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Griñán y Arenas abordan el 20-N como el primer asalto de la batalla por Andalucía
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YA NADIE DUDA DE QUE EL PRESIDENTE DE LA JUNTA SE EQUIVOCÓ CON LA FECHA

Griñán y Arenas abordan el 20-N como el primer asalto de la batalla por Andalucía

El resultado electoral de la noche del domingo será la campanada que marque el primer asalto para la gran batalla del Sur, las elecciones autonómicas del

Foto: Griñán y Arenas abordan el 20-N como el primer asalto de la batalla por Andalucía
Griñán y Arenas abordan el 20-N como el primer asalto de la batalla por Andalucía

El resultado electoral de la noche del domingo será la campanada que marque el primer asalto para la gran batalla del Sur, las elecciones autonómicas del próximo mes de marzo, en las que el PSOE podría perder la comunidad en la que ha sustentado su poder el partido que Felipe González y Alfonso Guerra, entre otros, le arrebataron a Rodolfo Llopis. No es gratuito el hecho de que estos dos iconos del PSOE renovado hayan tenido que saltar a la arena en unos momentos en los que, tras las elecciones generales, el partido hasta ahora en el poder puede verse abocado a una segunda renovación de similares dimensiones.

La campaña electoral que termina, por lo que a Andalucía se refiere, ha sido un prólogo de lo que está por llegar. El debate que de mitin en mitin han protagonizado José Antonio Griñán y Javier Arenas ha tenido su referente en la Presidencia de la Junta: desde los ERE hasta los presupuestos, pasando por la situación de los colegios. Rajoy y Rubalcaba han pasado como nubes sobre el territorio en el que la batalla se libraba entre los dos políticos andaluces.

El error de Griñán

A estas alturas del calendario nadie duda, ni siquiera en el PSOE, que Griñán cometió un grave error al no hacer coincidir las elecciones adelantando las autonómicas. El presidente de la Junta quería alejarse de la caída que su partido sufrió en las municipales, y las encuestas le dan ya un hundimiento peor del que se produjo en mayo; quiso apartar al PSOE andaluz de la debacle provocada por la gestión de Zapatero, y la derrota de Pérez Rubalcaba puede tener peores consecuencias en el futuro socialista andaluz. Y, finalmente, confió en que las primeras medidas de Mariano Rajoy como presidente, si gana las elecciones del domingo, hagan reflexionar a los andaluces, que  sientan miedo frente a posibles recortes y prefieran seguir cobijados en el socialismo como en los últimos treinta años.

Todo discurre en contra de los intereses de Griñán. Incluso las consecuencias de los posibles recortes de Rajoy. Sólo hay que reparar en que comunidades como Castilla-La Mancha, a las que se ha convertido desde el PSOE en símbolos de esos recortes, parecen seguir aumentando el respaldo al PP. Pero sobre todo, los cuatro próximos meses que separan el 20-N de las autonómicas andaluzas pueden convertirse en un calvario para Griñán a medida que la juez Mercedes Alaya, que instruye el caso de los ERE, siga firmando autos judiciales como quien sentencia a la cúpula de la Junta a una muerte política largamente anunciada.

Para el PP de Javier Arenas, por primera vez en la historia de la democracia moderna y de la propia autonomía andaluza, el viento sopla a favor. Nadie podría pensar hace sólo un año que el posible vuelco en Andalucía estuviera tan cercano como ahora se siente. Las encuestas no tenían validez con tanto tiempo de distancia respecto de los próximos comicios, y los estados de opinión dominantes estaban sujetos al prejuicio según el cual, como el propio PSOE decía, el PP jamás sería capaz de desbancarlo en Andalucía.

Desnudo ante la guadaña de Rajoy

 

La realidad hoy es radicalmente distinta. El éxito electoral del PP en las pasadas elecciones municipales y sobre todo los 20 puntos de diferencia que le sacó al PSOE en Sevilla, fue un campanazo que hizo saltar de su atonía a los estados de opinión dominantes. El PP era capaz de ganar en el santuario socialista. Griñán se asustó y empezó a maniobrar contra los intereses de Javier Arenas: aprobó una normativa para que los alcaldes no pudieran ir en las candidaturas andaluzas, con lo que evitaba que se proyectara sobre las elecciones autonómicas el éxito popular de las municipales, y se empeñó en separar los comicios andaluces de los generales con la intención de dejar a Arenas desnudo ante la guadaña de Rajoy.

Sin embargo, todo apunta a que el posible éxito del PP en Andalucía, donde puede sacar diez diputados más que el PSOE, dándole la vuelta a la actual situación, va a ser un nuevo empujón a las previsiones autonómicas de los populares, con el acompañamiento de los escándalos a los que está sujeta la Junta de Andalucía. Si a ello unimos el peligro que para el  PSOE andaluz supone que el partido entre a nivel nacional en una catarsis, con congreso incluido, en la que se debatan líderes, facciones y tribus, el PP puede tener ante sí el mejor de los horizontes frente a un Griñán que, después de casi dos años al frente de su partido, no ha conseguido el liderazgo que necesita para controlar una organización que se desangra por provincias.

Sea cual sea el veredicto de las urnas en la noche del domingo, en Andalucía sólo servirá como punto de partida hacia la gran batalla del Sur. Y lo que queda hasta el próximo mes de marzo es un tortuoso camino en el que no será extraño ver una reacción a la desesperada de un partido como el PSOE que jamás ha querido asumir la posible pérdida del santuario donde aquellos jóvenes del clan de la tortilla iniciaron la renovación del PSOE histórico.

El resultado electoral de la noche del domingo será la campanada que marque el primer asalto para la gran batalla del Sur, las elecciones autonómicas del próximo mes de marzo, en las que el PSOE podría perder la comunidad en la que ha sustentado su poder el partido que Felipe González y Alfonso Guerra, entre otros, le arrebataron a Rodolfo Llopis. No es gratuito el hecho de que estos dos iconos del PSOE renovado hayan tenido que saltar a la arena en unos momentos en los que, tras las elecciones generales, el partido hasta ahora en el poder puede verse abocado a una segunda renovación de similares dimensiones.

José Antonio Griñán