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Zapatero ocultó a su Gobierno lo que iba a anunciar; un SMS de Rubalcaba lo confirmó
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NO DIJO NADA AL CONSEJO DE MINISTROS NI A SUS COLABORADORES

Zapatero ocultó a su Gobierno lo que iba a anunciar; un SMS de Rubalcaba lo confirmó

José Luis Rodríguez Zapatero precipitó ayer el anuncio del adelanto de las elecciones tras consultar a Alfredo Pérez Rubalcaba la tarde anterior. Pese a que no

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Zapatero ocultó a su Gobierno lo que iba a anunciar; un SMS de Rubalcaba lo confirmó

José Luis Rodríguez Zapatero precipitó ayer el anuncio del adelanto de las elecciones tras consultar a Alfredo Pérez Rubalcaba la tarde anterior. Pese a que no estaba previsto que el presidente desvelara la fecha hasta la vuelta del verano, Zapatero quiso tener un último gesto de independencia, sorprendiendo a buena parte de su gabinete y de la cúpula del PSOE. Pero la decisión de aprovechar la rueda de prensa del viernes para lanzar el anuncio no se tomó hasta el jueves, cuando Rubalcaba visitó la Moncloa para pactar la hoja de ruta.

El candidato del PSOE negó ayer que hubiera pedido “nunca” al presidente un anticipo electoral, aunque no desmintió su reunión con Zapatero. “Eso son cosas mías”, zanjó.  En todo caso, y como adelanto El Confidencial el 14 de julio, Rubalcaba y su equipo tenían decidido que las elecciones se celebrarían el 20-N desde hace algunas semanas. Solo faltaba por concretar el día en que Zapatero lo haría oficial. Se barajaba el 19 de agosto, fecha en que está previsto un Consejo de Ministros, o bien a la vuelta de las vacaciones. Pero el presidente quería terminar de una vez por todas con el debate, y aliviar la fuerte presión que recaía sobre su figura.

La maniobra se llevó a cabo con tal discreción, que incluso tomó por sorpresa a algunos de los colaboradores más próximos a Zapatero. No intuyeron nada al llegar el viernes por la mañana a sus puestos de trabajo en el palacio de la Moncloa, y esa sensación de calma se vio reforzada por la ausencia de la jefa de campaña del PSOE, Elena Valenciano, así como del director de comunicación del partido, que se encontraban fuera de Madrid. Pero la decisión ya estaba tomada desde la noche anterior.

Minutos antes de la comparecencia del presidente, desde la Secretaría de Estado de Comunicación se desconocía que se fuera a producir el anuncio. Incluso, el presidente había guardado silencio ante los propios miembros de su Gabinete con quien se había reunido en el Consejo de Ministros. Sólo la vicepresidenta Elena Salgado, el vicepresidente Manuel Chaves, presidente también del PSOE, y el portavoz José Blanco eran partícipes de lo que Zapatero iba a anunciar a las doce y media. La decisión se había tomado entre Moncloa y Ferraz, puenteando a muchos de los “fontaneros” del Gobierno.

A primera hora de la mañana, al menos otras dos personas sabían lo que Zapatero iba a anunciar porque él mismo les había telefoneado: Íñigo Urkullu, presidente del PNV, y Mariano Rajoy, presidente del PP, y ambos fueron discretos. El jefe de la oposición, incluso, se reunía poco después con su Comité en Génova para analizar la estrategia del partido de cara a las elecciones. Pero en una muestra más de su forma de ser, guarda silencio ante ellos y no desvela la fecha de las elecciones.

A las doce de la mañana, apenas media hora antes de que comience la comparecencia del presidente en Moncloa, el rumor ya es imparable, pero sus colaboradores habituales insisten en negarlo. “No ha variado nada. Incluso, la gente ha comenzado ya las vacaciones”, insiste Félix Monteira, jefe de la Secretaría de Comunicación. Otro estrecho colaborador de Zapatero en Moncloa comenta que “no tiene ningún sentido. Todo está preparado para anunciarlo a la vuelta del verano, pero no hoy. No hay nada”. Es justo en ese momento, en pleno desconocimiento de la mayor parte del equipo del presidente en Moncloa, cuando un sms confirma que Zapatero va a anunciar la fecha de las elecciones: ha sido enviado desde el teléfono de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Sólo entonces, la sala de prensa del Consejo comienza a llenarse de colaboradores “no habituales” de diversos departamentos de Moncloa. Ya se sabe que la comparecencia no será la habitual de los viernes. Hay máxima expectación que se cumple con crecer: las elecciones serán el 20-N.

Terminada la intervención, Zapatero se retira. La presión se le nota. No se para, como hace habitualmente, con los colaboradores de siempre, con los que prepara las ruedas de prensa. Prefiere desaparecer. Acaba de poner, esta vez sí de forma oficial, fecha de caducidad a su Presidencia. Ni siquiera contestará a los sms cariñosos de alguno de sus compañeros. 

“Rubalcaba no ha presionado en absoluto. El presidente ha tomado la decisión pensando en la estabilidad económica y en los mercados, siempre en coordinación con el equipo de campaña de Ferraz”, señalaban después fuentes socialistas. En efecto, Zapatero justificó su decisión como un modo de aportar “certidumbre”, una vez que considera encauzado su proyecto reformista de final de legislatura.

Pero lo cierto es que el presidente lo tenía todo en contra para agotar su mandato: las necesidades electorales de su partido, la débil recuperación económica, la amenaza de los mercados, la presión de las grandes empresas, el dominio autonómico del PP y la pérdida de apoyo parlamentario. Poco a poco, y cada vez con menos margen de actuación, el presidente ha cedido en todo aquello que debía constituir su legado: renunció a la celebración de primarias en el PSOE y, más tarde, a convocar elecciones en marzo de 2012.  

De hecho, el nuevo candidato socialista deseaba que los comicios tuvieran lugar en otoño para que no se evaporara su efecto novedad, aprovechando así la tendencia que mostró el último barómetro del CIS. Tampoco parecía conveniente que la construcción de su alternativa programática, giro a la izquierda incluido, chocara contra la acción del Gobierno, o contra nuevos embates de los mercados.

Entre Moody's y las comunidades autónomas del PP

La presión no ha hecho sino aumentar en las últimas semanas, por lo que la sucesión de acontecimientos fuera y dentro de España han sido determinantes para que el presidente haya revelado la fecha de los comicios. Desde el mundo económico y financiero, como informó este diario, el acuerdo era unánime para reclamar elecciones anticipadas. La semana pasada, el Consejo Empresarial para la Competitividad, integrado por los 17 presidentes de las principales compañías de España, se reunió en secreto para discutir cómo trasladar a Moncloa su petición de anticipo. En junio, el Instituto de Empresa Familiar había llegado a la misma conclusión.

Asimismo, la prolongación de su mandato podría haber forzado a Zapatero a nuevos recortes, que atentarían contra las expectativas electorales del PSOE. Y es que la última reunión del Eurogrupo tampoco ha sido suficiente para calmar de inmediato a los mercados. Moody’s amenazó ayer con degradar en los próximos tres meses la solvencia de España, mientras que el descenso estacional del paro ha sido menos pronunciado de lo esperado.

Por otra parte, la capacidad del presidente para manejar el escenario político se ha visto claramente mermada tras la contundente victoria del PP el pasado 22 de mayo. Las comunidades autónomas populares rechazaron las propuestas de Elena Salgado en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera, y suponen un contrapoder incómodo en plena tormenta de la crisis de deuda. Incluso CiU ha elevado el tono en los últimos días en contra del Ejecutivo asegurando que apoyaría una moción de censura en caso de ser presentada por el PP. En estas circunstancias, Zapatero no parecía tener alternativa.

José Luis Rodríguez Zapatero precipitó ayer el anuncio del adelanto de las elecciones tras consultar a Alfredo Pérez Rubalcaba la tarde anterior. Pese a que no estaba previsto que el presidente desvelara la fecha hasta la vuelta del verano, Zapatero quiso tener un último gesto de independencia, sorprendiendo a buena parte de su gabinete y de la cúpula del PSOE. Pero la decisión de aprovechar la rueda de prensa del viernes para lanzar el anuncio no se tomó hasta el jueves, cuando Rubalcaba visitó la Moncloa para pactar la hoja de ruta.

Alfredo Pérez Rubalcaba