". En un diálogo de sordos, la portavoz socialista, María Pilar Alegría, le respondió que "hace falta voluntad de acuerdo y generosidad para alcanzar un pacto de Estado. Pero, en cualquier caso, nosotros seguimos teniendo la mano tendida".

Ese desenlace parecía cantado desde que a media mañana, varias horas antes de iniciarse el debate, la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció que su partido va a reclamar la comparecencia de Zapatero en un pleno extraordinario y monográfico sobre enseñanza para "salir del agujero negro en el que está nuestra educación". Y que el apoyo de los socialistas a la moción del PP más tarde derrotada era sólo "un primer peldaño" hacia ese pacto de Estado "al que debería llegarse tras el pleno monográfico".

Zapatero había anunciado el pasado fin de semana, en una entrevista en Onda Cero, que tras el debate de este miércoles en el Congreso sobre la crisis económica llamará a Rajoy para una reunión en La Moncloa en la que, según el presidente del Gobierno, le propondrá sendos pactos de Estado para frenar la recesión y mejorar el sistema educativo. Pero, tras lo visto ayer en el Congreso, lo más probable es que esas supuestas buenas intenciones se marchiten tan pronto como Rajoy abandone el palacio presidencial. No sería la primera vez.

Ni el Gobierno ni el PP tienen el menor interés por sellar un pacto de Estado para reformar la enseñanza y frenar la sangría del fracaso escolar, y ayer lo demostraron groseramente en el Congreso. Socialistas y populares convirtieron el hemiciclo en un tapete de trileros, pregonando con afectada solemnidad su supuesta voluntad de alcanzar un acuerdo en materia educativa mientras trataban de ocultar sus verdaderas intenciones: tender una trampa a su rival para dejarle en evidencia. Pero ni unos ni otros picaron el anzuelo: el truco era tan malo que hasta un tuerto habría descubierto el farol.

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