El Gobierno negoció con Israel el apoyo al Estado palestino como observador

Trinidad Jiménez subió la madrugada del sábado al domingo a la tribuna del plenario de la Asamblea General de Naciones Unidas para respaldar el ingreso de Palestina como Estado observador. “Las legítimas aspiraciones del pueblo palestino a vivir en libertad no pueden quedar al margen”, afirmó. Pero, antes de precisar la posición española en la ONU, la ministra de Asuntos Exteriores se había asegurado la conformidad de Israel, evitando así nuevas tensiones con ese país.

Según han informado a El Confidencial fuentes diplomáticas, Jiménez negoció con Israel cuál sería el grado de apoyo de España a Palestina, así como su postura en el seno de la Unión Europea. Tanto el Gobierno socialista como el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, habían manifestado previamente su apoyo a la creación de un Estado; y el propio representante de la Autoridad Nacional Palestina en España reveló en febrero que contaba con la promesa de José Luis Rodríguez Zapatero de reconocer al nuevo país en 2011.

Finalmente, Jiménez optó por la prudencia y defendió la presencia de Palestina en la ONU con el estatus de observador. “El Gobierno español ha obtenido la comprensión de Israel hacia su posición, entre otras cosas, porque todavía no está cerrado lo que va a suceder con Palestina en Naciones Unidas”, señalaron fuentes diplomáticas. Esta “comprensión” israelí supone un balón de oxígeno para el último tramo de Jiménez al frente de la diplomacia española, en el que parece estar marcando diferencias con su predecesor, Miguel Ángel Moratinos.

La preocupación de la ministra por cuidar las relaciones con Israel quedaron patentes en su discurso, en el que reconoció el carácter étnico de ese país: “Quiero subrayar el compromiso de España con Israel en tanto que plasmación del proyecto de crear un hogar nacional para el pueblo judío. Desde su fundación, Israel ha conocido varias guerras y el dolor del terrorismo contra su población civil.  Para España es esencial la seguridad de este joven Estado nacido de un pueblo antiguo. La mejor manera de preservarla es, precisamente, mediante un acuerdo de paz que, entre otros extremos, disponga el establecimiento de un Estado palestino sobre la base de las líneas previas a 1967 con los cambios que acuerden las partes, y con Jerusalén como capital compartida”.

Cabe recordar que el ex embajador de Israel, Raphael Schutz, se ha despedido este verano de Madrid lamentando “haber vivido en carne propia parte del odio y del antisemitismo que existen en la sociedad española”. Schutz no compartió la reacción de España en situaciones críticas como el ataque a la Franja de Gaza en 2009 o el asalto a la polémica Flotilla de la Libertad. No obstante, el Ejecutivo de Zapatero ha llevado a cabo importantes gestos hacia el Gobierno israelí, como la limitación de la justicia universal practicada por la Audiencia Nacional, después de que este tribunal abriera una investigación  contra el ex ministro israelí Benjamín Ben-Eliezer por la matanza de 14 civiles en Gaza en 2002.

Consenso con el PP

Además de con Israel, Jiménez pretende recuperar la sintonía con el PP en esta materia, como ya hizo con la crisis de Libia. Para ello, tiene previsto reunirse esta semana con Jorge Moragas, jefe de Gabinete de Mariano Rajoy y responsable popular de relaciones internacionales, para consensuar la posición de España sobre Palestina. Así lo confirmó ayer el propio Moragas a los medios de comunicación, quien aprovechó para recordar que su partido ya había advertido de que era “prematuro” un reconocimiento de pleno derecho de Palestina.

El dirigente popular señaló que Jiménez le había transmitido la existencia de una posición común en la UE para votar a favor del reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro, en el marco de un texto de resolución “muy moderado”. En todo caso, Moragas reiteró que el PP sigue defendiendo la recuperación del diálogo entre las partes, así como el papel del Cuarteto (EEUU, Rusia, ONU y UE) para garantizar una paz sólida, sostenible y la convivencia de dos Estados.