Garzón pide al Supremo que se aplique la misma doctrina que a Botín y no se le juzgue

El juez Baltasar Garzón está luchando hasta el último minuto para evitar sentarse en el banquillo de los acusados por la causa de la Memoria Histórica. En su escrito de defensa, presentado ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en el último día del plazo previsto, el abogado del magistrado, Gonzalo Martínez Fresneda, insiste en que se archive la causa.

Ya no puede presentar más escritos antes del señalamiento de la vista pública, que según fuentes jurídicas, podría celebrarse a la vuelta del verano, tras la apertura del año judicial. Garzón quiere que se le aplique la ‘doctrina Botín’ dictada por el propio Supremo, por la cual no se puede ir a juicio si la Fiscalía no acusa, como ocurre en este caso. Sin embargo, el Alto Tribunal ha decidido aplicar la ‘doctrina Atutxa’, que permite que las acusaciones populares lleven todo el peso de la acusación.

Ante todo, pretende no llegar a juicio. Ahora bien, en caso de no ser así y que la Sala no escuche sus plegarias, el juez ha solicitado la libre absolución. En el escrito, el letrado explica que si Garzón investigó las desapariciones de la Guerra Civil y el franquismo fue “para ofrecer a los familiares la debida reparación judicial y el derecho a saber qué fue de las víctimas”. Actuó “siempre”, recalca, con respeto a la doctrina del Tribunal Supremo y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, en ningún caso, ha cometido un delito de prevaricación, por el que le acusa el sindicato Manos Limpias.

Durante el juicio, Garzón quiere que acudan en calidad de testigos para su defensa juristas internacionales, como Juan Guzmán, el juez que investigó  a Pinochet, y representantes de asociaciones de la Memoria Histórica. Su defensa ya pidió estas testificales al juez que ha instruido la causa, Luciano Varela, pero consideró que no era el momento procesal oportuno.