Chacón teme que Rubalcaba le robe votos con el lanzamiento de una ‘tercera vía’

El PSOE se dirige hacia un Congreso abierto donde un millar de delegados elegirán al próximo secretario general. Sin embargo, la apertura del proceso para favorecer la competición entre diversos candidatos tiene, para los afines a Carme Chacón, gato encerrado. Según diversas fuentes socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba espera que los apoyos a la política catalana se fragmenten con la aparición de una tercera vía, allanando así su camino al liderazgo del partido.

La táctica de “divide y vencerás” favorece a un candidato que, como Rubalcaba, cuenta con apoyos sólidos, pero también con la vitola de adversario a batir. Si Chacón fuera la única opción alternativa, podría aglutinar al conjunto de delegados contrarios al ex vicepresidente. Pero si surgiera un tercer o cuarto candidato de importancia, esos votos se diversificarían, ayudando a la candidatura de Rubalcaba. Esta es la hipótesis que maneja el ex vicepresidente, cuyos seguidores y colaboradores defienden con entusiasmo la celebración de un cónclave abierto, así como la aparición de diversos competidores.

En la memoria del partido está lo sucedido en 2000, cuando José Luis Rodríguez Zapatero dio la sorpresa imponiéndose a José Bono. Entonces, el joven diputado leonés tuvo que pactar con Alfonso Guerra y otras figuras del partido para reunir in extremis el voto anti Bono, que amenazaba con disgregarse en las candidaturas de Matilde Fernández y Rosa Díez. Detrás de estas maniobras del ex presidente de Castilla-La Mancha estaba también Rubalcaba, quien trabajó para su candidatura antes de reciclarse en hombre de confianza de Zapatero. Tal vez como reedición de aquel tándem, Bono promociona ahora a los alcaldes de Toledo, Emiliano García Page, y Soria, Carlos Martínez, para que se sumen a la pugna por la secretaría general.

En esta línea, el presidente del PSOE, Manuel Chaves, quien se ha decantado a favor de Rubalcaba, reiteró ayer que es “importante que pudieran surgir más compañeros”, además del Chacón y el ex vicepresidente. “No hay ningún inconveniente”, afirmó. La ministra de Defensa en funciones es consciente de esta estrategia, pero de momento no sido capaz de contrarrestarla. Nadie ha abogado públicamente por ella para liderar el partido, aunque Felipe González, entre otros, sí le han servido de escudo ante los dardos de Bono y Guerra, quienes pusieron en duda su lealtad a España.

De acuerdo con fuentes socialistas, su pertenencia al PSC pude ser un hándicap para Chacón en algunas federaciones del partido, pero su principal debilidad es su escaso conocimiento de los territorios. La catalana apenas ha recorrido las diferentes terminales del partido, por lo que necesitará ayuda para hacer una intensa campaña de recogida de apoyos entre los delegados de toda España. Dada la variedad de familias en el PSC, ni siquiera tiene asegurado el apoyo en bloque de los representantes de los socialistas catalanes.

Rubalcaba toma ventaja

Mientras se organizan sus adversarios, Rubalcaba continúa ejecutando su plan con precisión. El candidato ha logrado ser exculpado de la derrota electoral tanto por la Ejecutiva como por el Comité Federal; ha recabado el aliento de diferentes barones territoriales, y el miércoles fue aclamado como jefe de la oposición. Una vez más, el ex vicepresidente ha sabido adelantarse a Chacón y parte con ventaja en la carrera desde la Presidencia del Grupo Parlamentario.

Pero el asentimiento público de los diputados contrasta con la opinión que muchos socialistas, contrarios a la continuidad de Rubalcaba, emiten en privado. A su juicio, el nombramiento supone acabar con la neutralidad exigible a Zapatero y al resto de la dirección del PSOE. “¿Por qué no se ha designado a José Antonio Alonso presidente del Grupo como reconocimiento a su trabajo, mientras Rubalcaba se limita al debate de investidura con Rajoy?”, se preguntó un dirigente. La percepción es que el descontento se extiende por las bases de partido, pero sin llegar a cristalizar en un clima de rebelión similar al del Congreso del 2000. No obstante, todavía quedan dos meses por delante.