La ‘marea azul’ llega al Congreso con Gallardón en la fila de los ministrables

Los diputados han regresado hoy al Congreso para comenzar una nueva legislatura marcada por la crisis, la mayoría absoluta del PP y las ganas de armar bulla de los grupos minoritarios. Entre los recién llegados ha destacado Alberto Ruiz Gallardón, quien también ha demostrado su olfato político a la hora de elegir escaño. El alcalde de Madrid se ha situado en la fila de los ministrables, la segunda de la bancada popular. A su lado se han sentado otros pesos pesados del equipo de Mariano Rajoy, como Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Esteban González Pons, Jorge Moragas o Cristóbal Montoro. 

El paisaje del hemiciclo ha cambiado notablemente desde el último Pleno, aunque todavía ha mostrado al Gobierno en funciones, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, sentado en la bancada azul. Rajoy ha ocupado su lugar habitual, pero a su lado ya no estaba Sáenz de Santamaría, sino el nuevo portavoz popular, Alfonso Alonso. A Rajoy le gusta decir que es un líder previsible, y para conformar la dirección de su Grupo se ha remontado a 1996. Como entonces, regresan a primera fila parlamentaria Ramón Aguirre, Rafael Hernando o Teófilo de Luis.

En el lado opuesto, Alfredo Pérez Rubalcaba se situó como presidente del Grupo Socialista, en el mismo escaño que ocupó durante la primera legislatura de Zapatero. A su lado, también de forma interina, José Antonio Alonso y Eduardo Madina. Los diputados socialistas tienen la mente puesta en el cónclave de febrero donde se elegirá a su nuevo secretario general, mientras que los populares disfrutan de su nueva posición mayoritaria. Hasta Ignacio Gil Lázaro, el azote de Rubalcaba por el caso Faisán, recibió un voto para ser elegido presidente del Congreso, el único emitido que no respaldaba a su amigo Jesús Posada o que no estaba en blanco. Su candidatura sorpresa, recibida entre risas, no prosperó, aunque sí repite como secretario de la Mesa.

En la Presidencia, Posada parece decidido a ser la antítesis de José Bono, quien ayer acudió a la tribuna de la Cámara a modo de despedida. Y es que el locuaz manchego siempre encuentra una nueva ocasión para lanzar un adiós emocionado a la política. Posada pronunció un discurso muy breve de agradecimiento, comprometiéndose a ser el presidente de cada uno de los diputados. Una tarea que los socialistas esperan que cumpla con talante, por lo que se abstuvieron en la votación en lugar de oponerse como hizo el PP con Bono en 2008.

La izquierda se indigna

Esta primera sesión ya ha servido para demostrar que Posada deberá armarse de paciencia ante los grupos minoritarios, dispuestos a resaltar por todos los medios entre la marea popular. El primero en sobresaltar al hemiciclo ha sido Gaspar Llamazares, apartado del núcleo duro de IU, pero con renovado espíritu rebelde. El asturiano levantó la voz de improviso para protestar contra la “exclusión” de su partido de la Mesa del Congreso, donde solo están representados PP, PSOE y CiU.

Tras Llamazares, llegaron las diferentes versiones para acatar la Constitución. Por un lado, se escuchó el catalán y el vasco de los nacionalistas; por otro, apelaciones a la República, como la del secretario general del Partido Comunista, José Luis Centella; e incluso la recurrente promesa por “imperativo legal” de diputados como el joven indignado Alberto Garzón. Así, tras el fragor de la campaña electoral, y con un mes de salario ya en su haber, los diputados han regresado al trabajo, mientras que los ministros que no han ido en las listas se despiden de la política. “Adiós familia”, expresó el titular de Educación, Ángel Gabilondo.