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La juez se enfrenta a los 'abertzales' ante su mutismo desafiante
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"USTED DE IMPARCIAL TIENE POCO", LE DIJO A RUFI ETXEBERRÍA

La juez se enfrenta a los 'abertzales' ante su mutismo desafiante

La magistrada Ángela Murillo, que preside el tribunal que juzga a los dirigentes abertzales Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, entre otros, por intentar refundar la

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La juez se enfrenta a los 'abertzales' ante su mutismo desafiante

La magistrada Ángela Murillo, que preside el tribunal que juzga a los dirigentes abertzales Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, entre otros, por intentar refundar la ilegalizada Batasuna, fue ayer la protagonista de una sesión anodina en la que los acusados reiteraron lo dicho la jornada anterior por sus compañeros de banquillo: que no pretendían sustituir a la Mesa Nacional de la coalición sino abrir el debate político que ha llevado a la izquierda abertzale a rechazar la violencia de ETA.

“¿Qué es la violencia política?”, preguntó la jueza a Mirem Zabaleta, hija del dirigente de Aralar Patxi Zabaleta, que había aludido de esa manera a los atentados de ETA durante su declaración.  Zabaleta dudó: “Si quiere no hace falta que le ponga el adjetivo política”. “¿Un tiro en la nuca o asesinar a un inocente es violencia política?”, insistió la magistrada. La acusada tiró de manual para salir del aprieto sin responder a la pregunta concreta: “La izquierda abertzale apuesta por vías exclusivamente pacíficas y democráticas, que no se utilice ningún tipo de violencia”, dijo. Y como la respuesta no guardaba mucha relación con la pregunta, remató: “la violencia (en el País Vasco) ha sido generada por causas políticas”. La magistrada asintió con la cabeza y ahí quedó el tema.

La siguiente comparecencia fue la de Rufi Etxeberría, el principal dirigente de la izquierda abertzale en libertad y sobre el papel la “estrella” de la jornada, que declaró como testigo de la defensa y defraudó. Cuando entró en la sala saludó uno a uno a los acusados y se fundió en un abrazo con Arnaldo Otegi. La jueza Ángela Murillo le advirtió de la obligación como testigo de decir la verdad y le preguntó por la relación que tenía con cada uno de los procesados. Al llegar a Otegi se adelantó a la respuesta: “Le conoce una barbaridad por lo que he visto”. El testigo dijo, a modo de preámbulo, que su deseo era que los acusados fueran absueltos, y la magistrada no pudo reprimir otro comentario espontáneo y clarificador: “usted de imparcial tiene poco”.

El fin de la lucha armada

Rufi Etxeberría estuvo plúmbeo, con un discurso ortodoxo y sin apenas concesiones a la galería. Hizo tan pocas que el abogado, Íñigo Iruin, tuvo que tirarle de la lengua para que, tras minutos y minutos de hablar del “cambio de estrategia”, de “reflexiones de gran calado”, de “debate histórico” y otros lugares comunes a los que han recurrido todos los acusados, dijera que la principal conclusión del debate fue que “el ciclo de la lucha armada se debía cerrar”. El lugar al que el letrado quería llevarle pero el testigo no se dejaba.

Antes de llegar a ese punto, el dirigente abertzale afirmó, como el día anterior habían hecho Otegi y Díez Usabiaga, que el debate interno se inició tras el atentado contra la T4 del aeropuerto de Barajas en diciembre de 2006 que puso fin al proceso de paz, que les llevó a concluir que la izquierda abertzale “estaba inmadura para recorrer el camino del cierre definitivo de la violencia”.

Etxeberría afirmó taxativo que ETA no intervino en el debate, y cuando el fiscal le preguntó si la banda tuvo conocimiento del mismo respondió que no lo sabía, aunque no le extrañaba que estuviese al tanto. Una declaración poco creíble porque el sector abertzale más próximo a la organización armada había puesto encima de la mesa la ponencia Mugarri, que defendía la validez de la lucha armada frente a la apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas de la ponencia Zutik Euskal Herria que Otegi, Usabiaga y él mismo defendían. Increíble también porque el interés de ETA por dirigir ese debate fue una de las pruebas que la defensa de Sortu y de Bildu esgrimió ante el Tribunal Supremo para defender la independencia de dichas formaciones respecto de la banda terrorista.

El líder abertzale no tuvo empacho en reconocer que en este momento él es el máximo exponente de la nueva Batasuna. “Otegi me pidió que cogiera el timón de este proceso –dijo Rufi Etxeberría- el día que fue detenido” (octubre de 2009). Desde entonces ha sido la cara pública que ha liderado el cambio, aunque sus palabras sonaron ayer antigüas.

La magistrada Ángela Murillo, que preside el tribunal que juzga a los dirigentes abertzales Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, entre otros, por intentar refundar la ilegalizada Batasuna, fue ayer la protagonista de una sesión anodina en la que los acusados reiteraron lo dicho la jornada anterior por sus compañeros de banquillo: que no pretendían sustituir a la Mesa Nacional de la coalición sino abrir el debate político que ha llevado a la izquierda abertzale a rechazar la violencia de ETA.

Arnaldo Otegi